El árbol de mil arrugas

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Estoy en la cima de una montaña desierta

donde su único habitante es un sucio, viejo y rugoso árbol;

han transcurrido dos décadas en las cuales la lluvia no ha parado

pero cual si fuera veneno este se seca más y más,

he pasado noches y días sentado en la hierba a su lumbre,

escuchando la brisa que lo acaricia lento bajo la luna

la fría melodía de las casi nulas hojas que le quedan.

Me he acostumbrado a perderme entre sus ramas,

a mirarlas fijamente y pensar que soy parte de ellas;

tan seco y firme, tan vivo y a la vez tan muerto.

¡Pero por Dios! ¿Que pecado puede cumplir un árbol?

¡Para ser castigado de esta forma!;

sentir el paso de los días y realmente no sentir nada,

soñar mil pesadillas y darse cuenta que tiene los ojos abiertos,

socorrer al auxilio del calor de varios

pero no poder ser socorrido a su pena, a su calvario.

¿Acaso es esto el mismo purgatorio?,

ser sujeto inmóvil, juez y parte de crueles actos,

el tener por frutos cuerpos colgando de sogas,

el ser calmante de la vida y la puerta hacia la muerte.

Circo y TelónOnde histórias criam vida. Descubra agora