48.

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—Sabemos que estás ahí, Velasco. Abre la puerta.

—¡Mierda! ¿Como..?

Me giré hacia Manuel, consternada. La policía estaba ahí, y no para hacerle una agradable visita. Estaba claro por su cara de repente pálida y como retrocedía.

—Manuel... ¿Que has hecho? —pregunté con voz temblorosa. Me negaba a creer que de verdad se había metido en líos con nosotros cerca. Con mi hijo aquí. Mi hijo..

El miedo dejó paso a la furia una vez más. ¿Como se atrevía? ¿Como fue capaz de traernos aquí y ponernos en peligro de ese modo? ¿Como fui yo tan tonta de aceptarlo?

—¡Maldita sea Manuel! Has hecho algo con nosotros de por medio.. ¡No puedo creerlo!

—Yo... Yo no.. He hecho nada.

—¿Ah no? —me reí con histeria— ¿y que hace la policía aquí? ¿Ha por una foto contigo? Por favor.

—¡Velasco! —aporrearon la puerta una vez más. Tomé valor y fui hasta la puerta para abrirles, aún con Manu en brazos.

—Madita sea, Anahí. ¡No!

Medio segundos después una docena de policías uniformados y armados apuntaron a nosotros y yo palidece. Nunca antes había tenido un arma de verdad tan cerca de la cara y por poco caigo desmayada. Más sin embargo mi instinto de madre me hizo reaccionar y cubrí a Manu como pude. Uno de ellos al verme con mi hijo en estado de shock y blanca como un papel dio orden de bajar las amas. El mismo mostró su placa.

—Policía Federal de la División de Drogas del estado de México. Señora Velasco —me saludo con un leve asentimiento de cabeza, luego giró a Manuel— Manuel Velasco, en este momento queda usted detenido por  organización y el tráfico ilícito de estupefacientes —el hombre sacó unas esposas mientras que con una pequeña sonrisa de triunfo, casi imperceptible, se acercaba a un Manuel ahora rígido, con expresión neutra. Mientras lo giraba con reticencia, le recitó sus derechos— Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado y que un abogado esté presente durante cualquier interrogatorio. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno pagado por el gobierno.... —Manuel gruño y el poli, con risa burlona, cerró las esposas y se acercó a su cara— ¿Le han quedado claro los derechos previamente mencionados, señor Gobernador?

—Están cometiendo un grave error conmigo, y van a pagar por ello ¡de eso me aseguraré!

—Eso lo decidirá un juez, señor Velasco —y dicho esto, el hombre empujó a Manuel que pasó a mi lado y me dirigió una mirada asesina.

Yo me sentía fuera de mi cuerpo, observando la escena como en tercera persona. Sin embargo, estaba consiente de que todo estaba lejos de terminar. Manuel había caído. Estaba consiente de la repercusión que esto traería en la prensa y eso me aterraba.

—¿Señora Velasco? —dijo un hombre con acento español acercándose a mi y sobresaltandome.

—Anahí —corregí, con un hilo de voz.

—Anahí. Debe acompañarnos también.

—¡¿Qué?! Yo.. Yo no he hecho nada. ¡Lo juro!

—Tal vez, pero debe presentar una declaración ante la fiscalía. Será detenida también por.. posible cómplice.

«¿Posible cómplice?»

Sentí caer el alma a los pies, las piernas tambalearme. No podía creer que sería detenida por esta mierda. ¡Maldito Manuel!

Siempre Serás Tú. Where stories live. Discover now