70 Fátima

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Imaginad por un momento que sois Fátima. Haced el esfuerzo. Yo lo estoy haciendo todo el tiempo.

Imaginad que tuvisteis un accidente que os cambió la vida. Dejasteis de ser una chica hermosa, a ser un engendro desagradable para el sentido de la vista. Quisisteis moriros, una vida así no tenía sentido para vosotros. No teníais ninguna motivación para levantaros de la cama. ¿Qué sentido tenía si nadie ya os tenía en cuenta? Imaginad que la sensación de ser el centro del universo era tan solo una ilusión, que no había sido cierta. La gente solo quería de ti lo que quería: ponerse la medalla de "yo estuve con Fátima" para presumir ante sus amigos. Pensabais tener una amiga. Una amiga que resultó ser una simple interesada que tan solo se aprovechaba de vuestro éxito.

Y sin embargo un día, de manera fortuita, encontráis una razón para vivir. Una razón que por muy siniestra e inmoral que fuera, os permitió retomar vuestra vida. Buscasteis el inexistente placer de la venganza.

Vivíais por y para ver a aquellos que os habían hundido en una situación parecida, o incluso peor.

Aquello no os hacía felices, pero creíais que una vez cumplierais vuestro objetivo, la cosa cambiaría, que os sentiríais mejor. Sin embargo, no fue así. No somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos por mucho que pensemosque sí. Nada está completamente bajo control. Toda acción lleva su reacción y, a veces, podemos desatar una serie de acontecimientos que nos lleven a apretar el gatillo de una pistola en la cara de una persona.

Os vengasteis y os seguís sintiendo vacíos. Pero la persona a la que más daño habéishecho os hace ver la luz. Os aseguraque la vida no merece la pena pasarla cabreados con el mundo. Es fácil quedarse con lo malo y justificar nuestra infelicidad con factores ajenos a nosotros, cuando, en realidad, somos nosotros mismos los responsables de nuestra propia felicidad.

Asumes esas palabras y decides cambiar. Has comprobado en tus propias carnes que la venganza y el odio solo te han matado un poco más por dentro. Añade a todo esto el sentimiento de culpabilidad de que ni siquiera has jodido a la gente que debías. La deuda la han pagado unos inocentes.

Borrón y cuenta nueva. Tu nueva filosofía de vida conlleva no mirar atrás. Lo hecho, hecho estaba y no se podía cambiar. Solo importa lo que viniese por delante.

Entiendes que, a veces, lo que estás contando no es más que una historia. Que ya no está pasando, que la historia que estás contando no es más que un puñado de palabras que puedes arrugar y tirar a la papelera. Entonces decides quién vas a ser a partir de ahora.

Una persona que había aparecido en tu vida de la nada, resulta ser la solución a tus problemas. No lo comprendes, pero parece que te quiere. Te dejas llevar y te dejas querer. Tu corazón es frágil y no te crees capaz de aguantar más decepciones. Si aquello no funcionaba, seguramente sería el fin. Te arriesgas. Pones todas tus fichas para encontrar la felicidad al rojo y dejas que la ruleta gire. Sale negro.

Cuando estás convencida de que has hecho lo correcto, una nueva revelación te hace caer en un pozo cuyo fondo pensabas haber tocado, pero que se abre bajo tus pies dejándote caer más abajo todavía.

Imagina que la única persona que, supuestamente, ve algo bueno en ti, es una farsa. Solo está contigo para limpiar su conciencia.

Las buenas intenciones no son siempre algo altruista, a veces son una limpieza de conciencia premeditada.

Abróchense los cinturones, porque Ángel fue el culpable de mi desgracia. Ese maldito enano lanzó un cohete una Nochebuena y me dio en la puta cara. Su moral católica le obligó a enmendar su error y decidió acercarse a mí para hacerme feliz.

LAS CHICAS QUIEREN DIVERTIRSEWhere stories live. Discover now