Capitulo X: Invitación.

596 79 35
                                    

—Ranpo-san... creo que algo le esté pasando a Dazai-san.

Atsushi no era el único que pensaba aquello, decir eso ya estaba de más, en realidad, todos los de la Agencia observaban con clara extrañeza tatuada en sus rostros al castaño suicida, apenas entro por la puerta.

No solo llego temprano a trabajar—algo que era ya demasiado extraño—, sino que también hizo todo el papeleo sin rechistar ni un momento; dejando atrás su rutina diaria de dejar acumularlo en su desordenado escritorio mientras tomaba una siesta en el sillón.

Kunikida solo pudo ver anonadado como todas esas noches de suplicas de que algún día el castaño comprendiera su Ideal, de alguna manera dieron sus frutos.

De todas formas no bajaba su guardia, por si el castaño solo se le ocurriría decir un "Te la creíste, Kunikida-kun" de un momento a otro.

En algo estaban de acuerdo, el aura completa de Dazai era diferente esa mañana.

Todo era brillo y felicidad al lado de este, lo único que faltaba era que los animales del bosque aparecieran por la puerta de la Agencia para acompañar a Dazai en su radiante día, cantando canciones de cuentos de hadas. Muy de fantasía y princesas mágicas pero era la verdad.

Ranpo siguió masticando su galleta.

—No se dé que hablas— Hablo con su boca llena. En su escritorio reposaba un plato lleno de galletas; Yukichi las horneo para el después de haberle insistido por varios días, a estas alturas le seguía debiendo aquella salida fallida a la cafetería. El mayor trataba todo lo posible de compensarle cumpliendo sus caprichos diarios de dulces caseros.

Si no se equivocaba mañana era día de pastel de fresas y chocolates.

—Esto perfectamente es lo que indica que el apocalipsis se acerca. — Dijo de forma seria, encarando al peliblanco.

Atsushi no tardo en palidecer y en tragar en seco.

—Pero no te preocupes, — Le dio dos palmadas en la espalda a Atsushi al ver su preocupada expresión— el día en que diga que aborrezco los dulces y dejare de comerlos; ese será el día que deberás buscar un buen refugio, Atsushi-kun.

Ahora el peliblanco no sabía si hablaba en serio o era una simple broma, solo atino a reír nervioso.

Con Ranpo nunca se sabía.

—Pero miren quien está aquí~. Akutagawa-kun, tanto tiempo— El pelinegro fue el siguiente en llevarse la sorpresa de que su antiguo mentor, probablemente, haya caído en las drogas. Lo tenía abrazado por los hombros y con una sonrisa pegada en el rostro.

—Y dinos, Akutagawa-kun ¿A qué se debe esta agradable visita?

—Vine a entregarles esto.

Akutagawa le entregó a cada uno de los detectives una invitación elegantemente decorada con letras doradas —menos a Atsushi, más bien se la estampó en el rostro dejándole la nariz roja —.

— ¿Para qué es esto, chico emo de la mafia?

Giro sus ojos por el apodo estúpido que el Detective rubio y con gran temperamento le había puesto de repente.

—Una invitación de uno de los Ejecutivos.

[***]

El pequeño Chuuya se sorprendió al ver el nuevo niño sentado debajo de un árbol leyendo un libro desgastado.

Podría ser que tuvieran algo en común. A él le gustaba leer un rato después de los entrenamientos y de las clases de onee-san, lo describía como su pequeño escape de la realidad para tener un tiempo para sí mismo.

Our Past, Our Present, Our Future [Soukoku Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora