VI

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Flug llevaba ya una semana viviendo con su jefe, las cosas en el ámbito profesional no podían ir mejor, los tres inventos que había pedido su jefe habían salido a la perfección, además sus inventos propios estaban en desarrollo y justo ese día había enviado uno a una prestigiosa universidad.

Estaba agotado, eso no podía negarlo, llevaba varios días sin dormir y el exceso de cafeína y azúcar en su sistema estaban cobrando factura a su cerebro, poco a poco se sumía en la ansiedad y si lograba dormir aunque fuera por poco tiempo tenía los más extraños sueños, ni siquiera cuando dormía su cerebro descansaba. Fruto de todas estas cosas y de su torpeza que estaba a tope, decidió tomarse un día de descanso.

Aquel sábado tras salir de su laboratorio sólo se dirigió a su habitación, se desvistió y en muy poco tiempo se encontraba en su cómoda cama.

Se dejó llevar por el cansancio y en medio de aquellos edredones azules por fin su mente pudo descansar un poco.

El tiempo pasaba, el sonido del elegante reloj de la sala resonaba en el silencio del lugar.

Aún no era la hora de llegada de los empleados y los dos únicos habitantes del espacioso piso parecían no estar. Black Hat no había salido de su habitación, probablemente seguía durmiendo, aveces podía ser en exceso caprichoso, igual no importaba pues era amo y señor entre sus cuatro paredes.

El desorden antes dominante en el lugar que habitaban pareció mudarse por un tiempo a la cabeza del científico, quien alterado se movía de un lado a otro.

Últimamente tenía sueños tan extraños como jamás en su vida, pero ese que le hacía retorcerse entre sus edredones era diferente a todos.

Al despertar, confundido, no supo si definir aquello como una pesadilla o una de sus múltiples fantasías con su jefe, sólo recordaba dolor, un dolor tan profundo y constante que aturdía cualquier pensamiento; lágrimas y agudos gritos, y plasmada en su mente la sonrisa sádica del dueño de sus desvaríos.

Cuando por fin sus sentidos se calmaron, comenzó a sentir miedo, aquel oscuro deseo que crecía en su interior estaba corrompiendo la bondad que había procurado poseer en sus actos.

Sabía que el bien y el mal eran relativos y volubles, pero le asustaba convertirse en alguien decepcionante a los ojos de aquellos a quienes amaba.

¿Qué pensarían de él todos los que lo apoyaron?

Sólo tenía una misión en su vida: cumplir todas las esperanzas que habían puesto en él, no era algo difícil, pero ya comenzaba a fallar.

Se levantó con pereza restregando su rostro, se puso su bolsa y salió de la habitación, sólo iría por algo de comer a la cocina así que no se preocupó por cubrir su parcial desnudez.

Tomó un poco de yogur y un par de tostadas y se dirigió de nuevo a su habitación.

En el pasillo se encontró con Black Hat quién iba sin su usual gabardina y con un sombrero algo más pequeño que el otro.

Las mangas de su camisa roja estaban arremangadas, pese a su aire casual se seguía viendo elegante e imponente.

Flug se apenó demasiado pues solo tenía su camiseta y boxer, quiso salir lo más rápido posible de allí pero su jefe lo detuvo, entablaron una corta conversación, vanal y sin importancia que no ubiera tenido mayor relevancia para el científico de no ser por las indiscretas miradas que el mayor no se molestaba en ocultar.

Finalmente Flug, sonrojado y tembloroso volvió a su habitación, sintiendo una potente mirada en su espalda y unas imensas ganas de volver atrás para ser víctima de aquellos ojos depredadores.

KHAOS •paperhat•Where stories live. Discover now