Sucio

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Entre la tensión de la última batalla, reduciendo a solo heridas y ninguna baja adicional, Levi pensaba que, a pesar de todo, se estaba ganando.

Con su metódica costumbre, restregó el jabón por todo el cuerpo, insistiendo entre sus manos, específicamente en la parte en que su mente aún podía visualizar esa asquerosa viscosidad que salió del último titán que derrotó.

De eso hace cuatro días, y no se percataba que era la cuarta ducha naval que hacía en menos de quince horas, su trastorno por la limpieza, no admitido oficialmente, nunca había llegado a ese punto.

Abrió la llave para que el agua quitara los restos de jabón de su cuerpo, no duró más de un minuto, para luego proceder a salir envuelto en una toalla.

Para otros, tiempo demasiado corto para hacer cualquier actividad, pero al parecer más que suficiente para que la figura de Hanji esté en su silla, haciendo unas anotaciones, concentrando toda la atención en lo que sea que esté escribiendo e ignorándolo en el proceso.

Levi casi sentía que el párpado derecho quería temblar. ¿Qué estaba haciendo? ¿Quería hablar con él? ¿Por qué entonces hacía como si no estuviera presente? ¿Qué no existía una biblioteca para que se ponga a escribir? Tentado a gruñirle, Levi se tragó todas sus preguntas sin respuestas. Iba a vestirse y luego pedirle – exigirle – a Hanji que, cualquier novedad que quiera decirle, se la haga conocer mañana. No ahora. No tiene cabeza para ello.

Hanji seguía en su proceso de anotar detalles, concentrándose en borrar, volver a anotar, en su mente diciéndose que solo tiene menos de tres minutos, sin percatarse que ha transcurrido el triple de ese tiempo. Dejó de escribir cuando finalmente sintió una fuerte mirada en su persona.

–¡Ah!– fue su primera exclamación antes de volver apresuradamente a garabatear.

–¿Necesitas algo? – Levi preguntó casi en un murmullo. En el preciso instante en que terminó su pregunta, se vio reflejado en las gafas que Hanji portaba, sintiendo una extraña sensación instalándose en la boca de su estómago.

En su experiencia amplia, aquello le susurraba que no iba a librarse fácilmente de lo que sea que Hanji tenga en mente. Y honestamente no sabía si huir o enfrentar a lo inevitable.

Yo debería preguntarlo – respondió Hanji, dejando a un lado sus anotaciones, mientras se levantaba y, con una facilidad asombrosa, colocaba al llamado soldado más fuerte de la humanidad en la silla que él había planeado reclamar hace aproximadamente diez minutos atrás.

Levi volvió su mirada hacia arriba, la sensación en la boca de su estómago se extendió lentamente hacia su garganta, impidiendo decir algo más. Hanji se inclinó hacia él, quizá inconscientemente (o tal vez no tanto) para no hacer sentir a Levi tan pequeño como era.

He estado analizando tus rutinas, asombrosamente has logrado superar la barrera de la seriedad de la situación a exigencias sin fundamentos el acercamiento provocó que el cuerpo de Levi se tensara, haciendo que hablara casi sin pensar.

Cuatro ojos, resume tus palabras, que empiezas a aburrirme.

Hanji no se molestó por la brusquedad, luego de tantos años, ya conocía más que bien su forma de tratar y a leer entre líneas lo que Levi quiere decir.

Estás tenso, más allá de tus límites.

En otras circunstancias Levi se hubiera burlado, no dándose cuenta de la verdad en las palabras de Hanji, o negándose a aceptarlas. Los músculos se comprimieron más aún, mientras su mente, generalmente ágil, trabajaba a mil por hora para saber cómo refutarle.

SucioWhere stories live. Discover now