Capítulo 3 «El Bolero de Ravel»

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El sonido de la cisterna del cuarto de baño hizo volver a Lucía de las oscuras garras del desmayo.
La joven abrió los ojos y observó su alrededor, entonces se dio cuenta de que todo había sido real, muy real, tan real que se encontraba en su cuarto, con las manos amarradas, con una gruesa cuerda de esparto, a el cabecero de su cama.
—Dios mío, tengo que salir de aquí— dijo en un asustado susurro la muchacha de rubios cabellos mientras intentaba soltar sus manos.
Observó rápidamente toda la estancia, que se encontraba en penumbra, buscó alguna cosa que pudiera usar para cortar aquella cuerda, buscó cualquier cosa, pero solo hallo el solitario acompañamiento de una vacía habitación.
—¡Mierda!— dijo de nuevo, en un aterrado susurro, cuando escuchó la puerta del cuarto de baño abrirse.
Cerró los ojos y disimulo haciéndose aún la desmayada, tenía que ganar tiempo, debía hacer algo, pero no tenía ni idea de el qué. Mientras estuvo en ese momento, con los ojos cerrados, intentó tranquilizarse, intentó que las lágrimas que se arremolinaban en sus ojos no brotaran en aquel momento.
—¿Has visto a la tia que hay en el pasillo?— pronunció el muchacho de pelo casi blanco al entrar en la habitación — es un clase 2...— el joven dejo de hablar de repente, como quien es interrumpido en una conversación.
¿Pero a quien cojones le hablaba? ¿Sabia que Lucía estaba despierta? No, no podía saberlo, no podía, ¿De que tia hablaba?¿Quien había en el pasillo?, la pobre joven seguia disimulando, haciendo ver que seguia desmayada, mientras escuchaba todo lo que ocurría en su cuarto.
—Así que ya esta despierta ¿no?— pronunció el muchacho con todo bromista —Menos mal que tu estas aqui, si no, me habria confiado— el joven tomo asiento, y el sonido del crujir de la silla tomo por imprevisto a Lucía, lo que la hizo gemir de terror.
—Abre los ojos ya, no tengo todo el día, Lucía— espetó el muchacho mientras se encendía un cigarrillo.
La joven así lo hizo, muerta de miedo, y se incorporó lentamente en la cama, mirando con verdadero pavor a el muchacho, que relajado , estaba sentado en la silla de su escritorio, mirándola.
—Por...Por favor... no..—el terror invadía a la joven e indefensa Lucía.
—¡¿Todavía piensas que soy un violador?! ¡Que no lo soy! ¡Cojones!— el joven parecía harto de que nuestra protagonista pensará eso de el —¡Si no me dejas ni presentarme! ¡Encima de que te libro de ese tal David!— el muchacho incluso parecía ofendido.
—¡¿Que quieres?! ¡¿Que haces aqui?! ¡¿Quien eres?!— Lucía comenzó a alzar la voz asustada , y entonces se acordó de lo ocurrido con David —¡Joder! ¡David! ¡¿Que le ha pasado a David?! ¡Socorro!¡Socorro!— los chillidos de la joven eran similares a los de un cordero delante de un cuchillo.
—Nadie puede escucharte Lucía, así que cálmate y dejame que haga lo que he venido a hacer— le dio dos caladas rápidas y seguidas al cigarrillo — si no te calmas, esto nunca terminará ¿De acuerdo?— el joven hablaba tranquilo y seguro de si mismo.
La joven había escuchado que cuando te encuentras en una situación así, lo mejor era mantener la calma y colaborar, llegados a ese momento pensó que era la mejor opción. La verdad, yo no se si esa es la mejor opción en una situación así, pero fue la que eligió, si tenéis dudas de si seria la correcta pues, no se... id a la policía y preguntad... ¡Yo que se!¡Solo soy el narrador!, el caso es que ella decidió colaborar.
—Bien, bien hecho, muy bien, pues bueno, a empezar con el numerito— dijo el muchacho,tras eso apagó el cigarrillo directamente en ma mesa del escritorio y se levantó.
Se colocó de pie, delante de la asustada Lucía y miró hacia su derecha, hacia el suelo. La mirada del joven recorrió una trayectoria que seguía a algo que se movia, desde el suelo hasta casi su altura de los ojos.
—¿En serio?, joder, si es una tontería— pronuncio contrariado el joven, tras estar en silencio un par de segundos —Si, si, ya lo se... la maldita evaluación... si, si, voy a sacarlo— el muchacho de nuevo hablaba solo, y empezo a buscar en sus bolsillos algo, un trozo de papel.
¿Que es todo esto? Se preguntaba la joven mientras, amarrada, observaba la escena, con una mezcla de terror, agobio y cierta curiosidad. Luchaba por no dejar llevarse por el pánico, luchaba por que en ese momento ella se derrumbara, y todo se fuera al traste, aquel joven estaba claramente loco, tenía algún tipo de trastorno. ¿Que le habría pasado a David? ¿Estaría muerto?, "no pienses en eso Lucía, ahora debes ser fuerte" se dijo para sus adentros la asustada muchacha de rubios cabellos.
—Muchas gracias por permitir que nuestro miembro Black Chain pueda ejercer su trabajo de manera libre y gratuita...—el joven recitaba de manera falsa y sobreactuada lo que leia en aquel arrugado papel—Para mas información no dude en consultar con nuestro compañero...- durante un instante se quedo en silencio, para luego arrugar la nota y terminar diciendo- Bueno, lo demás no es importante- el muchacho lanzó una rápida visual por el cuarto, usando algo.
¿Que era todo aquello?¿De que hablaba aquel loco?, Lucía se encontraba envuelta en sus pensamientos, mientras otra parte de su ser, aterrado y confuso, se preguntaba una y otra vez como salir de allí, como escapar de sus ataduras. Entonces aquel joven, se acerco demasiado a la muchacha, le sujeto la barbilla con la mano, y la miro a los ojos, cerca, muy cerca, tanto que nuestra protagonista sintió la respiración tranquila que emanaba de su boca. Durante un instante, incluso se quedo embelesada mirando aquellos ojos azules, que ese muchacho poseía, pero en su interior, un cóctel de sentimientos contrariados se arremolinaban, miedo, terror, pavor, estrés, curiosidad y el leve retazo de esa adrenalina que todos encontramos en momento como ese.
-No voy a hacerte daño Lucía- Dijo agachado, con su cara justo en frente de la suya- Voy a empezar a hacer lo que he venido a hacer ¿de acuerdo?- La voz tranquila de aquel muchacho le transmitió a la joven cierta seguridad.
Extrañamente, Lucía dejo de sentir aquel temor que la rodeaba, empezo poco a poco a sentirse mas relajada y tranquila. Aquel muchacho, que se encontraba buscando algo con la mirada, había conseguido con una simple mirada transmitirle la seguridad que nadie, en años, había logrado con las palabras.
-Esto valdrá- dijo el joven en voz alta, mientras sacaba de debajo del escritorio un pequeño taburete de plástico- Vamos a empezar-
Colocó el taburete delante de la joven Lucía y busco en sus bolsillos, después de dos segundos, sacó una pequeña esfera de metal y la dejo encima de aquel taburete de plástico rosa. El joven sacó su móvil lo colocó encima del escritorio, junto a la colilla apagada y por el altavoz comenzó a sonar una delicada música, "El bolero de Ravel".
-Ahora Lucía ha llegado tu momento- Dijo el joven sonriente mientras tomaba asiento de nuevo, dejando el taburete en medio del espacio que había entre ellos dos- Tienes que hacer una única cosa ¿de acuerdo?- Lucía asintió tras escuchar esto -Mira la esfera, concéntrate en ella y la música que escuchas de fondo, solo debes hacer eso ¿estas lista?-.
-Si-Dijo una asombrada Lucía.
-¡Venga! Tu puedes-
La joven comenzó a observar la pequeña esfera de metal, mientras la música llegaba a sus oidos.
Como narrador que soy, os recomiendo que para esta escena, si podéis, busquéis en cualquier sitio esta conocida canción, "el Bolero de Ravel", y que mientras os cuento esto la escuchéis, es una recomendación personal, y si es posible, la escuchéis desde el minuto 7:20.
Bueno, prosigamos.
Lucía no dejaba de observar la esfera, aunque en sus adentros, consideraba que aquello no iba a ninguna parte, debía hacerlo, ya que así aquel muchacho se largaria de su casa, posiblemente. Y entonces es cuando comenzó a pasar, cuando aquella esfera comenzó a girar lentamente al son de la melodía, girando poco a poco.Lucía la miraba ensimismada, observaba como aquella esfera comenzaba a rodar, dando vueltas lentamente al rededor del redondo asiento, al ritmo de la música.
-¡Muy bien Lucía!¡Muy bien!¡Sigue!- EL muchacho parecía entusiasmado.
Cada vez iba mas rápido, giraba y giraba en el asiento, hasta que se coloco en el centro y empezo a girar cual peonza, rápido, muy rápido.
-¡Arriba Lucía!¡Sabes que debe ir para arriba!-Gritó el muchacho levantando las manos.
Todos los sentidos de la joven estaban inmersos en la esfera, su mirada fija , sus oidos embelesados con la melodía, y entonces pensó que la esfera debía ir para arriba. Y así lo hizo esta, comenzó a girar y a girar, creando elipses concéntricas , donde el taburete era el centro y comenzó a flotar en el aire, a subir y a subir, hasta llegar al techo, y allí siguió girando, cada vez mas rápido mientras la canción alijeraba el ritmo.
-¡El taburete! ¡Súbelo Lucía!- grito tambien el muchacho.
Y así lo hizo, al final ambos objetos giraban en el aire como planetas en el sistema solar.
Y entonces la canción termino, y los dos cayeron al suelo, haciendo que Lucía saliera de aquel trance.
-¡¿que ha sido eso?! ¡¿que ha pasado?!-Pregunto la joven asombrada y asustada.
-Solo el principio Lucía, ahora viene la parte interesante- EL joven agarro su móvil rápidamente, se levanto y cambio de canción- Antes te dije una mentira, si que vas a sentir algún daño-
-¡¿Que?!-Dijo la asombrada y de nuevo aterrada joven.
-lo siento- fueron las últimas palabras del muchacho antes de que su móvil empezara a reproducir una nueva melodía.
Mientras "Requiem" de Mozart empezaba a sonar desde aquel móvil, un tremendo ardor comenzó a invadir a nuestra protagonista, unas punzadas de dolor empezaron a agolparse en su cuello.
-¡¿Que me pasa?!- pregunto Lucía mientras su voz se rompía por culpa del dolor que estaba empezando a sentir.
Un tremendo y penetrante dolor la invadía, recorriendo todo su ser hasta reunirse en su cuello, el dolor de mil agujas calientes que se clavan en su piel, el dolor de mil pinchazos que no dejaban de penetrar todo su cuerpo. Era aquella canción, era aquella melodía, era aquello, cada pequeño sonido de aquella canción era una nueva punzada de dolor, cada nota musical era una nueva aguja clavándose en su cuerpo.
-¡Apaga eso!¡Quítame esa canción!- La voz de la joven paso de ser femenina, a rota y desagradable, como la de un anciano moribundo-¡No la soporto!¡Me duele!¡Me duele!- Fueron las últimas palabras de la joven antes de caer desmayada, por culpa de aquel instante de insufrible y penetrante daño.
La voz del muchacho la despertó, le hizo abrir los ojos.
-¿ya estas de nuevo con nosotros?- pregunto el joven.
-¿que ha pasado?-respondió una confusa Lucía.
La primera imagen que tuvo, nada mas abrir los ojos fue el masculino rostro de aquel joven, que con una sonrisa burlona la recibía de las garras del desmayo, pero había algo diferente en el, tenía un extraño collar de metal, parecido a un grillete rodeandole el cuello,de este surgía una cadena, negra y envejecida. Lucía la siguió con la mirada, y encontró su final.
Allí sentado en el suelo, había algo, un extraño ser con una máscara. Estaba encorvado, como si su columna fuera débil para sujetar su cuerpo, delgado, muy delgado, recubierto por una piel verdosa azulada que dejaba entrever la silueta de sus costillas y huesos, y todo ello coronado por una máscara donde debería haber una cara, una máscara de rasgos caninos, cuyos ojos eran dos agujeros negros como la noche.
-Hola Lucía-Pronuncio aquel ser desde su sitio, con una voz amigable, pero resbaladiza y sibilina.
-¡¿Que es eso?!-Grito Lucía aterrada, levantándose de un salto, sin acordarse que sus manos seguian amarradas a la cama-¡¿Que cojones es eso?!- La pobre joven no podía creer lo que veía.
-¿Eso? Es Kabuki-Dijo con toda la tranquilidad el joven- pero la pregunta aquí es, ¿que es eso?- El muchacho señalo con el dedo detrás de Lucía.
Rápidamente la joven giro la cabeza y allí estaba aquello.
El mismo ser que había aparecido en el cuarto de baño, con su cuerpo vaporoso y negro, con aquella horrible cabeza, se encontraba detrás de ella, subido en la cama, y la miraba con suma tranquilidad.
-¡¿Que?!¡Quítame eso de ahí! ¡joder! ¡¿que es esto?!- Grito la aterrada joven, acto y seguido observo la cadena que emergia del cuello de aquel ser y la siguió con la mirada, solo para darse cuenta que terminaba en un collar similar al que llevaba el joven-¡No! ¡No! ¡¿que es todo esto?!-
-Tranquila, tranquila, deja que te explique- El joven trato de calmarla en vano.
La mirada de Lucía se movió rápidamente hacia todos lados de la habitación, sintiendo todo el terror que alguien puede sentir en un momento como ese, y se paro en la puerta entre abierta del cuarto.
Allí, fuera, en el pasillo, había una mujer con una bata blanca, asomada en el hueco que la puerta dejaba. Aquella señora era mayor, de unos cincuenta años, pelo negro y enmarañado, su cara era una mueca de extraña y aberrante felicidad, con un gesto tan forzado que aterró a la joven Lucía.
-¡¿que es todo esto?!-Grito de nuevo la asustada joven.
El ser de su espalda se abalanzó sobre ella y la apresó entre sus brazos, lo que provocó que la joven comenzara a chillar de verdadero pavor.
-Lucía tranquila, no va a hacerte nada ¡No te va a hacer nada!- el joven intentaba calmarla sin ningún éxito, pues la muchacha de rubios cabellos solo podía gritar y gritar.
De nuevo sintió como su cuerpo se volvía cada vez mas pesado, de nuevo iba a caer en las garras del desmayo.
-¡No te desmayes!¡Joder!¡No te desmayes!-Grito el muchacho como si fuera una orden.

-Se va a desmayar Daven, por mucho que se lo impidas-Pronunció el ser de máscara canina, mirando hacia el joven.

"Así que ese es tu nombre, Daven" pensó Lucía mientras de nuevo volvía a la oscuridad.

-No, otra vez- Fueron las últimas palabras, con tono contrariado, que la joven escuchó por parte de Daven.

Todo se volvió oscuro.



Todo se volvió oscuro

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⏰ Last updated: Jul 14, 2017 ⏰

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