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— Felicidades campeón— Se escuchaba a los padres celebrar los compromisos.

Xayah solo contemplaba a los demás desde lejos, incluso Jurelv había desaparecido por un instante.
Se quitó la máscara que usaba dejandola sobre su cabeza como un bonito adorno.

Aburrida de ver tanta escena emotiva se propuso buscar a Jurelv, lo encontró no muy lejos del campamento y bastante defensivo.

— Hey, cuernitos— Pero este ni se inmutó— Oye... te estoy...

— Una mu-takl— Xayah ladeó la cabeza confundida— ¿Qué hacía ella aquí?

— ¿Quién?— Le dio curiosidad, pero a pesar de querer perseguirla el vataya se lo impidió.

Ambos regresaron a sus tiendas hasta que el nuevo amanecer cayó.

Xayah a penas vio el primer rayo de sol asomarse saltó de su cama para volver al lugar.
Pero en eso se encontró con Akunir y Jurelv en el mismo sitio.

Entonces... ¿Ahri estuvo aquí? Déjala, no creo que nos cause problemas, después de todo los zorros son escurridizos— Escuchó la plática.

— Pero que pasa si le dije algo... ella toma los recuerdos— Akunir le hizo callar.

Xayah observó a su alrededor y una pequeña luz le llamó la atención. Brillaba como el oro y se escapaba con el viento, por lo que perseguirlo fue un reto.
Cuando lo atrapó no pudo evitar no contenerse.

— ¡Rakan estuvo aqui!— Una sonrisa se le escapó de los labios— Él estuvo aquí... pero... ¿Dónde está?

— Rakan... ¿y Ahri?— Akunir entró a preocuparse.

Con dificultad, el cónsul volvió al pueblo llamando a todos los guardias y cazadores del clan, advirtiendo presencias extrañas que comprometían la seguridad de ellos.

— Xayah, calmate, Rakan estaba con una chica, con otra vastaya... en plena luna— Jurelv la miró enojado.

— Lo buscaré, Rakan no es ese tipo de chicos que...

— Ni siquiera lo conoces— Bufó— Tú no haz oído de aquella kumiho, es capaz de seducir a cualquiera.

— Dile a Coll, que iré a por él— Xayah salió corriendo.

Las trampas de Jurelv se activaron, evitando que saliera del campamento. Xayah le devolvió la mirada enternecida, y con un desconocido dolor, el vastaya de grandes cuernos la dejó marchar.

La rebelde se introdujo en el bosque como si lo conociera de mucho tiempo, se guió por la misma energía que irradiaba el lugar. Brincaba por los árboles y quitaba algo de frutas antes de seguir avanzando.

Sus plumas se erizaban de la emoción de pensar que podía encontrar a quien culpaba de sus desvelos.

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— ¡Dame tu mejor vino!— Llegó Rakan a un pueblo que encontró cerca.

— Pero muchacho, ¿te hicieron dormir fuera de casa?— Los de la taberna comenzaron a reír ante el despeinado joven.

— Solo sé que desperté en un pésimo lugar, arruinó mi capa— Haciendo el gesto de salud puso una moneda de oro y bebió todo en un instante.

Un grupo femenino parecía bastante entusiasta con la presencia del joven.

— ¿Y en donde estoy?— Preguntó al tabernero— En una frontera de Jonia... o en...

— Aquí solo llegan cazadores a causa del tráfico ilegal de armas, llegan tesoros y ese tipo de cosas— Rakan ladeó la cabeza.

Hey, Xayah!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora