Capítulo dos: sueños

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Jean.

La primera vez que tuvo ese sueño, fue antes de que comenzara la primavera.

Se sintió tan real.

En el sueño, se veía a si mismo llevando un uniforme propio de un soldado. Estaba más delgado que en la realidad pero... parecía mucho más fuerte y decidido.

También un poco más imbécil.

Estaba en una especie de cabaña, desvistiendose para ir a la cama. Habían varios chicos en la habitación, pero él que más le llamó la atención desde donde se encontraba en la sala, estaba sentado al lado del Jean del sueño, con una tímida sonrisa en los labios.

Tenía una constitución parecida a la suya. El pelo, de color negro, lo tenía corto, sin que el flequillo le llegara a los ojos. Su rostro estaba cubierto con pecas, abundantes sobretodo alrededor de sus ojos marrones. Eran como estrellas desordenadas.

- Deberías dejar de pelearte tanto con Eren.

- No es mi culpa que sea un idiota que solo desea morir. ¡Además siempre está con Mikasa! ¡No se merece que una chica tan guapa le haga caso! Bastardo suicida.

Jean no entendía nada. Observaba la escena desde fuera, como si fuera un simple fantasma. ¿Quién era ese chico? ¿Y Eren? Tampoco conocía a ninguna Mikasa.

El chico con pecas suspiró y se puso en la litera de arriba. El resto de personas se habían ido ya a dormir. Jean quería despertar del sueño pero a la vez estaba tan intrigado que no deseaba su fin.

- Marco, ¿crees que podremos entrar en la Policia Militar?

Así que se llamaba Marco. El Jean del sueño había subido a la litera, acostandose al lado del chico pecoso.

- Yo no lo sé -contestó este con una sonrisa triste, mirando al suelo- pero estoy seguro de que tú sí, eres uno de los mejores, Jean.

El Jean del sueño no dijo nada, simplemente le desordenó el pelo a Marco y volvió a su cama, que estaba abajo.

Jean pensó que fue un maleducado, pero entonces vió como a Marco le brillaban los ojos y entendió que fue un gesto de ánimo.

En ese momento, despertó.

El sueño volvió a repetirse varias veces, pero siempre con unos días de diferencia. La situación e historia cambiaban, pero en casi todos salían él y ese tal Marco.

Pero todo cambió cuando se estaba aproximando el verano. Cada vez que dormía, volvían a invadirle esas escenas que no entendía. Cuando vislumbraba a Marco, algo en su pecho se removía, intentando salir.

Se sentía enfermo porque... ¿se podía alguien enamorar de una persona que solo había visto en sueños?

Buscó en miles de páginas por Internet y todas afirmaban que las personas que salen en nuestros sueños son personas que hemos conocido o visto alguna vez. Pero él no recordaba haber visto a un chico como Marco.

En otra página (poco fiable) encontró una respuesta que le encajaba más. A veces podemos llegar a soñar con nuestras vidas pasadas. ¿Tal vez fuera eso? Tenía sentido, él no podría haberse inventado esos uniformes o esos tales 'titanes' que parecían invadir ese mundo que vivía por las noches.

Fuera lo que fuera, el 24 de Junio, acabaron. De la peor manera posible.

Jean volvió a introducirse en el sueño, pero esta vez, su 'yo' del sueño estaba solo. Llevaba un pañuelo tapándole la boca y esta limpiando las calles junto otras personas. No entendió nada de la situación hasta que vió que era lo que limpiaban.

Cadáveres.

Cubiertos de una especie de baba, abundaban en cantidad. Jean gritó, aún sabiendo que nadie le escucharía. Era una situación horrible. La gente lloraba o exclamaba palabras de odio a esos 'titanes'.

No entendía como su propio 'yo' estaba ayudando a limpiar eso. ¿Cómo podía ser tan fuerte? Se preguntó si ese tal Eren o esa tal Mikasa estaría entre esos cadáveres y sintió verdadero terror al pensar en la posibilidad de que Marco estuviera allí.

Siguió de cerca a su otro 'yo' hasta que este se paró de golpe. Observó su rostro, traumatizado y miró en su dirección.

Ojalá no lo hubiera hecho.

Estaba delante del cadáver de Marco. Gritó tan fuerte que se despertó del sueño, empapado en su propio sudor.

No pudo volver a dormir.

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Marco estaba cansado. Muy cansado. Habían decidido hacer limpieza general en su nuevo hogar y nunca había realizado tanto esfuerzo en su vida.

Como ahora no estaba su padre y su madre apenas tenía fuerza, le tocó hacer todas las tareas pesadas.

Se tumbó en el sofá, feliz de pensar en la siesta que haría, hasta que su madre apareció delante de él, vestida de manera arreglada.

- Va siendo hora de que conozcamos el pueblo y a nuestros vecinos, ¿no?

- ¿No podemos hacer eso mañana?

Juana, que era la persona más cabezota que Marco había conocido en su vida, le agarró del brazo para intentar levantarle.

- Venga, tenemos que tener vida social. ¿O quieres pasarte todo el verano encerrado en casa?

- No estaría nada mal.

Comenzó a reír al ver la cara disgustada de su madre.

- Esta bien, esta bien, pero solo si me prometes que no caminaremos mucho.


Nunca más volvería a confiar en su madre. Parecía mentira que un pueblo tan pequeño tuviera tantas cosas que ver.

Se pasaron toda la tarde explorando. También saludaron a la gente y su madre se esforzó muchísimo en ser amable con todos (ya que les miraban de manera desagradable, sobretodo las personas mayores).

Marco no se esforzó tanto. Estaba cansado y se sentía incómodo por recibir tantas miradas. No estaba acostumbrado a eso.

La única conversación que tuvo fue con un chico que trabaja en uno de los bares del pueblo. Connie se llamaba. Al parecer era el hijo de la mujer agradable que les ofreció ayuda con la mudanza. Le contó que acababa de volver para pasar el verano, ya que estudiaba fuera.

Connie parecía odiar el pueblo, pero se esforzaba aún más por aparentar que no lo hacía. Marco supuso que era por sus padres. Le contó varias anéctodas divertidas sobre la Universidad. Al parecer a una chica que iba a su carrera siempre le reñían por comer a escondidas o dormirse en clase.

Estuvieron hablando (bueno, más bien Connie hablaba y Marco escuchaba) hasta que su madre le dijo que ya iba siendo hora de volver.

"Bueno, al menos creo que acabo de hacer un amigo en el pueblo" pensó Marco mientras se despedía con una sonrisa.

De camino a casa, su madre le dió un papel del Ayuntamiento. Al parecer, en unos días el pueblo celebraba unas fiestas. Marco se hubiera alegrado si no fuera porque solo conocía a una persona y no pensaba que fueran tan cercanos para salir por la noche juntos.

Aún así, para hacer feliz a su madre, le dijo que seguramente saldría. Ella le sonrió y le dió un beso en la mejilla. Siguieron hablando de cosas poco importantes hasta que Marco se fijó en un chico que caminaba en la otra acera.

Le estaba mirando con sorpresa. Como si fuera un fantasma. Marco pensó por un momento que era el chico de ayer, pero no se parecía en nada físicamente.

El chico siguió mirándole sin apenas moverse. Marco le miró confundido, pero no dejó de caminar junto a su madre. Al final, desvió la mirada, incómodo. ¿Qué demonios le pasaba a aquel chico?

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Jean.

"Le he visto.

Marco existe.

Y vive en mi mismo pueblo."

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⏰ Last updated: Aug 30, 2017 ⏰

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Contando estrellas. [JeanMarco]Where stories live. Discover now