Capítulo 2 <<¡¿Pero esto que es?!>>

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Si alguna vez habéis pasado mala noche, si no habéis podido dormir, sabréis lo que Lucía sintió, al sentir su cara iluminada con los primeros rayos de sol que se filtraban a través de la cortina.
Cuando los pensamientos se arremolinan en tu mente ,no puedes descansar, y mas aún con todo lo que vivió aquella muchacha en la oscuridad de su cuarto. Aquella voz, seria, siniestra y acechante, que pronunciaba su nombre una y otra vez, no la había abandonado hasta bien entrada la madrugada.
Al principio creyó que eran imaginaciones suyas, pero cuando aquella respiración sibilina toco su oido, todo fue real, muy real. En aquel momento se levantó de la cama e intento buscar en la oscuridad de la noche quien provocaba aquello.
Solo encontró silencio y el vacío oscuro de una estancia en penumbra.
-Que cojones- murmuro Lucía para si misma, sin dejar de buscar con la mirada -Que cojones pasa hoy-.
La muchacha permaneció de pie un instante, sin dejar de observar lo que le rodeaba, y cuando sintió que todo estaba en calma, aceptó que quizás su imaginación le había jugado una mala pasada, se recostó de nuevo en la cama y de nuevo los pensamientos que la hacían sentirse traicionada por aquel al que amaba volvieron.
La voz de nuevo volvió a resurgir de la oscuridad, pero esta vez Lucía decidió que aquello era sin dudas producto de su imaginación, así que tomo su móvil y tras colocarse los cascos se propuso escuchar algo de música, para así intentar evadirse de todo lo que le estaba ocurriendo.
Nada mas desbloquear el móvil, la foto de fondo de pantalla la hizo estallar en lágrimas. Allí estaban David y ella tomándose un helado, felices. Y así llegamos al punto donde hemos comenzado, con nuestra protagonista sintiendo los rayos del sol en su cara, tras una noche de lágrimas, música melancólica, insomnio, recuerdos y la sensación inequívoca de quien te observa mientras tu intentas ignorar su presencia.
El móvil vibró, David la llamaba.
Como toda la noche desde las cuatro. Lucía hizo lo que había hecho durante horas, cortar la llamada.
No quería hablar con el, no podía hablar con el.
La puerta de su cuarto se abrió lentamente, Marcos se asomó.
-¿Has dormido algo? ¿Como estas?-
Lucía se limitó a mirarlo triste y cansada.
- Se lo que ha pasado cariño- Marcos paso dentro del cuarto y se sentó en la cama junto a ella -David me llamó anoche y me lo ha contado todo-
La muchacha rompió a llorar mientras se abrazaba a el joven, esta vez si necesitaba un hombro donde desahogarse.
Marcos la abrazo y le atuso el pelo con aires paternales.
-Es un hijo de puta cariño, todos los hombres lo somos hija- El muchacho intento calmarla - Venga Lucía, se que esto duele cariño, pero ¿De verdad te crees que aqui se acaba el mundo? Anda que no hay tíos por ahí fuera que darían lo que fuera por estar a tu lado- era pésimo calmando a la gente -Venga arriba esos animos rubia, ¡si tu vales mas que el! ¡Y que esa furcia que lo acompañaba!-
-la había invitado al cumpleaños de su padre Marcos, la había invitado y yo no conozco ni a sus amigos-
Ante aquella frase de Lucía, la cual dijo entre lágrimas y llena de rabia, Marcos solo pudo susurrar "hijo de puta" y abrazar mas fuerte a la muchacha entre sus brazos.
Los dos estuvieron gran rato allí, Marcos inentando calmarla, Lucía desahogando sus sentimientos a través de lágrimas. Para cuando se dieron cuenta era hora de ir a trabajar, la mañana se le había echado encima, y los establecimientos de comida rápida no se abren solos.
Si esto fuera la típica historia os contaría que Lucía se quedo en casa, tomando una taza de café, con un jersey de punto, mientras mira a través de una ventana humedecida con la lluvia, pero no es así, las cosas así solo pasan en las películas.
A media mañana, nuestra protagonista estaba fregando los suelos de la zona de freidoras, con el pesar de no haber dormido ni un minuto en toda la noche y con los pensamientos de la traición cometida por David rondandole la cabeza cada instante del día. No contó su situación a ninguno de sus compañeros, aquel que había sido su pareja era bastante conocido entre los que trabajaban con ella, e incluso era amigo personal de su responsable, comentar lo que había pasado la noche anterior podria levantar bastante revuelo en aquel día en el que ella solo quería olvidar lo pasado.
-¡Lucía!- la voz de una de sus compañeras la sacaron de sus pensamientos mientras pasaba la fregona por el suelo -¡Te buscan!-
"Mierda, seguro que es David" pensó la muchacha mientras colocaba la fregona en el cubo y se encaminaba apesadumbrada, a la vez que nerviosa, hacia la puerta de acceso de personal.
Allí su compañera Marta, una chica morena y extremadamente delgada mantenía la puerta entreabierta, la cual daba a un callejón lateral, cuando observo que Lucía se acercaba, arqueo las cejas de manera picaresca.
-Tienes que presentarmelo rubia- Marta le hizo un guiño justo cuando nuestra protagonista cruzaba el umbral de la puerta hacia el exterior.
"¿De que habla? ¿Presentar a quien?" Se pregunto para sus adentros la muchacha.
Allí estaba, apoyado contra la pared.
Un joven de la misma edad que ella, alto, esbelto, con una varonil mirada, facciones masculinas y un alborotado pelo rubio, casi blanco. Vestía unos pantalones vaqueros desgastados, una camiseta negra de mangas cortas y en el pecho de la misma, el dibujo de una espiral blanca con el lema "Onion World".
Durante un segundo Lucía se quedo pasmada mirando a aquel joven, entonces entendió la reacción de su compañera, pues ella misma lo repaso de arriba a abajo y llego a una conclusión bastante unánime por todas las mujeres que conocían a aquel muchacho.
"Joder que bueno esta".
Principalmente, este joven, del que ahora no diremos su nombre, tenía un aura de picaresca que lo envolvía, era bastante apuesto, su aspecto desaliñado le hacía poseer un aire interesante y atractivo.
Básicamente la descripción que cualquier mujer haría de el seria "El tío con mas morbo del mundo", pero bueno, según vayamos avanzando en la historia podréis llegar a vuestras propias conclusiones.
-Perdona, ¿Te conozco?- Lucía no había visto nunca a aquel joven, lo recordaría seguramente.
-No, no me conoces- El muchacho poseía una voz bastante seria y tranquila para lo joven que era.
-Entonces ¿Como sabes que trabajo aquí? ¿Como sabes mi nombre?- Lucía se preguntaba que hacia aquel muchacho buscándola en su trabajo -¿Quién eres?-
El joven sonrió, se separo de la pared y comenzó a andar por el callejón, alejándose de la puerta y de nuestra protagonista.
"Joder ¿Que pasa? ¿No puedo tener un dia normal? ¿Quien cojones es ese tío?" Penso enfurecida y confusa la joven para sus adentros.
-Tengo un amigo que te conoce bastante bien, ya nos veremos- se digno a decir el muchacho en voz alta al doblar la esquina del callejón y desaparecer de la vista de Lucía.
Mientras asimilaba lo que le había ocurrido, entró dentro de el establecimiento de nuevo, dandole vueltas a ese momento tan extraño. Entonces todas las piezas encajaron de momento,
"Ese cabron de David, le ha dicho a sus amigos que soy una fresca, ¡Seguro!" Ahora todo tenía sentido, aquel rastrero al que llamaba novio seguro que le había dicho a todos que ella era una facilona, su segundo plato, todos sus amigos, los cuales ella no conocía pensarían eso de ella, y ese joven tan extraño seguro que era uno de ellos.
"Que bajo has caído David" pensó Lucía mientras intentaba desalojar de su garganta el nudo que los sentimientos le habían anudado, traicionada y encima esto, ¿Que más tendría que soportar por parte de ese malnacido?.
Al entrar, Marta se le acercó rápidamente.
-Como esta tu amigo ¿No?-
-No es mi amigo- Lucía ni siquiera miró a la joven y solo se digno a seguir andando hacia el cubo y la fregona.
-¿Entonces no tienes su móvil o su Facebook?- pregunto Marta observando como se alejaba entre las planchas y las freidoras.
-No Marta, no se quien demonios es- la respuesta fue seria y concisa, terminando aqui la conversación por parte de Lucía.
-Tampoco es para ponerse así hija, ni que te hubiera pedido mil euros- respondió la delgada trabajadora mientras volvía a su puesto de trabajo.
La mañana paso lenta y tediosa, tras fregar los suelos vino la parte de preparar las hamburguesas. El problema de trabajar en un lugar como ese es que todo es repetitivo y monótono, pan, cebolla,queso,carne,queso,pan, así todo tu turno, sin parar durante seis horas en la que estas delante de una plancha, pasando un calor infernal y escuchando pedidos.
Pero en esas horas, las seis que trabajaba Lucía al día, en su mente, la pena y la rabia se mezclaban con sus pensamientos y recuerdos de David. Y entonces llego la hora de salir. Recogió sus cosas y salió del establecimiento, entonces miró su móvil mientras caminaba hacia el autobús.
Veinte llamadas de David.
Y entonces ella lo llamó.
Tras escuchar los primeros tonos la voz de David se escucho en el altavoz, pero Lucía se quedo muda, no sabia que decir ni que hacer.
-¿Lucía? ¿Estas ahí?- antes cuando se llamaban por teléfono aquel muchacho usaba términos como "cariño" o "mi amor", pero ahora solo uso "Lucía" -¿Estas ahí?- volvió a preguntar.
-Si-
-¿Como estás?- pregunto David preocupado.
¿Que debía contestar a eso? ¿Que se contesta a esa pregunta? La joven de rubios cabellos no sabia que responder, asi que se mantuvo en silencio, intentando no llorar de rabia mientras caminaba por la calle camino de la parada.
-Lo siento, de veras Lucía, no quería que esto pasara así- dijo David al otro lado del teléfono.
-¡¿Y como cojones querias que pasara David?!- el grito de la joven sobresalto a dos hombres que estaban sentados en la terraza de un bar, por donde ella pasaba.
-Mira, quedemos esta tarde y te lo contaré todo, es mas complicando de lo que parece- el joven parecía suplicarle.
Durante un instante la muchacha se quedó en blanco, no sabia que debía hacer, si darle la oportunidad de explicarse o no.
Pero como os comente antes, si esto fuera una película, Lucía no hubiera hecho tanto el ridículo como lo hizo.
-De acuerdo- contesto la joven.
-Gracias, mil gracias, te juro que esta tarde te lo explico todo y lo entenderás- David parecía alegre por tener esta oportunidad.
-Eso espero David de verdad- la joven rompió a llorar mientras hablaba con el -hoy no he pegado ojo, y llevo un día de mierda en el trabajo, no paro de pensar en nosotros-
-yo tambien Lucía, no paro de pensar en ti, llevo toda la noche...- la voz de un hombre interrumpió a David -Lo siento, tengo que dejarte, me necesitan ¿A las nueve te viene bien que vaya a tu casa? Y así lo hablamos todo mejor ¿No?-
Para cuando llego aquel momento Lucía se había detenido y se secaba las lágrimas con las manos, intentaba calmarse, David parecía que tenía una explicación para todo, y las cosas se aclararian.
-Vale- dijo la muchacha.
-Perfecto, allí estaré a las nueve, hasta luego Lucía-
-Hasta luego mi amor-
-Hasta luego Cariño- David tras decir eso corto la llamada.
Un atisbo de ilusión se agarro al corazón de nuestra protagonista, todo parecía que al final iba a tener una explicación. Claro, para todos nosotros es fácil pensar "Vaya estupidez, ese tío la estaba engañando ¡¿Y ahora ella le da una oportunidad?!", es fácil cuando no te toca a ti, pero ¿quien no ha dado alguna oportunidad, aunque sea pequeña y frágil a alguien que no se la merecía?, todos lo hemos hecho, y mas si estamos tan enamorados y solos como Lucía. Ella hizo lo que creyó correcto en ese momento, aunque no fuera lo mejor para ella, o quizás si, depende de como se mire, lo importante es que por un momento era la primera vez que la joven muchacha veía un poco de luz entre la penumbra que la rodeaba.
Cuando llegó a casa, allí estaba Marcos preparandose para salir.
-Tu has llorado- no se le escapaba una.
- Si-
-Ay mi rubia, no te preocupes, que cuando vuelva de mi turno, nos tomamos unas cervezas y te ayudo a olvidarte de eso tio-
Marcos, se encaminó hacia la puerta dispuesto a irse, llegaba tarde.
-he llamado a David y esta tarde viene para hablar conmigo- Comentó Lucia mientras​ dejaba ls cosas en una silla y se sentaba en el sofá.
-¡¿Pero que me cuentas?!- el joven dio media vuelta y se sentó rápidamente en el sofá -¡¿Pero que ha pasado?! ¿Lo has llamado tu?-
-Vas a llegar tarde Marcos- le comento Lucía preocupada.
-No te preocupes, el responsable me debe una- Marcos guiño el ojo derecho.
-¡¿Os habéis acostado?!- Lucía se quedo boquiabierta.
-¿Pero que tenéis los heteros con eso?pensáis que los Gays nada mas que sabemos meterla y sacarla- Marcos teatralizo un poco su respuesta - ¡Si a nuestro responsable le gusta mas dos tetas que dos carretas, hija mía! Me debe una porque el otro día le mire unos papeles importantes que tiene, ni en broma.me acostaba yo con ese, con lo feo que es ¡Vamos!- el joven hizo un gesto con la mano, demostrando que el tenía un publico masculino mejor que su responsable del trabajo.
A Lucía se le había olvidado que Marcos había estudiado para contable, pero al no encontrar nada de lo suyo tuvo que trabajar en el establecimiento de comida rápida.
-Bueno, entonces si no tienes prisa te cuento- nuestra protagonista tenía ganas de desahogarse de nuevo con el joven Marcos, necesitaba comentarle todo lo que había hablado con David.
Y así lo hizo, le contó todo lo hablado entre ella y el muchacho, Marcos la escuchaba en silencio mientras ella hablaba, lo único que acompañaban su silencio eran los ruidos de desaprobación que de vez en cuando salian de su boca.
-Vaya tela, ¿Entonces hoy os véis de nuevo?- preguntó el muchacho conociendo la respuesta.
-Si, estará aqui sobre las nueve- contesto la joven mientras se limpiaba algunas lágrimas que se habían escapado de sus ojos durante su charla.
-Pues tu veras lo que haces rubia- el tono que uso Marcos en la respuesta era aclaratorio de la poca gracia que le hizo aquello -Pero te lo digo ya, ese te va a convencer de que no ha hecho nada, y va a ser mentira- tras esta última frase, el muchacho se levanto y camino hacia la puerta de nuevo.
¿Y si tenía razón? ¿Y si David era un verdadero embaucador?. Esas dos preguntas llegaron a la mente de Lucía rápidas y punzantes. En un solo día ,ese al que ella llamaba "Novio" había dilapidado toda aquella imagen de persona responsable, perfecta y respetable que tenía durante los seis meses de relación, y entonces la joven Lucía recordo lo ocurrido en el callejón.
No se había acordado de eso, estaba tan nerviosa por la reunión con David que había olvidado aquella extraña visita de aquel joven en el callejón.
-Hoy vino a verme un tío al trabajo, un tío que no conocía- pronunció la joven en voz alta, sin darse cuenta de que así lo hacía.
-¿Un tío?- Marcos de nuevo se dio media vuelta y se encamino hacia el sofá.
Estaba bastante claro que el joven llegaría tarde, muy tarde al trabajo, pero le daba igual. Lucía se dio cuenta que aquella frase había sido pronunciada en voz alta, y que la curiosidad de Marcos debía ser aplacada contándole lo sucedido. Ya no había marcha atrás.
-Estaba fregando los suelos de la zona de freidoras cuando Marta me llamó, me dijo que me buscaban- Lucía observó como Marcos se encendia un cigarrillo mientras no dejaba de prestar atención a sus palabras- Salí al callejón y allí estaba aquel tío- de nuevo aquello que pensó sobre los amigos de David volvio a su cabeza.
-¿Y que quería?- preguntó el joven dándole una rápida calada al cigarrillo.
-Nada-Lucía se indignó -Solo me dijo que tenía un amigo que me conocía, nada más- Llegó a la misma conclusión que cuando abandonó el callejón.
-¿Solo eso?- pregunto intrigado Marcos.
- Si y se fue, ya esta-
-Joder...- el joven dio dos caladas mas al cigarrillo en silencio antes de continuar- ¿Estaba bueno?-
-Mucho- aquella respuesta surgió de los labios de Lucía sin que ella se diera cuenta, lo que hizo que se sonrojara- pero bueno eso no importa, yo creo que ha sido culpa de David, seguro que le ha dicho a todos sus amigos que soy una facilona- el enfado que crecía dentro de ella empezo a hacerse presente en su mirada y en el tono con el que terminó la frase.
-¿Crees que es un amigo de David?-
-Si, David seguro que ha empezado a decirle a sus amigos que soy una ligera de cascos, y ese que ha venido hoy ,venía buscando lo que venía buscando- comento irritada Lucía.
-Me parecería muy extraño por parte de David, es un cabronazo, pero no creo que llegara a ese punto- extrañamente Marcos defendió a David.
-Hoy ha sido un día muy extraño en general Marcos, no me sorprendería que pudiera hacer eso por sentirse mejor consigo mismo- respondió Lucía.
-¿Extraño?, bueno un poco, pero todo el mundo hemos pasado por lo mismo que tu, y todos hemos seguido hacia adelante, nadie se muere por nadie rubia- respondió Marcos considerando que la conversación había terminado ya - Que ese cabrón haya, de verdad, dicho eso a sus amigos te tiene que dar igual, que se vaya a la mierda cariño, tu vales mas que el y lo que tienes que hacer es seguir con tu vida-
El joven se levantó y volvió a encaminarse hacia la puerta, con la idea de volver a ponerse en camino hacia su trabajo.
-Marcos, es que creo que esta situación me ha pillado tan de sorpresa que me está pasando factura, anoche sin ir mas lejos, empecé a escuchar una voz y todo ¡Es una locura! No podía dormir- contesto una entristecida y enfadada Lucía.
-¿Como?-de nuevo Marcos se giro y clavo sus ojos en la joven.
-No pegué ojo toda la noche, no paraba de pensar en David y...-el joven la interrumpió mientras hablaba.
-¿Escuchaste una voz?-
Lucía se mantuvo en silencio un instante sin saber que contestar.
-No se Marcos, fue algo extraño, muy extraño, pero seguro que fueron imaginaciones mías-
-¿Que escuchaste?-
Lucía tambien olvidó que Marcos era un muchacho bastante creyente, tanto de manera religiosa como paranormal, y todo eso le encantaba, de ahí su mirada curiosa hacía la joven, quería saber mas.
- Me llamaba-
-Ay Dios mío, ¿No lo entiendes Lucía?- el muchacho parecía haber encontrado rápidamente la solución -Es tu abuela cariño, tu abuela Mercedes-
-¡¿Que dices?! Si parecía una voz de hombre Marcos-
-Eso da igual cariño, seguro que es tu abuela, que ha visto la situacion que estas pasando y ha venido a aconsejarte , ¡estas cosas pasan así!- el joven observo la hora en su móvil, llegaba tarde, muy tarde.
-¿Pero que dices loco? ¿De verdad me estas diciendo eso?- Lucía no podía creer lo que Marcos le contaba.
-Si no me crees, luego te encierras en el cuarto de baño, y delante del espejo, con la luz apagada enciende una vela, ya veras, a ver que pasa-
Lucía se quedo en silencio observando como esta vez y de manera definitiva Marcos se encaminaba a la puerta para irse por fin a trabajar.
-Luego nos vemos rubia, a ver que tal te va todo, después me cuentas ¡besos!- dijo el joven justo antes de cerrar la puerta e irse.
A veces los que parecen locos son los que mas razón tienen en sus palabras, y en esta ocasión aquello que Marcos dijo, aunque inverosímil y extraño, despertó una pequeña chispa de curiosidad en nuestra protagonista.
Durante un rato estuvo dándole vueltas a ese asunto, y por así decirlo, eso la mantuvo ocupada en sus pensamientos.
Y entonces hizo lo que todos haríamos en si situación, busco en internet si lo que le acababa de decir Marcos era cierto o no.
Si alguna vez habéis buscado algún tema paranormal en la red de redes seguro que conoceréis la cantidad de páginas que hay dedicadas a este tema, muchas de ellas con contenido burdamente falso e incluso cómico, pero buscar información sobre aquello que comento el joven mantenía ocupada a Lucía durante un tiempo, un tiempo en el cual no le daba vueltas al asunto de David y su visita, lo que le hizo bastante bien a su salud sentimental.
Al final, después de una hora y media buscando por su móvil información sin éxito, decidió seguir las pautas que le había marcado el muchacho.
Después de buscar durante un buen rato una vela para realizar aquel "ritual", encontró dos de ellas, y no os esperéis dos buenos cirios o dos velas de esas que ya no se fabrican, encontró las dos únicas velas que cualquiera tendría en su casa, una vela con el número 2 y la otra con el número 0, las mismas que usó para su veinte cumpleaños.
Así que imaginaros la situación, la joven y rubia Lucía de pié, en frente de un espejo, dentro de un cuarto de baño enano, rodeada de cepillos de dientes, botes de champú y gel, una toalla usada colgada en la mampara de la ducha y todo ello iluminado con la tenue luz de una vela de cumpleaños con forma de número 0 rojo.
Una situación ridícula, y mas cuando sepáis que eligió el número 0, porque el número 2 podría volver a usarlo de nuevo, y no quería gastarlo, aunque esa decisión fue bastante inteligente por su parte y mas sabiendo todos de que en su cuenta del banco no tenía apenas dinero.
Si, si, todos sabemos que solo se celebra el cumpleaños una vez por año, pero cuando tienes tan poco dinero de manera habitual, sueles tener costumbres como esa, además yo solo cuento la historia, Lucía es la que toma las decisiones, absurdas o incomprensibles, pero suyas al fin y al cabo.
Tras veinte largos minutos en penumbra delante del espejo, la joven se estaba dando por vencida, no había ocurrido nada de nada, así que decidió encender la luz y apagar la vela.
Entonces es cuando empezo.
Mientras movía su cabeza para soplar la vela, por el rabillo del ojo vio como en el espejo se empezo a crear una mancha oscura detrás suya.
Una respiración acelerada, ronca y asfixiante comenzó a invadir sus oidos.
Y de aquella oscuridad, mas profunda que la penumbra que rodeaba el débil tintineo luminoso de la llama de la vela, emergió una forma.
Lucía fijo la mirada en el espejo y estupefacta presencio como aquella forma fue aclarandose hasta poder discernir el extraño semblante de lo que parecía ser un rostro deforme, de un color grisáceo.
«Lucía»
Pronunció aquello, aquella cosa, con aquella voz, una voz ronca, agitada, como si aquel ser tuviera dificultades para respirar. Y entonces fijo su mirada en el reflejo de la joven.
Ella se quedo de piedra, el temor que sentía, el miedo que la invadía en ese instante no la dejo moverse, no podía moverse, solo podía gemir de autentico terror al presenciar aquella escena.
«Lu...cí....a» pronunció el ser mientras sus negros y gigantescos ojos seguían mirando a la joven, su cabeza parecía una extraña y horrible mezcla entre la cabeza de una mosca y la textura de un grisáceo hueso podrido por el sol, todo esto rematado por una rara y asquerosa protuberancia en lo que seria la barbilla, similar al final de una columna vertebral.
El rostro solo era dos oscuros agujeros que parecían hacer de ojos. Su cuerpo, el cual se veía difuso, negro y oscuro, largo y delgado, y vaporoso como una tela de seda hecha jirones mecida por el viento.
«Lu...ci....a»

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