Capítulo XV

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Entre las sábanas blancas y enfocados únicamente con la tenue luz que provenía del pasillo se encontraban dos cuerpos desnudos tirados en la cama. Una chica con el pelo enmarañado había dejado de emitir sollozos de sofocación y ahora luchaba por recobrar la compostura. El chico que se encontraba encima de ella, ajena a todo lo demás, no se había dado cuenta que Harry y yo habíamos entrado en la habitación.

- Katie... – pronunció Harry a mi lado.

- Harry... – le devolvió la chica desde la cama. – Yo... puedo explicarlo. No es lo que parece, de verdad... Yo...

El acompañante de Katie, que ya había notado el altercado en la habitación, se deslizó por encima de las sábanas hasta colocarse al lado de la rubia y dejar que se levantara. Katie salió al encuentro de Harry sin ningún pudor por el simple hecho de que seguía completamente desnuda y todos los ojos en esa habitación estaban puestos en ella.

- Harry... – se atragantó con sus propias palabras.

- ¿Qué coño haces? – Harry intentaba con todas sus fuerzas contener la rabia que se manifestaba en la vena de su cuello. – ¿Me has tomado por un imbécil o qué?

- No, no, claro que no... Ha sido un error, te lo juro. Los dos estábamos muy borrachos y... No sé en qué estaba pensando.

- ¡En ti misma, joder! Como haces siempre.

Katie se acercó aún más a Harry e intentó agarrarlo del brazo, pero él se zafó con un gesto brusco que hizo que tuviera que apartarme para no chocar con su cuerpo. En ese momento los ojos de Katie se enfocaron más allá del rostro de Harry y se posaron en mí. Su expresión débil y desesperada cambió por completo sustituyéndose por una mirada fría y una rabia contenida en sus pupilas.

- ¿Y esta qué hace aquí? – prácticamente gritó cada una de sus palabras.

- Y-yo... - balbuceé unas palabras incomprensibles mientras mi mente intentaba averiguar por qué tenía la necesidad de excusarme por mi comportamiento precisamente en ese momento.

- ¿Qué más te da? – se dirigió Harry a Katie.

- Qué veníais a hacer en esta habitación, ¿eh? – Katie empezó a gesticular exageradamente. – ¿Jugar a las cartas?

- Me estás vacilando, ¿no? Encima tienes la cara de reprocharme algo a mí.

- Creí que dejamos claro que no te acercarías más a esta zorra.

- ¡Voy a hacer lo que me salga de los huevos! – exclamó Harry, quien se había puesto rojo a causa de la excitación en esa discusión. – Estoy harto, Katie. Harto de ti, de tus mentiras y de que me controles a cada instante. Yo no soy el que anda por ahí follándose a cualquiera y encima luego tiene la cara de ir exigiéndote cosas. Me he cansado de ti y de tus juegos. Se acabó.

Se hizo un silencio en la habitación durante unos segundos en el cual Harry no apartó la vista de la chica rubia que tenía delante. Katie por su parte, como si se hubiera dado cuenta en ese instante, alzó sus brazos para tratar de tapar su torso desnudo y sentirse menos vulnerable. Podías ver claramente como su rabia ascendía hasta sus sienes.

- ¡Tu a mí no me dejas! – chilló con una voz aguda que se instaló en mi tímpano. – No eres nadie para dejarme, ¿me oyes?

- Creo que acabo de hacerlo – dijo Harry antes de hacer ademán para salir de nuevo de esa habitación.

Katie se interpuso en su camino y lo empujó de nuevo hacia el interior de la sala. Yo seguía en el marco de la puerta, temerosa de dar un paso más. El chico con el que habíamos pillado a Katie seguía en la cama claramente tratando de tapar su erección entre las sábanas.

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