Capítulo 6

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Estamos en un lujoso restaurante frente a la empresa; estoy muy tensa y de seguro Daniel lo notó, por lo que inició la conversación...

—Entonces... ¿naciste en Seattle? —curioseó.  

—¿Cómo lo sabes? —averigüé sonriente. 

—Te googleé también —confesó con una sonrisa y juro que me derretí al ver sus hermosos y perfectos dientes. 

—¿Y eso señor Potter? ¿A qué se debe su interés?—le pregunté sin dejar de sonreír como estúpida. 

—Sólo me interesa saber con quién trabajo, señora Gabrielle Angelina Siddal. —Aclaró su garganta tomando pose seria y formal, y reí divertida. 

—¿En Google también decía cómo llegué a ser la dueña de una compañía tan importante?

—No. ¿Me cuentas? —me pidió. 

—Verás, me vendí con un vejete millonario, lo asesiné y me quedé con su empresa —afirmé sonando muy convincente. La cara de Daniel fue de espanto y no pude evitar carcajearme. 

—¿Qué?

 —Ay por Dios, ¿en serio me creerías eso? —cuestioné sin dejar de reír. 

—Gabrielle tienes 38 años y eres una inmadura —me reprochó, riendo también. 

—¿Yooo? ¡Mientes! —protesté. 

—Estás loca mujer... 

Después de un rato, empezamos a definir qué proyectos escogeremos por el momento y serán cinco días en cada país; China, República Checa, Dubai e Inglaterra. 

Salimos del restaurante riendo por nuestras ocurrencias y nos detuvimos para mirarnos. 

—Entonces... iré sola y platico la idea con Abraham para que te informe, ¿te parece bien? 

—¿Qué? Claro qué no muñeca, yo iré contigo —afirmó y no pude sentirme más nerviosa. 

 —Y... —Tragué saliva y continué:—¿A qué se debe ese milagro? Digo, tú jamás te habías interesado tanto por un proyecto, Daniel.

—Eso era porque no sabía que tú eras mi socia —me contestó y ambos sonreímos, mirándonos directamente a los ojos. 

—Me parece genial. Debo ir a supervisar el proyecto de la Torre Médica —mencioné —, entonces, tengo que irme ya. Quizá te vea en la noche en el hotel, mira qué hasta somos vecinos de suite. 

Asintió y me acerqué para despedirme de él; justo iba a besar su mejilla pero movió su cara y nuestros labios se encontraron una vez más, y en vez de alejarnos, lo continuamos. 

Con esfuerzo logramos separarnos... ¡demonios, eso fue muy intenso!

—Creo que ya se nos está haciendo costumbre—murmuró y sentí toda la sangre subir a mis mejillas. Me di la vuelta pretendiendo irme, pero tomó mi mano evitándolo. Sigo de espaldas, poco a poco sentí sus manos rodear mi cintura y mi piel se erizó por completo. 

Esto es estúpido, ni siquiera nos conocemos bien y logra provocar todo esto en mí, ¡es absurdo! Cuando estoy junto a él soy como una adolescente explorando el amor, jamás me había sucedido esto antes. ¿Por qué justo ahora debe de suceder? 

—Espera. Escapémonos hoy. Es nuestro último día en esta preciosa ciudad, ¿qué dices? —me preguntó. 

—¿Hablas en serio?

¿Escaparnos? ¿Hablará de ir a una habitación en dónde estemos completamente solos? Si es así, qué pena... no creo poder negarme, total, ¡ya hasta divorciada estoy!

Fue en París (Borrador) || DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora