Prologo

6 2 0
                                    


—Está será nuestra nueva casa —La voz de mi madre se oye llena de ilusión. Yo por mi parte veo incrédula la casa frente a nosotros.

Es de dos plantas, el color por fuera es de un azul viejo, tiene un pórtico igual de viejo que toda la casa. Es bonita, pero tiene algo aterrador en ella.

—¿Cómo conseguiste una casa así? —Pregunto asombrada—. Te debió costar un dineral.

Mi madre es una simple enfermera, no me puedo creer que haya conseguido un lugar así para ambas.

—Aunque no lo creas el lugar me salió demasiado barato.

Algo malo había aquí, lo sabía.

—¿Y si hay fantasmas?

Mi madre rodó los ojos, estaba siendo muy  negativa desde el momento que mi madre dijo que nos mudariamos. No por el hecho de que perdería el contacto con mis amigos o algún novio, no.

Por decirlo he sido la chica rara en mi antiguo Instituto, la que siempre vestía con prendas negras y era tachada por gótica. ¿Qué me guste el color negro me hace gótica?

Mi ropas eran distintas, tal vez algún vestido negro con medias del mismo color, las vans eran mi vida, también las botas.

Mi cabello negro me llegaba hasta por los hombros y tenía mechas de un azul verdoso, también en el flequillo.

Me quedaban bien por mi piel blanca, y mis ojos de color azul combinaban, o eso era lo que decía mi madre. Con diecisiete años no había tenido novio. Los chicos siempre huían de mi, nunca había tenido una amiga y mucho menos un amigo.

La razón por la cual no quería mudarme er simple, estaba cómoda en mi antigua casa y la idea de mudarme me resultaba aterradora. Sería mi último año, en un lugar completamente distinto.

No sabía si aquí sería tratada de la misma forma que allá, sólo no quiero causar problemas. Y tampoco quiero ser un problema.

—Deja de decir tonterías —Dice riendo—. Además, te conseguí un empleo en una tienda de instrumentos por aquí cerca.

—¿En serio? —Pregunto emocionada.

Amó la musica, me la paso la mayor parte del tiempo tocando mi guitarra, también aprendí a tocar la batería, y estoy interesada en aprender a tocar el piano.

—Sí, por ahora trabajaras desde las nueve hasta las cuatro de la tarde, pero cuando las clases comiencen deberás cambiar el horario.

Asiento emocionada.

Caminamos hasta llegar a la casa subiendo los escalones del pórtico, estos crujen bajo nuestros pies. Mi madre incerta la llave en la puerta pero hace una mueca porque no se abre.

—Maldición, de seguro la cerradura esta oxidada.

—Al igual que toda la casa —Bromeo recibiendo una mala mirada —. Tranquila es sólo una broma.

—Mejor quedate aquí, iré a buscar algo para solucionar esto.

Mi madre se aleja y yo miro todo curiosa, hay una hamaca y me aproximó hasta ella. Paso mis dedos y hago una mueca al ver que se ensucian, tal vez con el dinero que gane del trabajo pueda conseguir algo de pintura y algunos cojines para esto.

Escucho la puerta abrirse y volteó para hablar con mi madre.

—Al fin lograste abrirl... —Mis palabras mueren cuando veo que mi made no está allí,  giro en dirección al auto y en efecto se encuentra allí adentro buscando algo.

Trago saliva y con pasos cautelosos me acerco a la puerta, esta abierta por completo dándome un vistazo al pasillo y las escaleras que llevan a la segunda planta.

Meto mi cabeza un poco y puedo jurar que veo una sombra a lo lejos.

—¡Lograste abrirla!

Grito por el tremendo susto y mi madre me mira preocupada.

—¡Me asustaste! —Exclamó enojada.

—No seas llorona y ve a buscar las cosas del auto, debemos comenzar a desempacar.

Hago lo que me dice olvidando el accidente de la puerta. Sólo que no sabía que eso era solo el principio.

FearWhere stories live. Discover now