Prólogo

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¿Embarazada? Sí, estoy embarazada, no es algo muy sencillo de comprender, al menos no ahora, no en la situación en la que me encuentro, no cuando todo lo que me rodea es maldad, muerte, exilio y soledad.

Muy por el contrario, cuando piensas en un embarazo, medianamente normal, imaginas todo un mundo de posibilidades, observas a tu pequeño bebé recostado en su cuna, lo visualizas con gran facilidad, puedes ver a una niña o quizá a un niño, ves sus facciones, ¿tiene los ojos de papá o los de mamá? Su cabello puede ser rubio o castaño, sostienes en tu imaginación sus pequeñas manitos, y te prometes a ti misma ser todo en el universo para tu bebé.

Piensas en como decorar su habitación ¿Rosa? ¿Azul? Muy tradicional ¿qué tal unos estampados de animales en la pared? En que comida le darás ¿pecho o biberón? Las dudas siguen y siguen, cientos de ellas, quizá miles; cuál será su primer traje, aún más complicado ¿cuál será su nombre? ¿Charlotte? ¿Emily? ¿Susan? ¿Alexander? ¿Jake? ¿David?, mil posibilidades surcan tu mente. Pero al final del día, solo una cosa importa, sentir su pequeño corazón latiendo dentro de tu cuerpo, siguiendo el mismo compas del tuyo, todo lo demás pierde importancia, allí está, está contigo, iluminará tu mundo y tú iluminaras el suyo.

Pero conmigo no es así, todo tiene que ser complicado y temo que desde antes de nacer, mi pobre hijo ya esté sufriendo. Arrodillada en el suelo cubierto de huesos, sostengo mi vientre, no siento más que un pequeño bulto en la parte baja de mi abdomen. ¿Allí está? Esa duda me asalta, han pasado muchas cosas, he atravesado por largas horas de dolor, de llanto, de actividades que quizá han podido lastimarlo. ¿Está bien? ¿Cómo saberlo?

Mi primer instinto es girar el rostro, no tardo en encontrarme con ese ser malvado que ahora controla mi vida. Me mira curioso, como si no supiera que es lo que está pasando o como si la situación le pareciera tan cómica que las carcajadas se atascaran en su garganta, pero comprendiendo que su risa seria impertinente prefiere contenerse. Por otra parte podría decir que la información ya le ha llegado, lo sabe, lo sabe todo. Pesé a eso tomo el papel que Bruce me ha entregado y lo arrugo en mi mano, no le permitiré lastimar a mi bebé, no podrá acercarse a lo único bueno que aún queda en mi vida. 

Me levanto rápidamente antes de que Loki llegue a mí, logro ver su mano tendida frente a mí, en un último gesto de orgullo la rechazo. Me incorporo, pero mi cuerpo no tarda ni dos segundos en regresar al suelo, mis piernas no tienen la fuerza suficiente para mantenerme en pie. Mi vista esta borrosa, mis ojos pesan, me siento completamente débil y sin poder contenerme, sin tener las ganas suficientes para luchar me entrego a la oscura inconsciencia, dejando en las manos del azar mi vida y mi destino.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando por fin abro mis ojos, mis extremidades se sienten agotadas, mi mente no logra procesar la información que intento otorgarle, me cuesta respirar, es como tener una gran maraña de hielo atorada en la garganta. En pocos segundos el frío hiela mi cuerpo. Es curioso, Helheim no parecía ser tan frío.

Trato de moverme, pero el poco espacio con el que cuento me indica que si doy la vuelta caeré al suelo, en una considerable altura. ¿Dónde estoy? Abro los ojos, trato de parpadear repetidamente y poder así enfocar mi panorama o brindarle a mi mente un poco de claridad. Todo está oscuro, un aura con energía un poco pesada se cierne sobre mí. Sé que estoy en una habitación, las paredes cortan el viento de afuera. Doy un paso al bajar del lecho de piedra en el que me encontraba. Toco las paredes y me guió por ellas para encontrar la salida, no es una habitación muy amplia, pero presiento que he pasado en ella un buen tiempo. Mis piernas se sienten un poco más frescas y me sostienen sin problema.

Una vez fuera, los veo, no me es difícil distinguirlos, podría pensar que estamos solos en esta parte del Helheim. Allí están ellos, Loki y Hel. Él está sentado en el trono de huesos, se le puede ver algo pensativo, sumido en alguna de sus fechorías, o quizá planeando la siguiente, mi estomago se revuelve con el hecho de verlo allí, perdido en sus cavilaciones como cualquier ser normal lo haría. Por otro lado, ella acaricia a su vil mascota sin prestar atención a nada más, quizás podría decir que está lejos de este plano y se encuentra en su propia realidad.

— Al fin —susurra Loki, dejando escapar un suspiro, como si estuviera exasperado. Instintivamente miro mi mano derecha, entonces mi corazón da un vuelco ya no llevo conmigo el papel de Bruce — ¿Cómo te sientes, querida? —Su voz es tan melosa, que incluso pensaría que hablo con un amigo de toda la vida.

No respondo. Dejo que mi mirada caiga al suelo, me siento diferente, trastornada, demasiado confundida como para tratar de establecer una conversación medianamente normal. Es como si mi boca no deseara moverse, como si me costara hablar.

—Lo imaginaba —suelta. Lo miro confundida. —. Acércate, Lizzy —ordena, lo hago, no me encuentro en posición para contradecirlo.

Paso junto a Hel, mis pies llevan un ritmo demasiado lento, inseguro. La rubia no me mira, concentra sus ojos en el animal de grandes proporciones que acaba de ignorarme, noto en su mirada algo peculiar ¿es acaso un deje de tristeza? Inmediatamente recuerdo lo que ha pasado en menos de un día. La mirada de Niall, la despedida de los chicos. Su odio. Su rencor y Zayn, maldición, lo asesiné. Me detengo unos pasos más allá de Hel. Sabe que su hermano está muerto ¡Joder! Lo he matado, yo... Tomo una gran bocanada de aire y continúo mi camino hasta llegar junto a Loki.

Toma mis manos entre las suyas y me mira fijamente. Titubeo, quiero que me suelte, pero no soy capaz de hacérselo saber o de forcejear con él.

—Vaya —suelta fascinado —. Se nota en tu mirada. Debí apostar desde el momento en el que lo supe, seguramente hubiera ganado ¿No lo crees, Hel? —La rubia lo mira de soslayo, pero no responde. Loki deja escapar una pequeña risa antes de continuar —Que curioso es.

— ¿Qué es curioso? —cuestiono en un tono bajo. Casi inaudible.

—Que vayas a tener al nieto de Thor, curioso es que en tus entrañas repose la semilla del estúpido rey de Asgard. Curioso es, que el cretino supiera esconderse bien hasta ahora, podría admitir incluso que lo sospeche.

—No le llames así —susurro por lo bajo —, no estás seguro de que sea un niño, podría ser una pequeña reina de Asgard.

— ¡Ja! —Espeta —No digas tonterías ¿es que acaso crees que el bastardo o la bastarda del rey, podría gobernar? —dice fingiendo seriedad. Pero logro ver en sus facciones un deje de duda que nubla sus pensamientos por un segundo.

Levanta la mirada y capta la imagen de su hija. Observa como esta limpia una lágrima que resbala por su rostro y entonces, comprendo que ha perdido a su hermano, que siente como su presencia se ha alejado de este plano y se ha unido a sus antepasado. Loki por su parte, bufa fastidiado. Clava sus orbes en el suelo y descubro, que el dolor está atravesando su alma, en ese momento somos semejantes, completamente similares, porque no puedo detener las lágrimas que surcan mi rostro, esta vez no pienso en mí, no me veo como una asesina, sino que descubro que he perdido al mejor amigo que tuve, ahora sé, que jamás va a regresar.

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Hola Chicas, gracias por ese gran recibimiento que le dieron a esta tercera y última temporada.

Les cuento, tendremos un capitulo nuevo cada semana, los lunes, por otra parte retomare Dark Green, con un capitulo los viernes. De esta manera nos leeríamos dos veces por semana.

Las extrañe demasiado, que lindo es contar con ustedes de nuevo. Gracias por aún estar aquí para la novela y para mí. Las quiero mucho.

Déjenme saber lo que piensan de esta nueva temporada y veremos si aciertan.

Un abrazo, Liz

Magni|  #3 | N. HoranWhere stories live. Discover now