SESENTA Y CINCO

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Amy.

Oí la puerta abrirse suavemente y después un peso sobre mí dándome un abrazo el cual necesitaba bastante, pero a la vez fue un error porque me hizo llorar sin parar.

¿A vosotros no os pasa que cuando una vez que rompéis a llorar comenzáis a gritar preguntas sin respuestas y algún que otro grito por el dolor interno que estás sintiendo en ese momento?

Pues eso era lo que me estaba pasando a mi, en el día de mi cumpleaños, qué buen comienzo...

—Oye venga para ya— dijo Didi sin dejar de abarzarme— que me vas a dejar sorda— intentó bromear.

Hundí la cabeza aún más sobre su pecho y sentí que me besó la cabeza.

—Venga enana, no llores más— me frotó la espalda.
—Hostias, ¿todavía sigues con el reloj que te regalé?— dijo de repente Tony.

Salí del abrazo de Didi y lo miré, tenía el reloj entre sus manos, me miró.

—Si— contesté finalmente.
—Me parece mentira que aún no lo hayas tirado a la basura— se rió fuertemente lo cual también me hizo reírme mientras me secaba las lágrimas que no me dejaban ver con claridad— Hay que renovar, ¿eh?— dejó el reloj en su sitio y se sentó a mi lado dándome un beso en la frente.

Se hizo el silencio el cual no me resultó tan incómodo ya que estaba acompañada por mis dos mejores amigos.

—¿Mejor?— preguntó Didi con dulzura apartándome el pelo que me tapaba la cara.

Asentí un poco.

—Dinos que te pasa oso de peluche— dijo Tony.

Lo miré frunciendo el ceño.

—¿Qué?— abrió los ojos como platos— no es mi culpa de que lleves puesto un pijama demasiado suave— se encogió de hombros— y encima de ositos panda...

Le di un puñetazo sin fuerza en el hombro y él se rió.

—Al menos las fuerzas las has recuperado— me sacó la lengua.

Rodeé los ojos.

—Creo que sobro— dijo Didi de golpe.
—¿Qué dices idiota?— la cogí del brazo para que no se fuera.

Tony y Diana claramente no tenían nada que ver el uno con el otro a la hora de animarme, pero los dos me aportaban lo que necesitaba a pesar de ser dos imanes que se repelen, a mi me completaban.

—Dinos ya que demonios te hace estar así de triste y formar un aquaparck en tu propia habitación— me sujetó Didi de las manos.
—Nos tienes en un sin vivir enana— dijo Tony apoyando a Didi.

Suspiré, no tenía ganas de volver a recordar lo que me hizo volver a sentirme mal, pero, finalmente lo hize y les conté todo con total sinceridad, como yo lo sentía...

Ellos se quedaron en silencio por unos segundos hasta que Tony se levantó de la cama y Didi tras él. Los miré con curiosidad, se acercaron a mi armario y empezaron a sacar ropa.

—Diana por favor, eso no se lo va a poner— se horrorizó Tony al ver la prenda rosa que había sacado Diana.
—¿Por qué?— resopló ella— que tú tengas un problema con el rosa no significa que nosotras también— le tiró la prenda a la cara.

Fruncí el ceño.

—¿Qué hacéis?— me digné a preguntar.
—¿No está claro?— se giró Didi.
—Vas a salir con nosotras— dijo Tony sin dejar de mirar la ropa de mi armario.

No tendrían nada que ver el uno con el otro como dije antes, pero los dos sin hablarse ya se entendían y tomaban las mismas decisiones como ahora. Sigo sin entender como sacan esa telepatía entre ellos.

—Creo que no me habéis escuchado bien— me tumbé en la cama.
—¡Claro que los hemos hecho!— exclamaron los dos a la vez.
—Tienes que salir y pasártelo bien Amy, por dios, que la vida son dos días, y si te vas a tirar los dos días deprimida sería un desperdicio— rodeó Didi los ojos.

Tony se acercó a mí y cogió de mi mano para hacerme levantarme de la cama.

—Hoy te vas a duchar, vestir, maquillar, salir y ya puestos nos vamos de fiesta a bichear tios buenos— dijo Tony seriamente— así que aplícate el cuento porque como hallamos elegido la ropa y no vea que no te has duchado, te juro que te saco a la calle tal y como estés— se puso bastante serio, señal de que lo haría de verdad.

Y finalmente acabé saliendo con ellos y no me arrepentí, Diana tenía razón, ¿me iba a quedar mis dos días de vida deprimida por una persona? Ni hablar y menos en mi cumpleaños.

Zael.

—¿A dónde vas tan arreglada?— le pregunté a mí hermana cuando pasé por su habitación.
—Hoy es el cumpleaños de Amy y le vamos a hacer una fiesta sorpresa— dijo contenta.

Amy...

—Pasároslo bien— fue lo único que pude decir.
—Espera Zael no te vayas— me dijo cuando había dado un paso. Volví hacia la puerta extrañado.— toma— me dio una enorme bolsa.
—¿Qué es esto?— dije intentando mirarla a la cara, pero la bolsa acaparaba todo mi campo de visión.
—Es un disfraz— contestó— he estado pensando en mi hermanito para su bien emocional.
—¿Qué?— dije sin entenderla.
—Zael no te he visto más deprimido en mi vida— suspiró— he pensado que si te disfrazas y te recorres las calles del centro repartiendo publicidad del Meid Caffe para no resultar muy sospechoso podrías pasar rato con Amy por su cumpleaños...

Solté la bolsa y ella me miró sobresaltada.

—¿Qué?— parpadeé— ¿cómo pretendes que pueda pasar tiempo con Amy si me tienen en el punto de mira?

Ella negó con la cabeza y sonrió.

—No te preocupes hermanito, tú hermana mayor lo tiene todo planeado— me sacó la lengua— así que ponte esto y no pierdas más el tiempo— me dio de nuevo la bolsa dándome un pequeño empujón para poder salir de la habitación.

La vi recoger sus cosas y abrir la puerta de casa.

—¡De nada!— me dijo antes de irse y cerró.

¿Mi hermana me acaba de decir que voy a estar con Amy?

Mi corazón latió con fuerza sólo de pensarlo.

A través de la ventana [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora