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Ya era como la séptima, octava..., quizás novena puerta que tocaba y tal vez también ésta se la tirarían en la cara sin importar que golpearan su pequeña y frágil nariz. La verdad, debería haber aprendido hace rato que nadie lo querría en su casa, pero su estómago rugía y hacía soniditos a los que estaba un poco acostumbrado ya aunque ahora eran mucho más fuertes que días anteriores.

Un vaso de leche, un pan, jugo, lo que fuese o cualquier cosa ayudaría a que ese pobre gatito no se muriera de hambre. Taehyung sacaba la lengua, pasándola por sus labios secos mientras acariciaba su vientre, tratando de calmarlo un poco.

Tocó de nuevo otra de las puertas, esperando a una señora amargada que de seguro le diría algún insulto señalando lo deforme que es por esas raras orejitas y esa esponjosa cola meneando la punta de un lado a otro. Ya estaba cansado, aburrido y sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas, mas no podía llorar: Tae tenía una teoría, la cual era que, si dejaba que el agua de sus ojos saliera, tendría más sed. ¿Verdad que era muy listo? Él lo pensó solito y se alabó con lindos halagos mentales por como quince minutos hasta ronronear.

Esperó, esperó hasta que al fin abrieron. Lo que Tae no sabía era cómo su mundo daría un giro de ciento ochenta grados a causa de esos ojos castaños que ahora lo miraban con curiosidad y una pizca de pena.


🐾


Estaba aburrido cambiando de canal a canal ya pasando como tres veces por todos los canales de su paquete de cable y seguía sin encontrar algo realmente bueno; maldecía el momento en que había pedido vacaciones en su trabajo. Según Jimin era bueno que se relajara, puesto que tenía apenas veintitrés años y desde sus dieciocho no pedía vacaciones, las merecía.

Sí, las merecía, pero ¿en qué demonios gastaría todo su tiempo? Nada bueno en la televisión y aunque quería al raro de Jimin, verlo unas cuantas horas en la tarde no era compensación a las otras más de diez horas en las que estaba aburrido. Tampoco podía dormir, tenía miedo de alterar su horario de sueño, así que con dormirse a las doce y despertar a las nueve era más que suficiente para su persona.

De repente, para su suerte, escuchó el timbre, quizás a su mejor amigo se le había ocurrido visitarlo un poco antes. Genial, ya que se estaba resignando a ver otra vez el especial de todas las películas de Crepúsculo. Se levantó con pesadez, peinando un poco su cabello por si llegaba a no ser Jimin y, sin pensarlo mucho, abrió la puerta, sorprendido con lo que encontró del otro lado de esta.

A una temprana edad, Jungkook aún vivía con sus padres; recordaba todas sus noches el estar sentado junto a ellos y su hermano mayor, cenando. La típica comida de familia, con esas charlas de "¿qué novedades hay en el trabajo?" y las respuestas comunes de "nada nuevo, ¿a ustedes como les fue en el colegio?" todo eso, esa rutina. Pero lo que más recordaba de dicha edad, era cuando se sentaba en una de las sillas que daba directa vista a la televisión y empezaba el noticiero, informando sobre el caso de moda en ese momento con esas noticias mundiales, esos niños que tenían detalles felinos. Siempre le dio mucha curiosidad dicha noticia la cuál sus padres discutían con sus amigos en cada reunión que tenían, reuniones en las cuales lo excluían por la seriedad y delicadeza el tema -a palabras dichas por su madre-, lo cuál sólo aumentó la curiosidad de su pequeña mentalidad de joven de quince años. De hecho, hasta su reporte final de literatura de aquel grado fue completamente basado en su opinión acerca del tema.

Y ahora, volviendo a la actualidad, tenía a una de esas prostitutas en la puerta de su casa. ¿Qué edad tendría aquel niño? ¿trece o catorce? ¿quince? Más de dieciséis no podía, simplemente no. La "prostituta" -porque de eso no tenía nada-, no era más que un pequeño que lo miraba hacia arriba, delgado y no de más de un metro con cincuenta, de tez blanca y unos preciosos ojos miel grandes pero cansados, del mismo modo unos revueltos mechones claros despeinados, probablemente más de lo permitido en un cabello semi-ondulado como el suyo. Podía observar claramente el miedo en los ojos del pequeño y cómo su labio inferior temblaba, quién sabe si por el frío o la incertidumbre, esperando una respuesta coherente, un movimiento de cabeza, un gruñido, una palabra, lo que fuese por parte de Jungkook.

Neko corporation | 𝚅𝚔𝚘𝚘𝚔Where stories live. Discover now