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________ vibraba de emoción. Styles acababa de... acababa de consentir...

¿Iban a estar juntos? ¿Sin límites?

—Styles—, dijo ella, conmocionada hasta las profundidades de su alma. —No sé qué decir.

Comprometerse contigo porque tus deseos son tan importantes para él como los suyos.

Ver su futuro en tus ojos.

Conseguido y conseguido.

—Di que sí, gatita.

—Sí. —Él había hecho lo inesperado. Se había comprometido. Se había indultado a sí mismo de su autoimpuesta condena de prisión, por ella. Para tener un futuro con ella. Le había dado valor a ella. Un valor que nunca le había dado a ninguna de las otras. —Sí, sí. Mil veces sí.

La satisfacción estalló en los ojos oscuros que ______veía todas las noches en sus sueños... y luego Styles tomó su cuchara y empezó a tomar su sopa.

Su estómago se retorcía hecho nudos, y ella sólo logró darle unos bocados a la cremosa indulgencia antes de renunciar. Tenía experiencia en el dormitorio, y no debería estar nerviosa acerca de lo que estaba por venir, pero, sí, estaba nerviosa. Nunca había estado con un hombre como Styles. Tan devoto a la gestión del tiempo. Tan TOC respecto a su espacio de trabajo. Tan... posesivo y agresivo con ella a solas, y tal vez incluso un poco retorcido en el más delicioso sentido.

—¿No tienes hambre?, —le preguntó.
Ni siquiera un poco, ya no. No por la comida que tenía delante de ella.

—Supongo que esperaba que me llevaras a casa y me devoraras. — Cuando se dio cuenta de que había murmurado las palabras, se sonrojó. —No pensé que continuaríamos como si nada hubiese cambiado.

—¿Quién dice que no estoy devorándote en este mismo momento?

La seda de su tono... Se estremeció.

¡Caramba!, tal vez estaba devorándola.
El camarero llegó con el resto de su cena, y mientras ella picoteaba su comida, Styles limpió su plato, meticuloso con cada bocado. Ella se preguntó... ¿sería él tan meticuloso en la cama?

¡Excelente! Otro temblor, éste lo suficientemente fuerte como para hacer que las patas de la silla traquetearan.

Styles hizo una seña al camarero y ordenó el postre. Sólo para torturarla, estaba segura.

—Si tratas de darme de comer en la boca—, dijo _______, —Voy a meterte el tenedor en el ojo. Juro que lo haré.

—Mmm. Ahí está el genio que he estado deseando ver.

—No pareces amedrentado. —Ella lo miró por encima del borde de su vaso de whisky. —Voy a tener que cambiar eso.

—Sólo tengo miedo de las mujeres desnudas—, dijo, inexpresivo. — Aterrorizado por ellas.

Buen intento, hombre gracioso. —¿Estás tratando de decirme que no sabes qué hacer con ellas?

Su sonrisa era lenta, pero ¡oh, tan malvada! —¿Me enseñarías?

Él iba a ser su muerte, ¿verdad?
Se quitó un zapato de un puntapié y arrastró los dedos de su pie hacia arriba... más arriba... hacia el santo grial. Pero él la agarró, deteniéndola, y comenzó a masajearle el puente del pie, usando sus trucos en su contra. Trató de no gemir.

Su postre llegó una eternidad más tarde, un rico soufflé de chocolate al que él no le prestó atención, eligiendo en su lugar mantener su dominio sobre ella.

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