TREINTA Y TRES

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Zuro.

La llamaba y me saltaba el buzón de voz, le enviaba mensajes y a ninguno le llegaba el doble tick, ¡incluso le mandé SMS! Era tal mi desesperación por saber dónde había ido que al no obtener respuesta tiré el móvil sobre la mesa cabreado.

—¡Joder!— grité frustrado mientras mi espalda chocaba contra el respaldo del sofá, pero, intranquilo, volví a coger el móvil al segundo para llamar a Felru.
¿Qué pasa Zuro?— sonó mosqueado seguramente al ver mi llamada.
—Amy se ha ido de casa— respondí a su pregunta sin dejar de mover la pierna de arriba abajo.
¿Qué?— dijo sorprendido— ¿qué cojones has hecho Zuro?
—¿Yo?— abrí los ojos como platos— ¡No he hecho nada!, ¿qué le voy a hacer? — suspiré— sólo le hice preguntas.
¿Preguntas?— me imaginé que tenía el ceño fruncido— seguro que la has agobiado o algo— le oí suspirar— ¿qué le has preguntado Zuro?
—Que si había perdido la virginidad con Sanji— respondí del tirón.
¿Pero tu eres gilipollas?—me dijo con tono de regañina— no hace falta que me contestes, está claro que lo eres— hizo una pausa— ¿A quién se le ocurre preguntarle ese tipo de cosas?— suspiró— a ti, cómo no...
—¡Joder! — grité molesto mientras me levantaba del sofá— ¡es que me molesta que no me cuente ese tipo de cosas!— me tiré del pelo.
Si me dices que Amy es alguno de los cinco, no pasaría nada porque nos lo tomaríamos a broma, pero ella no es tu colega, es tu hermana— se hizo un pequeño silencio de segundos— es normal que se haya ido, ponte en su lugar, ¿Tú ves normal que venga tu hermano de repente a tu cuarto y te pregunte que si has perdido la virginidad con alguien?— me senté de nuevo sobre el sofá mientras lo escuchaba— No, ¿verdad?
—No— le di la razón.
Pues ya sabes, ahora apáñatelas para que te perdone, últimamente tiene demasiado carácter con todo el quien se le acerca— se rió.
—¿Sabes dónde puede estar?— le pregunté pensando que él sabría algo ya que Amy a mí no me contaba nada.
No, pero es mejor que dejes que se le pase el enfado— me aconsejó— no te recomiendo que ahora te dediques a buscarla, la cosa podría ir a peor.

Asentí con la cabeza aunque no me viese.

Bueno tío, me voy a sobar antes de que venga la puta de mi madre— se rió.
—Vale, ponte tapones en los oídos— me reí.
¿Lo dudabas?— se rió— Bueno, te cuelgo ya y ¡deja de cagarla! — gritó esto último.
—Sí...— puse los ojos en blanco— Nos vemos— me despedí y colgué.

Dejé el móvil sobre la mesa y me acomodé en el sofá. Acabé mirando hacia el techo pensativo. Sabía que a veces podía ser un gilipollas, pero aunque lo fuese, a mi hermana le moleste y Ferlu me recomiende que no haga nada de momento, no me iba a hacer cambiar de parecer. Seguiría investigándola, lo quería saber todo sobre ella aunque me costase su odio hacia mí. ¡Pero es mi hermana! No podría hacer otra cosa que convertirme en su propia sombra sin que ella lo supiese.

Amy.

Llegué en cinco minutos a la casa de Diana, de hecho me sorprendí, no sabía que al estar enfadada podría llegar en poco tiempo hacia un sitio que estaba en la otra punta de la ciudad como lo era la casa de mi amiga. Llamé algo nerviosa al timbre demasiadas veces por el cabreo que aún no se me había ido y finalmente me abrió ante mi insistencia.

—¿Tienes parkinson o algo?— me preguntó asustada viendo mi dedo presionando el timbre
—Ahora mismo sólo soy un manojo de nervios— entré a su casa echa una furia sin esperar a que me dejase entrar.
—Te ha tenido que pasar algo gordo para venir de esa manera — cerró la puerta mientras hablaba y se acercó a mí para guiarme hacia su habitación, donde estaba también Tony mirando el móvil.
—Tony deja eso, hay una urgencia— le llamó la atención este, pero al ver que no le hizo mucho caso, le quitó el móvil de las manos, a lo que él me miró y abrió los ojos como platos.
—¿Es que estamos en Halloween? — alzó ambas cejas— porque das miedo con esa cara— miró a Diana algo asustado y ella asintió dándole la razón.
—Pues si tanto miedo doy, no sé por qué no me dejan ya en paz— tiré la mochila a un sitio que vi libre de la habitación y me senté sobre la cama donde estaba Tony.
—¿Pero lo vas a contar ya o qué?— preguntó Diana impaciente.
—¿Os acordáis cuando os dije que perdí la virginidad con uno de los amigos de mi hermano?— los dos asintieron— Pues el muy idiota le ha dicho a mi hermano hoy que perdí la virginidad con él y que también veo porno— me tumbé sobre la cama.
—¿En serio?— preguntaron los dos al uísono sorprendidos.
—Si, pero ¿sabéis que es lo más gracioso?— los miré y ellos negaron con la cabeza— que Zuro ha venido a mi cuarto para obligarme a decirle que por qué no le había dicho eso antes y le había mentido— me tapé la cara con un cojín.
—¿No sabe respetar tu intimidad?— preguntó Tony.
—Por lo que parece no— contesté enfadada— de echo ahora menos, porque cuando él no está, ya están sus amigos vigilándome las veinticuatro horas y los siete días de la semana— me quité el cojín de la cara para respirar.
—Menudo drama chica— dijo Diana.
—Pero eso no es todo— me incorporé para seguir hablando— Ferlu, después de estar ignorándome aun sabiendo que me gustaba, por arte de magia le gusto, me besa y encima me dice perra— los miré y vi que estaban con la boca abierta, pero seguí hablando— Sanji quiere algo conmigo y Arlong últimamente se porta muy bien conmigo, lo cual me mosquea demasiado— hice una pausa para tragar saliva— y me he enterado que Diol es homosexual— finalicé.
—Madre mía Amy— dijo Tony sin salir de su asombro— te perdemos de vista y te pasan más cosas a ti en un día que a mí en un año.
—Te cambio mi vida por la tuya— le propuse entusiasmada como si aquello llegase a pasar.
—No creo que te guste que te den por el culo— se rió.
—Bueno— me encogí de hombros— no creo que me duela si ya lo tengo abierto— me reí y él me tiró un cojín.
—Bueno, pero, algo bueno te ha tenido que pasar ¿no?— me preguntó Diana.
—¿Bueno?— me quedé pensativa y ahí fue cuando me acordé de Zael.
—Por la cara que acaba de poner de tomate, parece que si— dijo Tony dándome un codazo mientras que levantaba ambas cejas divertido.
—Conocí a un chico— me abracé al cojín que me había tirado Tony antes.
—¡Venga ya, no te avergüences!— exclamó Diana mientras se acomodaba sobre su cama y me miraba impaciente para que contaste la historia.
—Un día lluvioso entró por la ventana de mi habitación y le ofrecí que durmiese conmigo— comencé a jugar con los dedos de las manos evitando mirarles— cuando estuve enferma con fiebre me cuidó un poco, ya que habiendo gente en casa y no podía hacer gran cosa— suspiré al recordarlo— ayer, lo hice con él...
—¿¡QUÉ!?— gritaron los dos a la vez sobresaltándome un poco.

Noté mi cara arder.

—Entra un chico por tu ventana y a los pocos días te lo follas— hizo Tony un resumen.
—Hoy me ha invitado a que mañana salgamos a dar una vuelta— solté.
—¿En serio?— dijo Diana sin dar crédito al asunto.

Asentí.

—¡Cambiemos nuestras vidas!— suplicó Diana mientras me agarraba de los hombros y me zarandeaba— Tienes a casi todos los amigos de tu hermano en la palma de tu mano y encima follas, ¿qué más quieres?
—Al menos dinos cómo se llama el chico antes de que a Diana le dé un ataque de envidia— se rió Tony y Diana soltó mis hombros para tirarle un peluche a la cara.
—Zael— dije su nombre entre risas.

Tras decir su nombre, cambié de tema preguntándoles a ellos qué era de sus vidas porque me comenzaba a incomodar hablar sólo yo. Diana contó lo que le había pasado durante los días que no nos habíamos visto, sus padres se separaron y cada uno se fue a vivir a otro lugar, por lo que ahora vive sola junto con Tony quien contó que se escapó de casa hace unos días porque no quería vivir con unos padres que fuesen homofóbicos, lo cual entendía.

Después de ponernos al día, por puro aburrimiento decidimos entrar en una página web donde podías conocer gente tanto de tu país como de otros países. Como se podía poner la cámara del ordenador, la pusimos tras colocarnos unas caretas y comenzamos a burlarnos de las personas que veíamos que también tenían la cámara puesta. Sólo estuvimos hasta cierta hora donde sólo se veían viejos verdes enseñando su micro pene, así que cuando comenzamos a ver más de uno, decidimos dejar aquello para no traumatizarnos e irnos a dormir tranquilos.

En cuanto Diana apagó la luz sonreí mientras cerraba los ojos. Me alegré mucho estar con ellos, incluso me hicieron olvidar lo que había pasado con Zuro, bueno, no del todo, porque en cierta parte, no quería volver a casa, así que durante toda la noche pensé en qué haría al día siguiente.

 Me alegré mucho estar con ellos, incluso me hicieron olvidar lo que había pasado con Zuro, bueno, no del todo, porque en cierta parte, no quería volver a casa, así que durante toda la noche pensé en qué haría al día siguiente

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