The Hitting Game (EbuOohara)

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Dedicado a Valdemirt Uccisore, quien solicitó: "Oharano confesándose a Ebumi" y quien sí puede escribir una genial historia sobre ellos dos; al contrario de mi persona xD

Uno de los más grandes retos de mi limitada creatividad, es escribir sobre crack pairing. ¡Sorpresa! Es la primera vez que lo hago. No se me da nada bien inventar una manera en la que surja algo entre dos personajes que casi no se relacionan. Y probablemente lo noten aquí, simplemente mi lógica no me lo permite.

Pero para que no piensen que hice esto a lo mediocre, les cuento que pasé al menos tres horas completas buscando toda interacción de estos dos tanto en el anime como en el manga... Y me devané los sesos pensando en algo, aunque no haya salido muy bien al final.

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Todo comenzó con un simple golpe. Durante el partido contra Todo-dai-Sagami, se las arreglaron para sacar de quicio a Ooharano. Logrando revelar la parte de él que intentaba mantener oculta la mayoría del tiempo, aquel lado violento e iracundo que únicamente aparecía cuando le hablaban de su hermano menor. El rubio perdió totalmente los estribos, causando que fuese a la vez expulsado del juego por el entrenador. En su lugar, Ebumi: otro rubio que no se podía decir que poseyera un carácter calmo ni una pasiva personalidad.

Al cambiar de lugares, Ebumi golpeó a Ooharano fuertemente en el hombro, y solo eso. Sin palabra alguna, sin voltearlo a ver. Pero a pesar de ser una violenta acción, no se sintió como un intento de agredirlo, no se sintió como si le estuviese reprendiendo por haber perdido la capacidad de jugar bien en contra del enemigo. Se sintió como un golpe de aliento, como si ese impetuoso busca-pleitos de segundo año le estuviese diciendo "todo va a estar bien, ahora déjalo en mis manos, es momento para que descanses". O al menos así lo quiso ver Etsugo.

Aquello no pasó a más. Perdieron el partido y la vida continuó su ritmo acostumbrado, Ooharano recuperó su humor gracias a una posterior charla que tuvo con el molesto de Gion. Y continuaron con su entrenamiento. La diferencia, fue que aquel golpecillo había activado en el rubio la chispa de la curiosidad. De ese momento en adelante, se encontró con que cada vez que podía, su mirada se desviaba para observar a aquel delincuente. Ooharano tenía que admitir, que Ebumi era un excelente jugador, al contrario de la mayoría de los de su equipo. Nadie corría como él y siempre estaba en el lugar en el que debía estar para recibir el balón.

Los entrenamientos impartidos por el viejo Komori, eran más que duros, todo el tiempo les llevaba al extremo y en esos momentos, cuando se sentían desvanecer, cuando casi literalmente deseaban morir, para no sentir tanto cansancio, una palabra o un gesto de aliento, siempre eran bienvenidos. En uno de tantos días, Etsugo encontró la manera de devolverle aquel mensaje a su superior. No estaba muy seguro del porqué, pero dentro de sí, sintió la gran necesidad de hacerlo.

Ebumi se encontraba encorvado, con ambas manos sobre sus rodillas, respirando violentamente en una lucha para conseguir oxígeno, luego de aquel agotador entrenamiento. Ooharano se acercó a paso lento pero seguro, caminando casualmente al lado de Ebumi y finalmente, propinándole un fuerte golpe en la espalda.

— ¡¿Qué demonios?! — Gritó el mayor ante tal atrevimiento. Ebumi se irguió y volteó a ver al de primero que ya se alejaba con su confiado caminar, sin llegar a devolverle la mirada. — ¡Maldito novato! ¿Qué crees que haces? — El matón no había comprendido el mensaje, y no iba a dejar las cosas así, mas cuando estaba a punto de ir tras Ooharano para devolverle el golpe, Matsuo, quien había visto toda la escena, se apresuró a detenerlo.

— ¡Tranquilo Ebumi! Ahora vamos a cambiarnos, el entrenamiento terminó. — Le ofreció con su amable rostro. El rubio chasqueó la lengua con reprobación, pero al ver que Ooharano ya había abandonado el campo, sintió que no valía la pena y era mejor obedecer.

All Out!! CollectionWhere stories live. Discover now