Capítulo 3

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Encontraron a Boromir a unos cientos de yardas, tirado en el suelo en medio de los cadáveres de orcos y Uruk Hai. Se estaba muriendo.

Aragorn se arrodilló al lado del hombre de Gondor, entristecido al ver las flechas enemigas en el cuerpo de Boromir. La sangre brotaba de su boca y sus heridas y respiraba con cortos jadeos, con la mirada desenfocada por el dolor.

"Oh, Boromir..." –el montaraz sujetó una de las manos del otro hombre, a sabiendas de que a Boromir no le quedaba mucho tiempo.

"Se llevaron... a M... Merry... y... y Pippin –dijo Boromir-. No pude... d... detenerlos... lo siento..."

"Silencio, Boromir. No necesitas disculparte. Hiciste lo que pudiste" –le dijo Aragorn, con los ojos húmedos. Al igual que Legolas y Gimli, se alarmó al saber que los Uruk Hai habían capturado a los dos pequeños hobbits. ¿Pero y Frodo y Sam?

Boromir miró a Legolas.

"¿Sigo siendo... parte... de la comunidad?"

El elfo también se arrodilló e hizo a un lado el horror que había sentido en las crueles manos de los hombres hacía muchos años para sentir compasión por ese humano en particular, que había luchado valientemente para salvar a los dos pequeños hobbits. Apoyando la mano en la frente del hombre moribundo, susurró:

"Aún lo eres, Boromir."

Entonces Boromir miró al enano.

"Tendrás que encontrar... un nuevo compañero... para pelearte con él... Gimli."

Gimli no contestó. No podía con el nudo que sentía en la garganta.

Mirando otra vez a Aragorn, Boromir dijo sus últimas palabras.

"Tendrás éxito... mi rey..."

Y luego se fue.

Los tres observaron en silencio cómo la barca que llevaba el cuerpo de Boromir desaparecía de la vista al caer por la cascada del Río Anduin

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Los tres observaron en silencio cómo la barca que llevaba el cuerpo de Boromir desaparecía de la vista al caer por la cascada del Río Anduin.

Legolas acababa de terminar de cantar un lamento por el hombre de Gondor. Su corazón sangraba al saber que ésta era la segunda vez que cantaba ese tipo de canción por un miembro de la comunidad. Primero Gandalf, y ahora Boromir.

Habían llevado el cuerpo de Boromir entre ellos desde el campo de batalla hasta la orilla del río. Aragorn había llorado en silencio, completamente devastado por la muerte del noble hombre. Gimli no había dicho ni una palabra, todavía tan afectado que no se atrevía a hablar.

Y Legolas, bueno, se sentía como si lo hubiera golpeado un muro de ladrillos. Todo se caía a pedazos a su alrededor. Los tres de ellos se lamentaban, mientras que los hobbits estaban desaparecidos. Obviamente, la comunidad se estaba rompiendo.

Nada más llegar a la orilla del río, se dieron cuenta de que faltaba uno de los botes. También había huellas de hobbits que iban en dirección al agua. Frodo y Sam se las habían arreglado de alguna manera para escapar del enemigo y cruzar a la orilla este.

Alma TorturadaWhere stories live. Discover now