Capítulo 4. So excited.

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Hope cantó junto al despertador.

Dios, estaba tan emocionada... todavía no se lo creía.

Salió de un salto de la cama. Se sentía extremadamente vigorosa.

Puso música a un volumen acorde a la hora y se sentó frente al armario. ¿Qué se ponía? debía ser algo hermoso, que la hiciera parecer mucho mas... bueno, delgada. Parte de ella se bufó ante la idea. Que idiota. trató de expulsar el pensamiento y concentrarse en la tarea.

Eligió unos jeans no del todo ajustados, ya sabes, para que no se marquen las "lorzas", una camiseta de tirantes holgada en color negro, que según los blogs la harían parecer más delgada, una chaqueta del mismo color y unas deportivas blancas.

No sabía como se sentía al respecto, era extraño. Le gustaría no tener que seguir esos consejos. Le gustaría solo preocuparse de que lo que se pusiera le gustara pero, le daba miedo lo que pudieran decir. ¿Qué dirían de la gorda si llevaba una camisa ajustada? Hope ya se había desquitado de la posibilidad de ir como el resto de chicas. prefería pasar desapercibida, prefería que no la hirieran.

Caminó con sigilo en la habitación de sus padres y agarró con sumo cuidado la bolsa de maquillaje de su madre. Ella se dio cuenta pero solo sonrió y se hizo la dormida. Le hacía sumamente feliz la repentina y extraordinaria felicidad de su hija, pero no podía evitar sentir miedo, ¿Qué tal si le rompían el corazón? ¿Quién la consolaría si ella estaba fuera? Se dio cuenta de que nunca se había tratado esos temas con su hija, se apenó.

Hope completamente ajena a los pensamientos de su madre trataba de poner en práctica lo aprendido viendo tutoriales de maquillaje. Utilizó corrector para cubrir sus apenas visibles ojeras, bronceador para hacer su cara más delgada, máscara de pestañas para resaltar sus ojos verdes, cortesía de mamá, y un bálsamo labial con un toque de color rojizo. Se sentía rara aplicándose maquillaje a sí misma, normalmente maquillaba a su madre o a alguna amiga. Nunca antes le había dado por hacerlo. Estaba claro que lo que ella buscaba hoy era llamar la atención de su ya no tan platónico. Se emocionó ante la idea.

Con la mochila colgada de un hombro se dirigió a la cocina. Eligió para desayunar dos donuts de chocolate, un batido del mismo sabor y unas cuantas galletas de crema. En la cocina siempre había comida de su agrado y por las mañanas siempre tenía mucha hambre.

Al instante de haber desayunado, al pasar delante del espejo, se sintió mal. Como cada mañana. Observó su decepcionado reflejo por algunos segundos más y se marchó como no dando lugar a que su yo destructivo le amargara la mañana, afirmando que, el setenta por ciento de su cuerpo no era agua, si no grasa.

Caminó al instituto con los auriculares puestos sintiéndose la protagonista de un videoclip.

Al llegar tuvo que esperar unos minutos a que tocara el timbre. Verdaderamente no pensó en ver a Abel puesto que él siempre llegaba tarde, por eso se sorprendió al verle saludarla desde lejos. ¿Qué podía hacer Hope mas que derretirse allí mismo? dedicó una sonrisa algo tarde a la par que levantaba la mano para hacer un ademán.

El timbre sonó y ella dejó de mirarlo.

Entró a clase y se sentó en tercera fila. No podía dejar de dibujar su nombre en el cuaderno mientras miraba con recelo a su al rededor. ¿Cómo quitárselo de la mente siendo tan sumamente perfecto? ¿Cómo prestar atención a la profesora? De ninguna manera. No podía. Así trascurrieron las tres primeras horas. Banales a la espera de volver a verlo.

Tenía ganas de pasar el recreo junto a él, incluso había recreado la perfecta media hora, pero, sabía con certeza que jamás pasaría. Pertenecían a grupos completamente distintos.

Mantuvo los ojos muy abiertos mientras iba camino a la cafetería. No lo encontró así que simplemente se puso frente al mostrador a la espera de su turno.

-¡Joder con la gorda esta! Se ocupa media barra ella sola. -le gritó sin disimulo un chico a otro.

Entonces vio a Abel y de alguna forma se sintió algo más segura.

-No... No tienes ningún derecho a hablar así de mí ¿Sabes?

-Ah, ¿Y las ballenas si tiene derecho a ir al instituto?

-No, pues yo solo digo que si los perros como tu pueden, ¿Por qué no? -Hope realmente no supo como fue capaz de decir aquello, pero se sentía bien, segura. Capaz de defenderse.

El chico pareció distraerse con Paula, la chica de la lista, ¿Recuerdan? al parecer él no le dio la misma importancia a la pequeña batalla.
Hope al fin pudo pedir su comida. Un bocadillo de pechuga y un refresco de cola.

Salió de la cafetería esperando a su amiga, Alba. De paso esperaría a que saliera Abel para saludarle, ¿Por qué no?

Efectivamente Abel no tardó en salir. Ella le sonrió.

-¡Hola!

-¡Hola Hope! ¿Cómo estás hoy? -Él le parecía tan dulce... aunque no sabía si preguntaba por cortesía o porque verdaderamente le importaba.

-Mejor -Dijo ella acordándose de la escena dramática de ayer en el parque San Telmo- ¿Tú?

-Bien, me alegra. -Abel no paraba de mirar hacia la puerta, como buscando algo. De pronto la miró- Oye... ¿Qué tal si me das tu número y seguimos charlando después?

No esperó respuesta y cogió el teléfono que Hope mantenía entre sus dedos.

Se agregó.

"Abel 😝🤙"

Cuando por fin estaba a punto de articular palabra llegaron los amigos de Abel.

—¿La conoces? —dijo uno de ellos frunciendo el ceño y levantando levemente parte de su labio superior con desconcierto.

—A penas. —Los cinco se fueron pero, Abel, a medio camino, se giró y le giñó un ojo.

Hope voló. 

La Gorda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora