One

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Mi habitación es enorme, no podía creer lo grande que era comparándola con mi antigua habitación. La casa ya estaba amueblada por lo que la cama, sofás, armarios y demás eran muy viejos pero ese toque sencillo me gustaba. El cuarto es de color crema, no es un color que hubiese elegido yo. Por suerte no me desagradaba tanto.

La cama era enorme, su cabecera era de madera, la cama era de ese color. Creo que con un poco de barniz por lo menos brillaría más. Mamá tuvo que prestarme sus sabanas rosas horripilantes, ya que las que yo traje le quedaban muy pequeñas a esta y tuve que conformarme.

Me alegraba tener más espacio, coloque mi guitarra cerca del sofá pequeño que se encontraba en mi nueva habitación. Había un escritorio que daba directo a la ventana donde coloque mi laptop, ese sería mi lugar de paz y tranquilidad.

Me gustaba el armario, era grande y espacioso, hasta dos personas entrarían en ella para esconderse, me imaginaba como sería tener un hermano o hermana para jugar a las escondidas. Como dije antes. No soy sociable, las personas no me hablan y yo no busco una conversación con ellos.

Era sábado y estaba de lo más aburrida en esta casa, apenas ayer nos mudamos y mi madre ya fue a su turno en el Hospital. Por eso nos habíamos mudado, por el trabajo de mamá.

Me coloco mis pantuflas con cara de panda y salgo a husmear, ayer no tuvimos tiempo para revisar la casa.

Camino el largo pasillo con cierto nerviosismo, no puedo evitar el sentirme observada aunque sé que estoy sola en la casa, veo la habitación que es para invitados, es un poco más pequeña que la mía y no contiene baño. Siento una especie de escalofrió al entrar en ella, me recorre de pies a cabeza y me abrazo a mí misma.

La cama tiene un diseño similar al mío, veo los recuadros que están colgados y son fotos muy antiguas a decir verdad. Veo un estante que debería ser llenado con libros, pero solo hay uno en este.

Camino hacia el estante y estiro mi mano para alcanzar el libro... no lo alcanzo por lo que me pongo de puntitas... solo un poco más...

¡Pum!

La puerta de la habitación se cierra de un portazo, volteo en dirección a esta helada. Miro por todas partes pero no hay nadie. Hago lo primero que llega a mi cabeza.

Corro.

Abro la puerta y me dirijo hasta a mi habitación como si mi vida dependiera de ello. Me meto en la cama y me tapo con las horripilantes sabanas.

Debió ser el viento, de seguro fue solo eso, me digo una y otra vez.

Pero parte de mi sabía que no era eso, pero tampoco tenía curiosidad de saber de ello.

Solo debo contar hasta diez, destapar mi cabeza y ya...

La puerta de mi habitación hace un sonido chirriante al abrirse. Cierro los ojos con fuerza y aprieto mis sabanas.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

¡A la mierda yo puedo!

Me destapo de golpe pero al mirar en mi habitación no hay nada... tal vez la casa sea tan antigua que los seguros de la puerta no funcionen como es debido. Me río de mi misma por la manera infantil en la me estuve comportando y bajo hasta la cocina para preparar el almuerzo.

La cocina es amplia como toda la casa, veo unas cajas sobre la mesada. Mi madre no pudo empaquetar todo por lo que eso significa que me toca a mí seguir con el resto. Suelto un suspiro y abro la primera caja que son los platos, elijo una gaveta y comienzo a colocarlos allí, así sigo con los cubiertos y con algunos electrodomésticos como la cafetera, licuadora y demás.

Cuando termino saco las verduras necesarias y rebusco el cuchillo con mango negro que uso siempre, pero frunzo el ceño al no encontrarlo. ¿Dónde lo deje?

Que yo sepa lo deje en la mesada, sabía que lo iba a usar. Busco un montón pero no lo encuentro, escucho un sonido metálico y volteó para ver el cuchillo en el suelo. Al lado está la caja por lo que supongo que lo deje adentra y está cayo.

Me encojo de hombros mientras tarareo una canción y empiezo a cortar la cebolla. Muevo mi cuerpo al compás y sigo cortando, cuando termino pienso en voltear por la zanahoria...

—Aquí tienes —Dice una voz masculina.

—Gracias —Digo agarrando la zanahoria y cuando pienso cortarla mi cuerpo se congela.

Yo estoy sola en casa.

De repente en la habitación parece hacer más frío del habitual, volteo de manera lenta pero nadie se encuentra allí. Mi cuerpo tiembla por completo.

No estoy loca, alguien me pasó esa zanahoria hace unos segundos.

Tal vez esté delirando de alguna manera, así que continuo cocinando intentando no pensar en lo que acaba de ocurrir. Cuando me sirvo el plato de comida voy hasta la despensa en busca de queso rallado que de seguro mi madre debió guardar ayer.

—Aunque no pueda comer creo que sería educado de tu parte colocar un plato por aquí.

Esa voz nuevamente.

Volteo como un rayo para encontrarme con un chico, tiene una sonrisa en sus labios y yo doy un paso atrás.

— ¿Quién eres? —Pregunto—. ¡Vete de mi casa!

—Está es mi casa.

Volteo para buscar un arma, el cuchillo de hace unos segundos brilla por lo que lo agarro.

—Será mejor que te vaya...

Mis palabras mueren al notar que el chico no está allí.

No sé qué está pasando pero no me gusta.


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⏰ Last updated: Oct 15, 2017 ⏰

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