♡ First: ¿Deberíamos besarnos? ♡

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Jennie y Jisoo eran la pareja más empalagosa en el mundo. Sus amigas, Rosé y Lisa, siempre tenían que presenciar sus espontáneos momentos de cursilerías en donde se centraban solo en ellas mismas y no les importaba la incomodidad que se creaba en la habitación a causa de la soltería de las dos mencionadas. Y es que siempre les daban sus arranques cuando estaban juntas, quizás haciendo algún proyecto o teniendo una pijamada, o haciendo cualquier otra cosa que no les incitase a encerrarse en su burbuja de amorío. Era totalmente incómodo, más aún la tensión que se creaba entre ellas.


Aquella tarde, mientras las mejores amigas veían una película sentadas en el sofá y una recostada sobre el regazo de la otra, recibieron una visita repentina de las dos chicas, e inmediatamente, se convirtió en una tarde de cuatro, como solía ser la mayor parte del tiempo, y ambas, por supuesto, les atendieron gustosas. No obstante, pronto se creó un silencio en el cual solo se escuchaban las risas traviesas de la pareja y los chasquidos de sus besos. 


Un tiempo considerable transcurrió, entonces, mediante una señal, Lisa indicó a Rosé subir a su habitación, a sabiendas de que las otras no lo notarían. Y una vez allí, envuelta en frustración, la menor se dejó caer sobre la cama, y la propietaria de esta se detuvo frente a la puerta, recostándose en la misma. Ambas en silencio hasta que Lisa llamó la atención de la pelinegra.


—Eonni, ¿qué haces ahí?, ven. 


Rosé obedeció en silencio y a un paso tranquilo. La pelirroja se removió, dejándole espacio en su cama individual y de esa forma se mantuvieron mirando hacia el techo. Rosé sentía que la tensión era mucho más en ese momento, y le inquietaba a tal punto de no querer siquiera voltear a verle. Todo era extraño, y sólo sucedía cuando sus dos amigas se comportaban así frente a ellas. Un suspiro profundo de su amiga le hizo salir de sus pensamientos, y pronto su voz le obligó a voltear, al fin.


—Es como si lo hicieran a propósito —se quejó la menor. Rosé siguió callada—. ¿Crees que lo hagan para presumir su relación ''perfecta''? Pfff.


—No es tan molesto, es más un poco...


—¿A ti no te molesta? —atacó la menor, acechándole con la mirada.


—Sí, bueno no... er, quiero decir... —Los nervios hicieron acto de presencia, sin razón aparente, tan sólo la mirada potente de Lisa sobre sí.


—Es muy molesto, eonni, me hacen sentir envidia —volvió a suspirar y su visión de nuevo fue a parar al techo blanco—. Me hacen querer besar a alguien también, uh.


Rosé tragó duro y mordió el interior de su mejilla, desviando sus ojos de Lisa y regresarla a donde estuvo antes, imitando la acción de la otra.


—Eonni —Nuevamente llamó su atención—, ¿deberíamos besarnos?


Rosé instintivamente volteó ante su pregunta, abriendo sus ojos excesivamente, sintiendo el ácido de su estómago atacarle y hacer un nudo en su garganta que no le permitió responder o balbucear siquiera una sílaba. Tan sólo permanecieron allí, observándose. 


—Jisoo-eonni y Jennie-eonni siempre lo hacen —justificó. 


Sin embargo, quizás el pensamiento de su mejor amiga era distinto al suyo. Quizás Lisa no se sentiría o sentía igual que ella en ese momento, y fue entonces, cuando pudo volver en sí, sacudiendo la cabeza con furia.


—Eso no es algo que dos amigas hacen —respondió tras liberar una exhalación.


—Yo no soy tu amiga —alegó rápidamente, lo cuál desconcertó en gran manera a Rosé—. Sabes, eonni, la razón por la que me siento tan incómoda cuando ellas se comportan así, es porque quiero hacer lo mismo contigo y no puedo.


—No digas tonterías, Lisa... 


—Me gustas, eonni —Lisa calló sus palabras, y se acomodó sobre su costado para atraerle a su cuerpo mediante un dominante agarre en su cintura. 


Tal acción, alertó en un estado extremo a la pelinegra quien, presa del estupor, no emitió ningún sonido ni movió ninguna extremidad, y simplemente siguió cada acción de la menor cuando esta comenzó a cortar la cercanía que había entre sus rostros. 


Su ceño se frunció con fuerza, su mente gritaba que aquello no estaba bien, pero todo su cuerpo parecía reaccionar en contra de aquello, y lo próximo que vio cuando Lisa al fin juntó sus labios con los propios, fue borrosidad y borrosidad hasta que todo se volvió oscuridad con el apretar de sus ojos. 


Por algunos minutos permanecieron sólo así, con sus bocas juntas, pero fue hasta que Rosé se rindió en su intento de apartarle por medio de empujones, para nada fuertes, que Lisa se tomó el permiso de mover sus labiales y recrear el mismo modo en el que sus amigas se besaban frente a ellas, apegándose lo más posible al delgado cuerpo de su mejor amiga, creando fricciones entre sí, mientras atacaba sus labios y su cavidad con vehemencia. 


Y si bien, Rosé no correspondía a la misma velocidad que la menor, pero el deseo era el mismo y aquello le daba un buen ritmo a aquel beso, un poco dulce, un poco apasionado. Hasta que Lisa frenó el beso, varios minutos después, y se encontraron con sus respiraciones agitadas, sus labios y mejillas enrojecidas, y sus corazones encendidos. 


—Eonni —jadeó la menor, palpando el rostro de su mejor amiga con suavidad—, ¿deberíamos seguir? 


Rosé, muy segura, asintió.


Así pues, Lisa se posicionó sobre su cuerpo, sin lastimarle y sus felpos volvieron a unirse con ímpetu y fogosidad, sin esta vez sentirse en la incomodidad o tensión, pues habían encontrado la manera de deshacerse de ellas. 


Y tal vez, solo tal vez, habían averiguado la razón por la cual, Jennie y Jisoo, no podían dejar de besarse todo el tiempo.


Fin.


❥; Besos de azúcar, corazones de algodón. (ChaeLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora