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El resto de la semana, posterior al viaje a San Marcos, transcurrió con excesiva lentitud, lo que una parte de mi corazón agradecía de alguna forma, la otra parte maldecía indudablemente; ya que de alguna extraña forma, que no llegue a comprender del todo, la relación con Louis cambio radicalmente, de una forma tan drástica que aun me asombra.

En una abrir y cerrar de ojos nos habíamos convertimos en los mejores amigos; quizá él me viera de otra forma muy distinta a la que yo esperaba, pero como todo ya no me importo, estaba dispuesto a aceptar las cosas como vinieran, y ya no renegaría por nada. Y de esta forma mi propósito de alejarme de él quedo en el pasado olvidado, lo que no llegue a lamentar de momento y de ninguna forma.

Louis me recogía por las mañanas para ir juntos a la escuela y de regreso me traía de vuelta. Pasaba gran parte de la tarde en mi casa ayudándome a estudiar, lo que realmente le agradecía de corazón. Los avances eran pocos, pero por los menos me defendería en el  examen y lo que implicaba que ya existí  la mínima posibilidad de aprobar con un raquítico seis. 

La fecha del fin de cursos se acerco inexorablemente  y con ella las  dos semanas de exámenes finales que se nos programaban cada fin de curso, semanas que muchos odiábamos irrevocablemente. En el instituto no hubo mucho revuelo, todo lo contrario los niveles de asistencia de alumnos disminuyo, muchos, solamente, hacíamos acto de presencia para entregar tareas, trabajos finales y en ocasiones recoger calificaciones que muchas veces no era las mejores. 

Y yo a cada día  que transcurría, era un manojo de nervios hasta que por fin el día del examen con el Ingeniero George, llegó.

El examen fue programado a primera hora, así que hice un esfuerzo sobrehumano para llegar temprano. Después de todo una odisea llegue antes de lo acostumbrado; aun nadie había llegado así que me senté en la antepenúltima fila, lo ultimo que deseaba era sentirme intimidado por el ingeniero; lo que más necesita, para realizar un examen “impecable”, era  la más absoluta concentración posible.

Al paso de los minutos el salón se fue llenando poco a poco, por mis escandalosos compañeros de clase, miré a mis costados y el aula  ya se encontró casi llena, salvo unas cuantas butacas vacías, ya que eran muy pocos los que aprobaban la materia.

Faltando unos cuantos minutos para la hora del examen cuando el profesor entro con su rostro de hastío, malhumorado. Coloco su portafolio en el escritorio, paso lista con su voz monótona y cansada, dio indicaciones y repartió los exámenes, mirándome inquisitivamente, tratando de intimidarme de una forma siniestra. Pero antes de que lo lograra aparte la mirada, y me concentre en mi examen.

A los pocos minutos tocaron la puerta y todos, al compás, levantamos la vista.

La puerta se abrió unos cuantos centímetros y en el quicio aparecido un bello rostro.

-Disculpe Ingeniero- dijo un joven que parecía exaltado.

-Si ¿Qué se le ofrece?- pregunto dubitativo.

-¿Puedo pasar? Voy a presentar examen-respondió el alumno para sorpresa de todos.

-¡Louis!- dijo el profesor una tanto sorprendido-, sino mal recuerdo el examen con tu grupo estaba programado….- murmuro tomando una par de hojas del escritorio- para el próximo jueves.- confirmo el con el rostro contrariado.

-Si así es. Pero pedí un cambio de fechas, debido a un compromiso que tengo que cumplir- argumento Louis para mi asombro- Traigo una orden firmada por el coordinador del área si gusta verla- dijo mi apuesto amigo extendiendo una hoja al profesor.

-No, no es necesario.- pase, y tome asiento indico, entregándole una examen que tomo del escritorio.

-Gracias- agradeció el joven mirándome desde en frente y al instante comprendí el plan que traía entre manos y realmente me sorprendió. Miró por unos segundos el juego de hojas y encamino sus pasos a mi lugar. Baje la vista para no levantar la más mínima sospecha en el profesor.

Se sentó a un lado mío, en una butaca que estaba desocupada. Busco sus plumas y lápices en el fondo de su mochila, al encontrarlas, la arrojo  bajo la butaca, volvió a verme con esa hermosa sonrisa que no podía borrar de mi memoria…

-¡Que comience el examen!- apremio el profesor desde en frente mirándonos receloso.

-Suerte…- me deseo, Louis, a media voz, a sabiendas que, indudablemente, la iba a necesitar.

Bueno, espero que les haya parecido genial yeiiiiii!, no olviden valorar y comentar si les gusto, muchasssss graciaaaaaaaaaaas:).

El Otro Rostro de la Vida ➳ l.sOnde histórias criam vida. Descubra agora