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Inglaterra 1994

No entendía nada. Contaba los días, las horas y los minutos, pero nada pasaba. Aún estaba aquí encerrada. La idea de Meredit rondaba por mi mente, ¿Debía matarlos? Es una salida fácil.

Algo me decía que estaba por terminar mis días en este lugar, una esperanza era ese decir que crecía en mi interior. Me encantaría sentir el pasto en mis pies, enamorarme, ver lugares nuevos, experiencias nuevas, misterios que tendría que descubrir. Deseaba todo eso y más, deseaba vivir como cualquier ser humano.

No sabía exactamente lo que me ataba a este lugar, tal vez el simple hecho de que Meredit me amaba y no soportaría la idea de que me fuera. Igualmente yo sentiría lo mismo, con un poco de diferencia: yo elegiría irme aunque me doliera.

Vivir como Rapunzel en un castillo no era lo mejor para mi. Saber que solo vería la luz del día a través de mi ventana me causaba pánico. Pero a la vez agradecía que esa ventana estuviera ahí, porque era lo único que me conectaba con el mundo exterior.

Me levanté de mi cama y, con mis pensamientos aun revoloteando en mi cabeza, me acerqué a la ventana. Era la misma calle con piedras y el jardín que en mi niñez había estado abandonado seguía intacto. Nada había cambiado.

—Cuanto desearía irme de aquí.—dije para mi misma en un intento vago de que eso se cumpliera. No perdía las esperanzas.

—Entonces mátalos.— Dijo Meredit con una voz burlona—. ¿Qué? ¿Tienes miedo?

—No tengo miedo.

Como acto de reflejo algo cruzó por mi vista, delante de mi ojos y me fije para ver mejor lo que era. Desde mi ventana se podía ver una casa que estaba frente a nosotros, es la casa de nuestros vecinos. La familia Sckills. Una familia que no se juntaba o interactuaba con nosotros desde que la sociedad se entero de mi "problema".

Eran personas adineradas y de muy buena cuna. No querían manchar su reputación con nosotros o peligrarla.

La casa de ellos no era muy diferente a la nuestra, por el simple hecho de que la mayoría de las casas del recinto tenían la misma estructura. Ahora, ellos si tenían un jardín bien cuidado y la estructura no se veía deteriorada como la de nosotros.

Pero ese no era el punto en el que me fijé, pero tampoco era el menos importante. Había algo diferente ese día en aquella casa. Cerca de este, en la entrada de su casa, habían maletas azules y encima de una había un sombrero; que al fijarme mejor parecía el de un chico, no el de una chica.

Era extraño, jamás en mi vida viviendo en este lugar había visto que los señores Sckills tuvieran un hijo. Y a deducir por las maletas, quien sea seguro había llegado ahora. Pero aquella persona no esta a la vista, solo sus maletas ¿raro no? Pero nada mas raro que yo.

—¿Será algún primo, de las hijas de los señores Sckills? ¿su abuelo? ¿o algún amigo que viene quedarse?—Cuestioné en un susurro para mi misma—. Pero lo que sea no debe de importarme. Sabes lo que mamá dice Bella, no seas chismosa.

La curiosidad mató al gato, dicen. Y yo tengo miedo de que me maten a mi.

Cerré las cortinas de mi ventana rápidamente y mi alejé de ella sin poner ningún pretexto. No me incumbe si es su primo, abuelo, tío o quién sea. Pero aún no puedo dejar de cuestionar ¿quién será? Pero sé que nunca lo sabré, no puedo salir.

Me gustaría conocer a un chico de mi edad, saber que se siente estar enamorada de alguien. Saber que se siente tener un amigo, que no sea Meredit. Sé que es traición, pero ¿es realmente un pecado querer irme?

Tomó en forma de diversión al Mrs. Cosquillas que es el peluche que tengo desde las 6 años, el cuál, es mi única compañía después que Meredit decide irse. Al menos él no me hace daño cuando quiero hablarle y es al cuál le puedo contar mis cosas sin que me juzgue.

— Mrs. Cosquillas ¿me concede esta pieza?—Digo entre carcajadas y risas de mi parte. Lo tomó y comienzo a girar y dar vuelta entre mis talones. Lo que yo supongo que es un baile.

¿Qué se sentiría bailar con alguien real, un baile real? De seguro se sentiría real. Se sentiría realmente maravilloso.

—Idiota. Deberías estar matando a tus padres, no soñando despierta.—Dijo Meredit molesta.

—Real —Digo entre suspiros—. Soñar no cuesta nada, pero bailar con un chico real sí.

— Yo soy real.—Dice una voz, que me provoca un susto. Comienzo a sudar frío y mis huesos tiemblan.

Busco inconscientemente la fuente de esa voz. No es la de Meredit, eso lo tengo confirmado.

Como acto de reflejo, y al sentir una presencia extraña en mi habitación, tomó lo primero que encuentro. En ese momento lo único a mi alcance es una botella, donde me traían el jugo en las mañana y golpeó aquella persona que había anteriormente salido de las penumbras.

—Creo que lo haz matado.—Aparece la voz de Meredit en las paredes—. Adelante, voltea y descubre quién es.

Trato de voltear, pero el miedo hace que eso se sienta doloroso y pesado. Lentamente al voltear veo el cuerpo que yace en el suelo y comienzo a llorar.

—Papá...

Me quedo quieta sin poder hablar, con las lágrimas bajando de mis mejillas. Está que las escucho de nuevo, esa voz...

—Ya no estamos solas en esta habitación, Meredit ¿sigues sintiéndote sola?

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2019 ⏰

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