8; Kyōya.

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Era el infierno en la tierra.

¡¿Dónde demonios se habían metido ese par de diablos?!

¡Si sólo les había dejado botados unas cortas seis horas! ¡Era un maldito estudiante de leyes! ¡No podía gastar su tiempo jugando a la casita para siempre!

—¿Crees que los encontremos vivos? —Kusakabe le miró mal—. ¡Esos niños son el diablo! ¡Alguien podría desquiciarse y matarlos!

—Creo que ese es su trabajo, Kyo-san.

Hibari frunció el ceño disgustado ante aquello y se giró a ver a Adelheid, la chica arqueó una ceja.

—¿No los estarás ocultando?

—¿Te parezco tan demente?

—Colgaste de cabeza al herbívoro pelirrojo y metías a los estudiantes en redes cuando te molestaban —obvió rodando los ojos—. Además, Julie está enamorado de ti.

—¿Y?

—Que Julie está demente, jamás le gustaría alguien mínimamente normal.

La chica se hizo la ofendida, colocó una mano encima de su pecho y abrió su boca mientras miraba indignada al prefecto.

—¡A él también le gustaba Chrome!

—Pues por eso.

Tetsuya suspiró hastiado y volvió a mirar su celular, media hora atrás aquel aparatejo del mal había dado alerta a todos ellos sobre la ausencia de los mocosos en casa.

Oye, dile al bastardo que volveremos para cenar, nos aburrimos mucho.

Att- Tsu y Na.

Menudos críos.

—Bueno, basta —miró a los otros dos—. ¿Si fueran niños a dónde irían?

Kyōya le miró indiferente y se encogió de hombros, de ser él quizás estaría en casa o haciendo sus rondas alrededor de la ciudad.

Quizás estaría mordiendo hasta la muerte a algún herbívoro molesto y ruidoso.

La Simon por su parte, se lo pensó durante un rato.

Durante su infancia no había ido a muchos lugares, de vez en cuando salía a un supermercado para buscar lo que prepararía en la cena, o sino le tocaba ir a ver a un doctor para que atendiera a Enma... O iba al colegio para sacar a Koyo de la dirección... O a buscar a Julie de la correccional... ¡Oh, también iba al parque con Rauji!

—Quizás estén en algún parque —sonrió emocionada—. ¿No es eso lo que hacen los niños?

Los chicos intercambiaron una mirada escéptica, en lo personal ninguno de ellos había ido a un lugar así para algo más que disciplinar a algunos ciudadanos descarriados... O algo así.

Además, estaban hablando del diablo y su hermana.

¡Esos niños no era normales!

—Quizá de verdad sólo sean niños inocentes, Kyo-san —el aludido le miró incrédulo—. Usted es un poco exagerado cuando se trata de Sawada y ellos...

Desastrosas niñeras.Where stories live. Discover now