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T A R A
A la mañana siguiente, todos nos despertábamos para comer; esta vez nos faltaba uno, el cuál era Fred II.
—¿Alguien sabe dónde está Fred? —preguntó el peliazul.
—No tenemos ni idea —respondió mi hermano indiferente, leyendo un libro.
—¿Qué hora es? ¿No deberíamos estar en el gran comedor? —recordó Lucy a los chicos.
—Caminen, ahora —dijo Teddy.
Todos estában algo cansados, querían ir a casa y estar con su familia. Al llegar al gran comedor, las grandes puertas se abrieron y nos abrieron paso. Albus a mi lado pasó directamente al centro. Al parecer sería el siguiente en presentarse.
—¡Hola! Soy Albus Severus Potter...
—Tú si debes ser hijo mío —dijo Cho Chang. ¿Quién se cree? —tus ojitos verdes son un poco pequeños.
—Señora, se equivoca. Mi madre es la misma que la de James, la asombrosa Ginny Weasley —dijo Al mirando orgulloso a su madre —. Tengo 16 años y... sorprendentemente... soy Slytherin.
La sala quedó en silencio. ¿Un Potter en Slytherin?
—Pues... gracias por los aplausos —dijo tratando de liberar el ambiente de la tensión—. Pertenezco al cuerteto dorado, donde están mis mejores amigos. Mis padrinos son Neville y Hannah Longbottom —ellos le agradecieron a sus padres—. Si, tengo novia se llama Marie McNamll, que es alguien de Slytherin también.
Todos miraban con atención al chico azabache, era impresionante.
—Lo sé, soy el primer Potter y Weasley que queda en Slytherin. Aunque no lo crean, me gusta hacer bromas, a todos los del cuarteto, pero nos ganan Los Merodeadores. También somos estudiosos, nuestras notas son las primeras en todo Hogwarts. Daría todo por mi hermano.
—Creo que presumiste un poco, mi querido amigo—dije mientras Scorp y yo reíamos levemente.
—¿Sí? Perdón —dijo algo incómodo —. En Quidditch soy capitán y buscador. Fui premio anual en mi segundo año y prefecto en tercero.
—Vaya, por primera vez me enorgullece un poco más Slytherin —dijo Slughorn.
Albus, metiendo las manos en los bolsillos de los pantalones, comenzó a andar hacia la mesa donde se encontraban su padre, madre y James. Esperando la aprobación de su padre, se paró frente a él. Este despeinó a su hijo de forma cariñosa.
—¿Y bien? ¿Quién es el siguiente? —preguntó Albus, el director.
