Capítulo 18

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Toqué la puerta de la casa de mi mejor amigo, esperando paciente a que fuese abierta, no entendía por qué no me respondía las llamadas ni fue a verme a mi oficina.

Por desgracia, no encontré una cabellera rubia, sino una mata de cabellos oscuras.

—Hola, buenas noches —saludé con una sonrisa —. ¿Se encuentra Mika?

Debo admitir que ese chico me causa celos y envidia, pero yo fui el causante de que Mika dejara de sentir algo por mí.

Shuzaku me devolvió la sonrisa un poco decepcionado quizás por lo que diría.

—No, lo siento. Fue por el traje para la boda. Ya lo conoces, deja todo a última hora —rió levemente.

Fue cuando recordé que se casaría. Inevitablemente sentí a mi corazón encogerse.

—Oh, comprendo. Muchas gracias.

—Sí, no hay de qué. ¿Le quieres dejar un mensaje?

—No, lo llamaré después. Hasta luego.

—Hasta luego.

Cuando la puerta fue cerrada, me dirigí de vuelta a mi departamento sin poder dormir realmente. Mi cabeza daba vueltas y vueltas, pensando en la boda que se daría a cabo en poco tiempo. 

Al día siguiente, no tendría ninguna oportunidad con Mikaela, ni siquiera estaba seguro de tenerla antes, teniendo en cuenta todo lo que le hice a mi mejor amigo cuando estudiábamos juntos. Una cosa era besarnos, y otra cosa era lo que sentía por su prometido, o incluso lo que quisiera para su futuro.

De todos modos me lo merecía. Soy una horrible persona.

Suspiré por milésima vez en la noche, intentando dormir nuevamente, sin conseguirlo hasta un rato después de dar vueltas por toda la cama.

~

Me levanté sin mucho ánimo, me arreglé y me dirigí a mi trabajo con una cara larga, hasta llegar a la editorial.

El ambiente era pesado y tenso, cosa que me extrañó en demasía. Vi a Ferid con una mueca de disgusto total. Me acerqué a mi jefe para enterarme de lo que estaba sucediendo.

—Ferid, ¿qué sucede?

—Nos ganaron —dijo.

—¿Qué?

—Sí, Sanguien nos ha ganado.

Parpadee sin creer lo que estaba escuchando.

—¿Cómo que ganaron? ¿Por qué lo dices?

Él dejó salir un suspiro frustrado.

—Mitsuba llevó tu proyecto a Sanguiem, y ahora es la editora en jefe de la revista. Nos venimos hacia abajo, Yuu.

Aquello me hizo enojar demasiado, me retiré dando pisadas fuertes hasta que estuve en la oficina de Mitsuba, quien se encontraba guardando sus pertenencias en cajas.

—¡Mitsuba, ¿qué rayos hiciste?!

—Ah, Yuu. Hola —me sonrió con cinismo.

—¿¡Por qué?!

—No te hagas el inocente —murmuró sin dejar su trabajo de acomodar sus cosas con una calma que me producía ganas de golpearla—. Encontré en tu escritorio cartas de Sanguiem dirigidas a ti, cariño.

—¿Revisaste mis cosas?

—Sí —sonrió—, debo admitir que tu idea fue brillante, ¿por qué no se me ocurrió a mí? Pero como sea, yo tengo en mis manos las fotografía de Mika, así que no hay problemas, me hice de tu trabajo, mejor amigo. Muchas gracias.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué le dijiste?

A ese punto la sangre me hervía.

—No recuerdo realmente. Algo como que habías cambiado de fotógrafo y de idea, creo —murmuró con una sonrisa hipócrita. 

—¡Eres una! ¡Eres muy mala!

—¡Mira quién lo dice! Tenías muy bien guardado ese secretito tuyo, Yuu —murmuró dejando salir un suspiro parecido a una risita.

No pude más, me retiré del lugar sintiéndome impotente. Si tan solo hubiese hecho las cosas bien desde el principio, desde que tenía trece años, todo sería diferente.

Me senté en la acera frente a la editorial del JIDA, dejando salir lágrimas de mis ojos sin poder evitarlo.

Si tuviera 30Where stories live. Discover now