Capítulo 13

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Maratón 4/4

Ana

Es martes por la mañana. Echo de menos a Hanna. Pero Savannah ha resultado ser una chica encantadora, muy entusiasta y risueña, podría considerarle una amiga después de dos semanas trabajando conmigo.

Hay muchos manuscritos en mi escritorio que revisar, creo que le asignaré la primera tarea de verdad a Savannah. La llamo y aparece en seguida.

—He marcado algunas cosas que se tienen que hacer a estos manuscritos —le digo —Revísalos y corrígelos —Ella me mira como si no lo creyera —¿Podrás hacerlo? —le pregunto cuando no se mueve.

—Si, si. Por supuesto —se encamina y los toma —¿Para cuándo los necesitas?

—Para la hora del almuerzo estarían bien —le digo. Ella asiente y sale de la oficina.

Pasa cerca de una hora cuando ella aparece de nuevo en la puerta de mi oficina, la cual la mayoría de las veces permanece abierta.

—Eres rápida —le digo dejando el montón de papales sobre mi escritorio y recargándome en el respaldo de mi asiento. Ella hace una mueca.

—En realidad he venido a decirte que hay alguien afuera que te está buscando —Frunzo el ceño —Por cierto, es guapísimo. —Me río cuando se muerde el labio y me pongo de pie.

—Calma las hormonas—le susurro cuando paso a su lado.

—¡Puedes dejar la costumbre de poner el móvil en silencio! ¡Te ha llamado mil veces! —exclama. A levantado ligeramente la voz, captando la atención de varios de los empleados. Alzo las cejas y avanzo hacia él.

—¿Y a ti que diablos te pico para que vengas a gritar a mi oficina? —le interrogo deteniéndome a unos pasos de él para poder verle sin levantar la cabeza y me cruzo de brazos.

Inspira y se pasa la mano por el cabello perfectamente peinado.

—Te ha llamado —murmura.

—Ya me lo has dicho.

—También he llamado a Hanna y no me coge tampoco el móvil. ¿Qué pasa con la línea pública de la editorial?

—Está fuera de servicio, se supone que hoy vendrá alguien a repararla. Y Hanna ya no trabaja más aquí, te lo dije hace unas semanas en la cena. Savannah es quien responde mis llamadas desde hace dos semanas —le respondo.

—Savannah —dice. Mira hacia el escritorio donde la aludida está de pie, curiosa mirándonos. Se sonroja ante la mirada inquisitiva de él y juega con un mechón de su cabello entre sus dedos. Parece que la furia disminuye conforme la observa, pero Savannah está apunto de desmayarse ya que él no tiene la menor consideración en su mirada.

Carraspeo para llamar su atención antes de que tenga que llamar a una ambulancia —¿Ya se te ha pasado el coraje? —le interrogo. Vuelve sus enormes ojos azules a mí y suspira largamente. Pone las manos sobre mis hombros cuando me lanza una mirada de disculpa, pero yo soy solo capaz de mirarlo con indignación y molestia.

—Linda, lo lamento —susurra. Mantengo mis brazos cruzados y mi expresión firme —Hay un caso que me está volviendo loco, te he llamado y no contestabas, entonces perdí la poca paciencia que tenía.

—Y decidiste visitar la editorial para desahogarte —le recrimino. Se pasa la mano por el rostro y puede ver la frustración en él. Suspiro. —Sé que el trabajo puede llevarnos a la locura en demasiadas ocasiones, así que mejor aprende a inhalar diez veces para tranquilizarte en lugar de venir a gritarme. —ríe. Le sonrío y bajo mis manos en son de paz. —¿Para que has llamado?

¿La señora Grey?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora