Capitulo 8

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Sin embargo, Quirrell debía de ser más valiente de lo que habían pensado. En las semanas que siguieron se fue poniendo cada vez más delgado y pálido, pero no parecía que su voluntad hubiera cedido.

Cada vez que pasaban por el pasillo del tercer piso, apoyabamos las orejas contra la puerta, para ver si Fluffy estaba gruñendo, allí dentro. Snape seguía con su habitual mal carácter, lo que seguramente significaba que la Piedra estaba a salvo. Cada vez que Harry se cruzaba con Quirrell, le dirigía una sonrisa para darle ánimo, y Ron les decía a todos que no se rieran del tartamudeo del profesor. Hermione, sin embargo, tenía en su mente otras cosas, además de la Piedra Filosofal. Había comenzado a hacer horarios para repasar y a subrayar con diferentes colores sus apuntes. A Harry y Ron eso no les habría importado, pero los fastidiaba todo el tiempo para que hicieran lo mismo.

—Hermione, faltan siglos para los exámenes.—Me quejé.

—Diez semanas —replicó Hermione—. Eso no son siglos, es un segundo para Nicolás Flamel.

—Pero nosotros no tenemos seiscientos años —le recordó Ron—. De todos modos, ¿para qué repasas si ya te lo sabes todo?

—¿Que para qué estoy repasando? ¿Estás loco? ¿Te has dado cuenta de que tenemos que pasar estos exámenes para entrar en segundo año? Son muy importantes, tendría que haber empezado a estudiar hace un mes, no sé lo que me pasó...

—Hermione, tómalo con calma si Fred y George han pasado de año no veo porque nosotros no—volví a hablar recogiendo mis cosas.

Pero desgraciadamente, los profesores parecían pensar lo mismo que Hermione. Les dieron tantos deberes que las vacaciones de Pascua no resultaron tan divertidas como las de Navidad. Era difícil relajarse con Hermione al lado, recitando los doce usos de la sangre de dragón o practicando movimientos con la varita. Nos pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca con ella, tratando de hacer todo el trabajo suplementario.

—Nunca podré acordarme de esto —estalló Ron una tarde, arrojando la pluma y mirando por la ventana de la biblioteca con nostalgia. Era realmente el  primer día bueno desde hacía meses. El cielo era claro, y las nomeolvides azules y el aire anunciaban el verano.

—Podemos descansar y salir un rato—sugerí mirando hacia a fuera.

Harry, que estaba buscando «díctamo» en Mil hierbas mágicas y hongos no levantó la cabeza hasta que oyó que Ron decía:

—¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca?

Hagrid apareció con aire desmañado, escondiendo algo detrás de la espalda. Parecía muy fuera de lugar; con su abrigo de piel de topo.

—Estaba mirando —dijo con una voz evasiva que les llamó la atención—. ¿Y ustedes qué hacen? —De pronto pareció sospechar algo—. No estarán buscando todavía a Nicolás Flamel, ¿no?

—Oh, lo encontramos hace siglos —dijo Ron con aire grandilocuente—. Y también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra Fi...

—¡¡Shhh!! —Hagrid miró alrededor para ver si alguien los escuchaba—. No puede ir por ahí diciéndolo a gritos. ¿Qué les pasa?

—En realidad, hay unas pocas cosas que queremos preguntarte— dijo Harry— sobre qué cosas más custodian la Piedra, además de Fluffy...

—¡SHHHH! —dijo Hagrid otra vez—. Miren, vengan a verme más tarde, no les prometo que les vaya a decir algo, pero no anden por ahí hablando, los alumnos no deben saber nada. Van a pensar que yo les he contado...

—Te vemos más tarde, entonces —dijo Harry

Hagrid se escabulló.

—¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire
pensativo.

Harry Potter y la piedra filósofal (Rayita)Where stories live. Discover now