Capítulo XXI

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Los reyes estaban a la expectativa por saber qué había sucedido con aquel toro pirata pero no dieron con su paradero ni ubicación exacta, se las había ingeniado para escabullirse. Los príncipes, quiénes habían capturado a aquellos malhechores, regresaron junto con sus padres convertidos en dragones a sus respectivos castillos luego de tan ardua batalla. Pasaron algunos meses desde aquel entonces y las relaciones entre leones y lobos había mejorado bastante. Ya no había divisiones, ya no había peleas ni discordias entre los moradores de ambos reinos; eran reinos hermanados, vivían juntos. 

-Es bueno volver a respirar paz y tranquilidad nuevamente, Horacio -Sonreía el rey Sebastián mientras colocaba la mano en el hombro del otro.

-Sí, tienes razón Sebastián -Decía el rey león también sonriente acomodando la corona de su cabeza- ¿Y sabes cómo sería bueno celebrar este momento triunfante? -Añadió el rey Horacio.

-Dime cómo, querido amigo -Dijo el lobo caminando mientras escuchaba atentamente lo que el otro decía.

-Pues, con una boda. Una boda para nuestros hijos. Cada gallardo príncipe tiene derecho a elegir y tener a una buena mujer cómo esposa. 

El rey Sebastián sonrío ampliamente y asentó con su cabeza la propuesta de su amigo. Estaba feliz por tal proposición como justa celebración a la unidad que existía en ambos lugares. 

-¡Es una gran idea! ¡Vamos pronto a notificarles a nuestros hijos! -Exclamó el rey Sebastián-

-¿Dónde crees que estén los príncipes ahora? -Preguntaba el rey Horacio.

-Pues... Puede que estén dónde ellos nos comentaron que antes se veían, cerca del puente entre ambos reinos. 

Hacia allá se dirigían los reyes. En ese momento, Leonardo y Wilfredo allí se encontraban entrelazando sus manos y sonriendo el uno al otro.

-Ya era tiempo de vivir feliz, Leonardo. Valió la pena vivir una aventura arriesgada contigo para darme cuenta de un acontecimiento que marcó la historia de nuestros reinos -Dijo él sosteniendo uno de los libros de Tomás.

-Sí, créeme que viviría otra igual sólo por estar contigo, mi príncipe -Dijo Leonardo mientras tomaba el otro libro juntándolo junto al que Wilfredo leía y mirándose entre sí- Fue una gran prueba para nosotros que a pesar de todo lo que pasamos, estamos juntos mi amor. 

Wilfredo y Leonardo sonrieron mucho más, cada uno acercó poco a poco sus labios hacia el otro y en un profundo y pasional beso de amor, se demostraron cuánto se querían. Acariciaron sus mejillas, saborearon las mieles de sus húmedas bocas quiénes experimentaban un delicioso manjar de placer al rozarse juntas hasta el punto de unirse en un manantial de besos. 

-¡Pero qué rayos sucede aquí! -Gritaba el rey Horacio quién enfurecido se acercaba corriendo hacia donde los príncipes estaban.

-¡Wilfredo, qué acto tan antinatural es ese! -Exclamaba sobresaltado el rey Sebastián al verlos besarse.

Los príncipes separaron su beso y miraron a sus padres quiénes empezaron a cuestionarlos. 

-Padre, yo amo a Leonardo -Dijo Wilfredo abrazándolo fuerte- No es nada antinatural.

-Yo también amo a Wilfredo, padre. Es mi medio mundo y se ha ganado un lugar en mi corazón -Dijo Leonardo aferrándose más a él.

-¡No, no, no! -Rugía el rey Horacio negando con su cabeza- ¡Sácate esas ideas! 

-¡No dejaré que mi hijo sea un homosexual! ¡Está en juego el linaje nuestro! -Exclamaba el rey Sebastián quién intentaba separar a su hijo del otro príncipe.

Ambos príncipes estaban aferrados el uno al otro en un fuerte y fraterno abrazo que los reyes no podían separar. Ellos derramaban lágrimas al ver cómo sus padres no apoyaban su relación y los estaban obligando a separarse.

-¡Padre, por favor! Déjame con Leonardo -Decía Wilfredo mientras intentaba aferrarse más.

-¡Padre, no me niegues el amor! -Decía Leonardo tratando de hacer más fuerte el abrazo.

Sin embargo, el orgullo y la incomprensión de los reyes pudo más que el amor de los príncipes y separaron el abrazo. Al verse separados el uno del otro, los príncipes corrieron lo más que pudieron para intentar estar juntos aunque sus padres les negaran tal unidad. Tanto Wilfredo como Leonardo habían notado que aunque la guerra entre sus reinos había terminado, una guerra interna de sentimientos aún estaba por comenzar y todo no era color de rosa como ellos habían pensado.

Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora