I

115 7 1
                                    



El camino a casa fue más agobiante que otras veces.
Si YoonGi me hubiese dado la oportunidad de explicarle las razones de mi tardanza quizá esto no estuviera pasando; suspiré pesadamente, ordenando las ideas que pasaban por mi mente.

— Por enésima vez, tenía una reunión muy importante, soy el jefe, no puedo faltar —intenté disculparme. Él, sin embargo, se limitó a observarme de reojo desde el asiento del copiloto situado a mi derecha; las venas de mis manos comenzaron a sobresaltarse a consecuencia de la gran fuerza con la que empezaba a agarrar el timón—. Lo siento...

— Ya cállate, mierda —interrumpió mi acompañante. Me limité a asentir y agachar la mirada.

A veces simplemente no entendía absolutamente nada. ¿Por qué estoy con él?, las últimas semanas habían sido una completa tortura.
No sabía cuál era la razón, de un día al otro, YoonGi ya no era el chico que conocí.

Lo amaba, lo amaba con todo mi ser, si no fuera por eso quizá lo dejaba en la primera pelea y me iba con otro, pero era consciente de que él era más que mi amigo de la infancia y que su actitud podría ser a consecuencia de malos estragos del trabajo.

— Para el auto, me bajaré acá —farfulló inexpresivo. Lo observé unos segundos con recelo y seguí conduciendo haciendo caso omiso a sus palabras—. Carajo, ¿eres sordo? Te he dicho que pares el auto.

Mi mirada empezó a nublarse y un escozor se apoderó de mis ojos, enganché mis dientes a mi labio inferior cuando noté lo que era: pequeñas lágrimas amenazaban salir en cualquier momento.

Oh no. Mil veces no.

Jeon Jungkook no lloraba.

Podía reconocer que hace unos años las personas hacían mofa de mí por mi sensibilidad ante este tipo de situaciones, fue por eso por lo que decidí cambiar. Al cumplir la mayoría de edad me dediqué a entrenar diariamente, cambiar mi círculo social, crearme una nueva reputación y dejar en el pasado al niño miedoso con cabello de coco.

El único que estuvo a mi lado brindándome su apoyo fue YoonGi, un callado chico de tez pálida y contextura delgada, cuya personalidad huraña siempre le había causado problemas para relacionarse con los demás. Por ello, no era de sorprender que ambos termináramos juntos en una relación que ya llevaba más de cuatro años.

He ahí la razón por la que me resignaba a dejarlo ir.

— ¿Por... por qué quieres bajar? —pregunté entre balbuceos mientras disminuía la velocidad e iba pegando el carro a la vereda, YoonGi chasqueó su lengua al escucharme, abrió la puerta del copiloto y salió del vehículo cuando este se detuvo en su totalidad, obviando por completo mi pregunta.

Acomodó la capucha de su chaqueta de cuero y volteó para observarme fijamente sin soltar palabra, tragué saliva.
La profunda felina mirada de YoonGi podía poner los vellos en punta a cualquiera, yo no era la excepción. Estuvimos minutos haciendo contacto visual hasta que el sonido del claxon de un carro que pasó por nuestro lado nos regresó a la realidad.

— Esto no da para más, Jeon, terminamos.

¿Qué?
El mundo se detuvo en cuestión de segundos, todo al rededor empezó a desmoronarse y, aquellas lágrimas que había retenido comenzaron a descender por mis mejillas sin control alguno.

Pegué mi cabeza al respaldar del asiento, aumentando el volumen de mis sollozos cada vez que recordaba las frías palabras que mi ex - pareja había expresado hace unos minutos.

Hyung, ¿por qué los demás siempre ríen de mí? pregunté mientras abrazaba a YoonGi y escondía mi rostro en su cuello, intentando en vano calmar mis lágrimas—. Yo... yo solo quiero ser parte de su grupo...

JungKook-ah, mírame sentí como su pulgar ejercía presión en mi mentón, obligándome a levantar mi mirada y observarlo directamente en sus felinos ojos. Sequé mis lágrimas con la manga de mi suéter me tienes a mí. Y mientras hyung esté a tu lado no necesitarás de alguien más.

Estúpido. Me llenó de promesas falsas que solo me llenaron de ilusión por tantos años para después dejarme de la noche a la mañana, fríamente, sin explicaciones, justo como él siempre había sido.

Conduje hasta mi edificio con las lágrimas aún saliendo de mis ojos, no me importaba mostrar un rostro agradable frente a mis vecinos, ¿qué sentido tenía?, fueron ellos los primeros en decirme que últimamente mi hyung estaba muy raro a como era antes y yo lo defendí, más de una vez, al punto de llegar a golpearlos por ignorantes, sin pensar que el ignorante era yo.

Subí por las escaleras con la cabeza baja, mi piso era el quinto, pero lo que más quería en estos momentos era despejar mi mente caminando de más. Llegué a mi departamento, saqué mi llave e ingresé sin ánimos. Ahora lucía más vacío que antes, los colores grises de las paredes junto a los muebles negros que escogimos alguna vez le daban un toque deprimente al lugar: todo, absolutamente todo, gritaba a él, a pesar de no vivir conmigo.

Me desplomé, lanzando mi maletín y me rompí, empecé a llorar como un niño. Lo amaba tanto que me dolía, era mi primer amor, el único...

— ¿JungKook?, ¿bebé? ¿Qué te pasó? —unos pasos se acercaron con rapidez al escucharme llorar, en segundos, los brazos de mi hyung me rodearon con cariño. Yo solo atiné a aumentar mis sollozos.

— Hyung... YoonGi me ha dejado.

Jimin hyung, mi hermano mayor se limitó a abrazarme más fuerte y a sobar mi espalda esperando a que logre calmarme.

— ¿Te dijo por qué? —moví mi cabeza en negación.

— Solo me dijo que ya no daba para más —sorbí por mi nariz—, no lo entiendo hyung, ayer todo estaba bien entre los dos.

Mentira.

— Bebé, yo siempre lo supe, tú eras demasiado para él —me consoló.

Y era cierto, a Jimin nunca le agradó YoonGi, a pesar de que ambos eran mejores amigos de niños, cuando crecimos ambos se distanciaron y dejaron de llevarse bien, más cuando empezamos a salir oficialmente.

Pasaron las horas, ya me encontraba más tranquilo después de que mi hermano me preparara una sopa de algas para levantar mi ánimo. Me encontraba tirando todas las cosas que YoonGi me había regalado bajo sus falsos "te amo", la pena había abandonado mi cuerpo y había sido reemplazada con el odio.

Hasta que encontré una caja guinda de tamaño regular al fondo de mi armario, sabía a la perfección lo que era: aquí guardaba todos los números de los chicos que intentaban algo conmigo, pero como estaba en una relación, simplemente guardaba los pequeños pedazos de papel en esta caja, sin pensar que en algún momento la abriría.

Y bueno, esta cosa estaba jodidamente llena, al parecer sí hay hombres que matarían por tenerme.

Miré a mis costados comprobando que mi hermano no estuviese cerca y metí mi mano dentro de la caja para sacar un número al azar; quizá esto podría despejar mi mente por un momento. Lo primero que salió fue un pequeño cartón negro con unos números dorados, se veía bastante elegante. Ya saben, si quieren olvidar a alguien que les hizo daño, no hay nada mejor que un ricachón.

Marqué el número con temor y una dulce voz femenina me atendió, ¿lo había marcado bien?, jamás dejo que las mujeres me coqueteen, no son mi estilo.

— Buenas noches, ¿de cuántos años de entrenamiento desea a su acompañante?

— Ehm, no sé, ¿cinco? —la verdad, no sabía a qué me estaba metiendo, pero el que la chica no quería algo conmigo me daba confianza.

— Entendido. Su acompañante lo estará esperando en el edificio Gangnam-gu 06040 dentro de dos horas —anoté la dirección en una de las cartas que YoonGi me había escrito—, al presentarse, solo brinde su número telefónico, gracias.

Eso fue lo último que me dijo antes de colgarme. Qué extraño.

Observé la dirección con recelo, ¿por qué se me hacía tan conocida? Saqué mi celular para revisar en el mapa el lugar a donde supuestamente debía ir y lo que vi me hizo abrir los ojos de más.

La dirección me llevaba a la antigua sede de la reconocida empresa de entretenimiento Big Hit.

Bad Romance  || JJK×KTHWhere stories live. Discover now