El agente especial Louis Tomlinson de treinta y cinco años de edad, pierde a su compañero en una terrible explosión que tiene lugar mientras investigaban un caso y en la que él también resulta herido.
Debido a su fuerte temperamento y otros motivos...
Treinta largos días con sus treinta solitarias noches, llevaba recluido Louis en la clínica mental o "de reposo" como preferían llamarle los psicólogos de aquel deprimente lugar.
El ojiazul convivía con héroes de guerra con episodios maníaco-depresivos, con marines esquizofrénicos, algunos policías con trastornos bipolares y otros muchos como Louis, que padecían algo llamado «Trastornos explosivos intermitentes» o comúnmente llamados "episodios de ira".
El suspendido policía se había pasado interminables horas sentado en un banco del jardín, mirando el verde césped y las verdes hojas de los árboles, era un color que le gustaba....bueno, le apasionaba pues tras varios días allí encerrado, eso era lo más parecido que encontró para recordar el lindo color de los ojos de Harry.
...—Señor Tomlinson, tiene una visita—escuchó hablar a una enfermera que se le acercó.
Louis resopló antes de girarse pues estaba seguro de que sería la pesada de su novia pues siempre le faltaba tiempo para ir a la clínica y amargarle con sus historias del trabajo o chorradas varias.
A veces deseaba que una de las enfermeras le diesen algo más fuerte para estar lo suficientemente drogado o dormido pues así no tendría que soportarla.
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Sin embargo, esta vez no era Danielle sino que era su ex compañero Davison.
...—Hey Tomlinson, ¿qué tal estás?, ¿Ya más tranquilo? —dijo este sonriendole—...¿Crees que podré sentarme a tu lado sin que me golpees?.
El ojiazul lo miró con la poca lucidez que la medicación podían darle y sin apenas expresión plameó con la mano el banco para que tomase asiento.
—Tomlinson, he venido en nombre de todos los compañeros del departamento...Toma, esto es un detalle para ti, el guardia de la puerta ya lo ha revisado y ha quitado el alcohol, la lima y los preservativos—rió entregándole una cesta con un gran lazo rojo.
Este lo miró extrañado pero no dijo nada.
—Oh venga, no me mires así... Era una broma hombre, por supuesto que no había alcohol, ni una lima, ni tampoco preservativos, ¿cómo crees?
El ojiazul no se rió, tan sólo le sacó el lazo a la cesta y vio que había bombones, un kit de aseo, colonias, un par de libros y una foto de todos.
—Venga, dale la vuelta.
Louis obedeció, entonces giró la fotografía y vio que estaban escritas algunas frases y todas las firmas de los agentes del departamento.
Este las leyó detenidamente.
...—«Que te mejores figura. Eres muy grande» de Harrison.
«Se te echa de, vuelve entero» de Smith.
«No golpees a los médicos o no saldrásnunca» de Davison.
«Que se mejore agente Tomlinson» del Capitán...
Tras leer unas cuantas más, llegó a la que más le llamó la atención,
«Que tu estrés se vuelva calma y tu ira se vuelva risa, que tu mente se vuelva clara y tu vida se torne en alegría», entonces miró el nombre incrédulo y vio que era de Harry.
—Es todo un poeta... el inspector Styles, ¿verdad?, lo cierto es que todos te extrañamos, Louis.
—¿Inspector?—preguntó confuso el ojiazul.
—Si,... emm... lo han ascendido hace una semana, ese chico es fascinante.... Lleva la investigación en las venas y llegará muy lejos.
Louis sonrió y volvió a dejar la foto en la cesta con las demás cosas.
—Bueno, se me hace tarde compañero, debo volver al trabajo... que te mejores Tomlinson, chao—dijo Davison antes de irse.
—Adiós, gracias por todo —dijo Louis cogiendo de nuevo la fotografía.
Tras ver que Davison se fue, el ojiazul acarició el rostro de Harry, quién ya no tenía su pelo largo, el cual sonreía feliz en medio de todos los del departamento.
—Hola, mi amor, ¿Cómo has estado?
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