22.

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—Any.. Hey enana ¿que pasa? —oí murmurar a Poncho cuando me abrazaba más a su cuerpo. Me sentía tan mal que verlo ahí, parado en la puerta de mi casa cuando más necesitaba de alguien, fue un enorme soplo de aire.

Inspiré su aroma varonil que tanto conocía y que siempre me había gustado, sentí sus fuertes músculos a mi alrededor, sus fuertes manos acariciandome la espalda para calmarme, y por un instante, todo lo malo se fue de mi.

Luego de un minuto logré separarme. Poncho me veía con pesar mientras trataba de recomponerme tuve la necesidad de disculparme por mi impulsividad.

—Lo.. lo siento. Yo..

—Anahí —me detuvo, tomándome de los hombros a la vez que se adentraba más a la estancia y empujaba la puerta con su pie para cerrarla. Ahí me percaté que ni siquiera lo había invitado a pasar por mi necesidad de abrazarlo— ¿que ha pasado? ¿por que estás así? ¿ha sido Velasco?

Inspiré un poco y asentí levemente. No tenía caso ocultárselo a él, por más que me moría de vergüenza. De todas formas, insistiría en saberlo.

—Lo confirmé. Los mensajes en su móvil. Me engaña.

—Bueno, eso ya estaba más que claro ¿no? —asentí, pero él no entendía— ¿que decían los mensajes?

Poncho me tomó de las manos y me guió hasta el sillón, sin soltarme se sentó a mi lado.

—Cosas horribles que no quiero recordar. ¡Soy tan tonta! —oculté la cara en nuestras manos— por pensar que, al menos, me respetaría un poco.

—¡Debe hacerlo! Por Dios, ¡es tu esposo!

—Lo se, pero yo tengo la culpa de que lo haga.

—¿De que estás hablando?

Alcé el rostro y suspiré cansada.

—De que si yo no le doy lo que necesita, lo buscará en otro lado, es obvio.

La cara de Poncho fue todo un espectáculo. Si no estuviera tan mal hasta me reiría y le haría una foto. Estaba sorprendido y confundido a la vez.

—Ustedes no... —hizo señas con el dedo. Era tan incómodo hablar de eso, precisamente con él. Avergonzada, negué bajando la mirada— Woh.. ¿Por qué?

—Es una larga.. historia —suspire cansada.

—Tengo todo el día —sonrió.

—Yo no. Neni vendrá en unos momentos por Manu y yo me iré de viaje.

—¡¿Que?! —Asentí y me levanté, Poncho hizo lo mismo— ¿a donde te vas?

—A Cancún, solo este fin de semana. Mi mamá me lo sugirió hace unos días y pensé que tal vez...

—¿Por qué? —me cortó.

—Necesito alejarme y desconectarme del mundo, Poncho, y pensar. Neni me convenció de irme este fin de semana a una playa privada en Cancún y...

—¿Y el bebé?

Mi cara cambió, esta vez por una de angustia.

—Mi mamá y mi hermana lo cuidarán. Odio la idea de alejarme de mi bebé, pero se que lo necesito. Serán solo tres días.

—Debes contarme que ha pasado con Velasco, Anahí.

—Poncho, no ahorita. Mi hermana está por llegar.

Y si como me leyera el pensamiento, el timbre sonó. Corrí hasta la puerta para abrirla y del otro lado estaba mi hermana y Ana Paula. Me abrazaron dándome apoyo, sin percatarse aún de mi visita.

—Juro que es un maldito cabrón, un desgraciado que no merece ni un esfuerzo de ti y un ma..

—¡Neni! —la frené con ojos como platos, llevando mis pupilas hacia la izquierda, donde se encontraba mi inesperada visita.

—¡Poncho! —gritó Ana Paula corriendo hacia él y lanzándose a sus brazos— ¡Que bueno verte de nuevo! ¿Que haces acá?

La ceja alzada y la sonrisa de medio lado de Neni antes de ir hasta él no se me paso por alto y suspiré. Tendría que explicar muchas luego de esto.

Luego de los saludos y las preguntas incómodas que Poncho supo desviar, la mirada de mi hermana fue hasta mi.

—¿Ya estás lista? —negué sincera— deberías.

Ana Paula trajo el coche con Manu que recién despertaba y lo llenaron de mimo un rato.

—Me comentó Any que Manu se quedaría con ustedes —dijo Poncho.

—Luego de tanto tratar de convencerla, si. Necesita este viaje ¿no crees?

—Claro que lo creo —respondió mirándome, dándole a entender a mi hermana que estaba al tanto de los últimos hechos.

—Yo no lo creo. Solo pensar en separarme de Manu me rompe el corazón —murmuré, ya al borde de las lágrimas— no creo que logre relajarme extrañandolo tanto.

—Te entiendo. Mi hijo se fue ayer a Illinois con su madre y no lo veré hasta que viaje a verlo el próximo fin de semana.

—Oww —lamentaron Neni y Ana Pau al unísono.

—Es distinto —dije— estará con su mamá y..

—Y estará tan bien como Manu con tu hermana, sobrina y mamá. Y serán menos días. Lo extrañarás así como yo extraño al mío, pero no es nada malo ni serás una mala mamá por disfrutar estos días. Lo mereces luego de...

—Bien, bien, bien —debía admitir que tenía razón— tienes razón.

Neni y Ana Paula sonrieron en satisfacción y complicidad.

—Y Poncho ¿trabajarás mucho esta semana?

Preguntó mi hermana y Poncho negó con la cabeza.

—De hecho estoy libre hasta el próximo fin de semana que vaya a ver a mi hijo.

Las dos mujeres se miraron sonriendo y supe lo que tramaban. Quise interrumpir pero el gritó de Ana Paula fue más rápido que el mío.

—¡Ay! ¡Sería grandioso que te fueras a Cancún también! Así te relajas. Además, cuidas a mi titi y procuras que se distraiga —aplaudió emocionada.

—¡Eso sería una buena idea! —exclamó Neni— Debo admitir que mandarte sola en el estado que te encuentras me preocupa. Quizá necesitarás con quien hablar y ¡que mejor que Poncho para eso!

Poncho y yo nos miramos. Mi cara era de total angustia dándole a entender que se negara, pero en cambio, con una pequeña sonrisa miró a Neni, quise morir cuando asintió y agregó:

—Creo que la playa, en este momento, me suena a una excelente idea.

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora