El sitio está repleto de gente importante y renombrada, profesionales en la decoración de interiores y principiantes como yo. El bullicio del evento todavía es soportable debido a los grandes ventanales abiertos que permiten que el sonido se disuelva con el exterior. Me acerco a uno de los ventanales con una copa de jugo natural en la mano.
La luz natural ilumina el gran salón de evento. Una brisa suave ondea mi cabello mientras el sol se moldea a mi cuerpo entregando el calor en cada centímetro de mi piel.
Si cruzo el ventanal rectangular me encontraré directamente con la playa, una playa desierta porque es privada del sitio. Esto es increíble, jamás he estado en un lugar así.
Me maravillo con el azul del océano, una mezcla de espirales de tonos claros que se mueven acorde una corriente tranquila. Arena blanca y limpia, su color inmaculado contrastando en armonía con el océano cristalino.
El día está precioso y hasta ahora todo ha salido bien. Estoy en un congreso importante de diseño de interiores. En la empresa donde trabajo la mayoría de los empleados postulan y una cierta cantidad de personas ganan el boleto para asistir y fui elegida (junto a varios más) en un sorteo.
Venir hasta acá ha sido una experiencia de otro mundo, una gran oportunidad para mí. Desearía disfrutarlo a pleno pero tengo varios pensamientos que rasguñan en el fondo de mi mente, últimamente mi cabeza ha sido un lugar muy caótico... ¿Por qué? Porque estoy en problemas y todo se resume a una persona que ha dado un gran giro en mi vida, un hombre: Harry Styles. No pensé que me encontraría en una situación de este estilo con alguien como él, abrumador, intenso, espontaneo y muy de piel. Pero existe una gran brecha de distinción entre los dos, una brecha de clases sociales.
Las últimas semanas no han sido de lo mejor y el venir hasta acá al menos me dio la oportunidad de marcar distancia entre ambos, miles de kilómetros nos separan.
Lanzo un largo suspiro dejando los hombros caer, sintiendo una tensión hundirse en mis músculos.
Regreso al salón de evento, cruzo el ventanal y de nuevo estoy inserta en el buffet. Estamos en un receso y después tenemos una charla. Estoy por revisar mi reloj de muñeca cuando Kendra me intercepta, apareciendo de la nada.
— ¿Dónde has estado Adele?
—Acá afuera, admirando la vista—ondeo los dedos hacia la playa—. ¿Qué pasa?
— ¡Pues nada! Te extrañaba y Jack te está buscando—dice moviendo las cejas de manera sugerente.
Ruedo los ojos mientras Kendra me arrastra con ella. Su mejor habilidad es presentarte hombres que no me interesan, hasta ahora no he escogido ninguna de sus elecciones porque estoy enredada con Harry por voluntad propia.
Jack está en una esquina, sujetando una bandeja con aperitivos y en la otra una copa. Nos sonríe cuando nos situamos frente a él.
— ¡Hola chicas! ¿Quieren un bocadillo? —Inquiere, colocando la bandeja casi bajo nuestras narices. Suelto una risita nerviosa, de inesperada incomodidad, y cojo uno agradeciendo.
Kendra está con nosotros por dos segundos antes de desaparecer. La fulmino con la mirada pero ella no lo nota.
Jack, rápidamente, reclama mi atención hablando sobre el congreso y, como no sé cómo escaparme, le sigo la conversación. Él es inteligente, de eso no tengo duda, pero osado y demasiado confianzudo y eso es un repelente cuando no es correspondido. Cuando empieza a hablar de lo bonito que es el sitio se acerca más a mí, pasando un brazo alrededor de mi hombro con seguridad. Ruedo los ojos maldiciendo interiormente.
