29 - El Campo del Éter

81 7 4
                                    


—Oye, puedo frenar un momento y dejarte— dijo Greg Hund con una calma nada ajustada a la situación, sacando a Kaede del trance en el que le mantenía el miedo ocasionado por la velocidad a la que ambos se movían en el coche, sumado al sonido de las patrullas que se escuchaban desde todas direcciones—, puedes decirle a la policía que te tomé como rehén y que lograste escapar.

La chica intentó recobrar el aliento y, de forma inútil, que su corazón desacelerase el galope tan feroz que de otra forma habría sido considerado taquicardia. Con un ajuste de cambios, Greg comenzó a disminuir la velocidad a la par que arrimaba el coche hacia la derecha de la calle, pero Kaede le detuvo antes de lograr detenerse.

—No, te he dicho que voy contigo.

— ¿Sabes todas las implicaciones que tendrá esto para tu vida?

—Mi vida es Magi. O ella, o nada.

Greg divagó en sus pensamientos mientras volvía a ajustar los cambios para acelerar la velocidad. Ese tipo de palabras se las podría esperar de sí mismo, pero no de otro ser humano, por lo que, la situación de la muchacha le resultaba indignante. Tenía un vago recuerdo de la misma siendo una bebe, jugando con su hija, por lo que, aún en la situación inverosímil, no tenía de otra más que creerle. No estaba armada, y no tenía como defenderse, por lo que si estuviese planeando traicionarles luego, le resultaría imposible.

— ¿Le amas?

—Con todo mi ser.

— ¿Y ella te ama?

Kaede tragó saliva ante esa pregunta y dijo entre tartamudeos:

—Bueno, nos hemos criado juntas y... y...

—Entiendo, no sabes si ella te ama como tú a ella.

Kaede volteó la vista hacia su ventana, contemplado las fachadas pasar a gran velocidad. El tráfico, por extraño que pareciese, se mostraba ligero, haciendo que la cantidad de esquives que Greg tenía que ejecutar fuese relativamente bajo.

—No importa si ella me ama como yo a ella, y tampoco me importa si es un robot. Solo sé que la amo, y que quiero estar con ella, así ello implique...—Se cortó en esa parte y no logró sacar palabras. Casi de forma involuntaria se llevó una mano a la cruz que colgaba de su cuello, gesto que Greg notó a través del rabillo del ojo.

—¿Morir algún día y arder en el infierno?—inquirió con cierta ironía antes de emitir una carcajada, a lo que Kaede solo emitió un gruñido.—Entonces, en el fondo si eres...—Se detuvo en el acto luego de doblar en el acceso para acceder a la autopista—, ¿Dónde están los polis?

— ¿Eh?

—No nos siguen, se escuchan sirenas por todos lados, pero no nos siguen...—su mirada variaba entre el retrovisor, el parabrisas y las ventanas laterales.

— ¿Eso es bueno o malo?

—Si la razón por la que nos buscan es por esos compañeros tuyos, deberíamos tenerlos a nuestras espaldas, además... No me explico este tráfico tan ligero...

—Tal vez, corremos con demasiada suerte.

Por unos instantes Greg desvió la mirada al vacío buscando respuestas. Tras unos cuantos suspiros, viró el auto hacia uno de los carriles laterales y, menos de un minuto después, abandonaban la autopista por una de las salidas.

— ¿Por qué nos desviamos?

—Por qué no nos persigue la policía... nos persigue la OMCIA...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 10, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Las Máquinas van al Cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora