Capítulo.-5 Emily III

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La mujer se quedo con la boca abierta, pensando en que palabras podrían contradecir a las de Esteban, pero evidentemente no las encontró.

—¿Lo ves? —dijo el no zombi— Y sí, ya sé que hablo bonito ¿no crees?

La mujer cerró la boca y con una mirada furiosa desenfundó su arma. Esteban lo tomó con calma y puso ambos brazos arriba.

—Anda, disparame.

Me puse levanté y mire a la mujer. Si bien Esteban no me caía bien, no podía dejar que lo mataran; era mi única oportunidad de ver a mi padre. Pocos segundos después, ella hizo un rápido movimiento y me sujeto del cuello con su brazo izquierdo y con el derecho, sujeto firmemente la pistola muy cerca de mi cabeza.

—No te daré el placer de morir ¿qué tal si la mato a ella?

Todos se quedaron callados, ninguno de los adultos que conformaban el grupo hizo algo para detenerla, cosa que me causo mucho miedo.

—Esteban —pedí ayuda en un pequeño hilo de voz.

Éste desvaneció su sonrisa.

—Mujer, si planeas matar a una niña inocente enfrente de tus hijas esta bien... Pero si planeas matar a Emily, juró que asesinaré a las dos pequeñas que están allí .—Dijo apuntando a Alicia y Alejandra— Después iré por Kevin, Adán, Murphy... Y al final dejaré sus cadáveres enfrente tuyo para que veas como se pudren. También te ataré a un árbol, así de esa manera podrás ver mejor el proceso.

La mujer dio una carcajada.

—¿Cómo planeas enfrentarte tu sólo a un grupo armado?

—Olvidas algo, mamá —escuché decir a Alejandra.

—¿Qué olvido? —dijo firme la mujer— Él esta atado a un árbol, y no puede hacer nada desde ahí.

—Mamá...—volvió a hablar. Se levantó y la miró de frente— Él es un zombi.

—¿Y? No veo que pueda hacer atado a un árbol.

—Lo mismo dijo mamá cuando estábamos viendo cómo un helicóptero disparaba a una horda de infectados... Pero al final lo derribaron, y se los comieron completos, ni siquiera esperaron a que se convirtieran —dijo Alejandra.

Otra vez silencio, cómo si las palabras de aquella niña fueran mas poderosas que las de su madre, aunque, ahora dudo que la mujer que me apunta a la cabeza sea su madre.

—¡Ale! —exclamó su padre, en señal de regaño.

—Tú también lo viste papá, incluso Alicia lo hizo. No hay forma de pararlos ¿por qué creen que se llaman caídos?

—¡Ale, basta ya! —volvió a regañar su padre.

—¿Por qué cayeron? —dijo en una risa— No, se llaman caídos porque es como un efecto domino, primero uno cae, luego el siguiente, hasta que sin darte cuenta, todos terminamos cayendo.

El padre se acercó a la niña, una vez estuvo enfrente de ella la miró furioso. Pero eso no fue nada para la niña, solo sonrió ante él y después me miró.

—Emily, ese es un bonito nombre .—Dio un bostezo— Creo que iré a dormir.

Y tal cómo dijo, caminó hacia una de las tiendas de acampar y entró en ella, junto con Alicia que la siguió por detrás.

—Wow —dijo Esteban—, tienes a una niña especial.

—Y tú también .—Me soltó y después me empujó hacia él— Emily, quiero que sepas que en ningún momento el plan fue hacerte algún daño.

Asentí desconfiada. Caminé hacia Esteban y lo miré de cerca, éste me abrazó y acarició mi cabeza con cuidado de no despeinarme. No evité el abrazo, pues me sentía muy extraña después de lo que había sucedido.

—Que grupo de lo mas peculiar ¿no? —dijo en voz baja el no zombi.

—Sí —respondí también en voz baja.

—¿Por qué ahora no muerdes? —inquirió divertido.

Dichas esas palabras, me despegue de él, quien solo me miró confundido y después sonrió.

—¿Por qué sonríes tanto? —pregunté.

—Solo... Un recuerdo —dijo.

Sin entender a que se refería, decidí ignorarlo y mirar hacia atrás. La mujer estaba mirándome, como esperando a que dijera algo.

—Lo siento —dijo para después dar media vuelta e ir caminando hasta la misma tienda de acampar en la que habíamos entrado antes.

—¡Emily! —escuché gritar en voz baja a Alicia.

Giré a mirar de donde provenía su voz: la tienda de acampar color verde. Delante de esta, se encontraba la provocante del pequeño grito. Me hizo una señal para que fuera hasta ella, y eso hice.

—¿Pasa algo? —le pregunté.

—Quiero que perdones a mi hermana, ella de verdad que paso por mucho —respondió con una voz aún mas baja.

—Esta bien, yo también perdí la fe por un tiempo.

Sonrió contenta, después me tomó de la mano y me arrastró a la pequeña tienda de acampar verde. Adentro estaba Alejandra acostada boca arriba. Traté de acomodarme junto a ambas hermanas, lo cual me costo varios segundos. Al final estábamos las tres acostadas boca arriba, yo en medio de las dos.

—Alicia —dije.

—¿Sí?

—¿Podrías quitar tu mano de mi espalda?

—Lo siento —dijo Alejandra—, tu espalda es muy bonita.

—¡Ale! —regañó Alicia a su hermana.

De mala gana, Alejandra quitó su mano de mi espalda y termino por ponerla en mi cabeza.

—¿Alejandra? —dije.

—¿Sí? —preguntó.

—¿Podrías poner tu mano en alguna parte de tu cuerpo?

Suspiró con decepción.

—Claro .—Quitó su mano de mi cabeza y puso su brazo encima de mis ojos para poder tocar a Alicia.

Decidí dejar de perder el tiempo, así que no le dije nada más.

—Emily —me llamó Alejandra.

—¿Sí?

—Eres bonita, pero me molesta que tus pestañas toquen mi brazo.

—¡Ale! —regaño de nuevo su hermana.

—Solo bromeaba, en realidad no me molesta que ella me toque.

Quitó su brazo de encima de mi cara y agarró mi mano derecha.

—¿Así esta bien? —preguntó.

—Sí...

Hubo de nuevo un silencio abrumador en el ambiente, y ahora era mas incomodo ya que me encontraba apretada entre ambas hermanas. Y sin más que hacer, decidí finalmente terminar rendida ante el cansancio que llevaba en mí por  toda la caminata anterior, y por fin, después de mucho tiempo, pude dormir.

Infectado: Cuidado Con El ZombiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora