El comienzo

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−¡¡Y que cumplas muchos más!! ¡¡Bieeeeeeen!!

−¡¡Cariño, pide un deseo y sopla las velas!! −dijo Alejandro a su hija acercándose a Ella.

"¡puf! Pedir un deseo".

En los últimos años, Camila se había pasado la mayoría del tiempo pidiendo cosas.

Más horas de descanso, poder ir a la peluquería, aumentar el personal de la gestoría, Tener orden en casa, viajar a algún lugar, leer todo lo que le apetecía, ir al cine...

También había, pedido menos estrés, no pasar más noches en vela, derramar menos lágrimas y sentir menos dolor en su pecho... Pero sobre todo, lo que había pedido, eran explicaciones a la vida. Necesitaba saber por qué pasaban algunas cosas, saber la razón de que les hubiera pasado todo aquello a ellos, entender cómo todo había cambiado tanto y hasta cuándo duraría este vacío que tenía en su interior.

Y mientras pensaba qué pedir, ella levantó la mirada y los vio, Allí estaban todos;

Los pilares que la habían sostenido durante el terremoto. Viéndolos, sabía lo importantes que habían sido y lo incondicional de su compañía.

A su lado Sofía, su hermana y alma gemela, sujetando un pastel con 27 velas.

¿Cuántas veces la había sostenido como a aquel pastel? Y suspiró pensando en todas las noches que había llorado en sus brazos mientras ella le decía: "Kaki, saldremos de esta, ya lo verás".

Tras ella, estaban sus padres y allí habían estado toda su vida, cubriéndole las espaldas y protegiéndola. También estaban sus amigas Dinah y Normani, su primo David y su familia, pero si a alguien se había aferrado, era a los que tenía sentados sobre sus piernas. Aunque aquel camino se había hecho duro y largo, por sus hijos valía la pena seguir adelante.

Los miró a todos y supo qué iba a pedir, lo que ellos le habían dado. Cerró los ojos y pensó: "AMOR".

Y sopló.

Todos aplaudieron, mientras Sofía casi se ahoga, e intentando salir de aquella humareda, casi acaba con el pastel en el suelo. Cuando dejó la tarta sobre la mesa puso los brazos en jarra.

−Ya veo que les da igual si me ahogo, así que podemos seguir con el espectáculo. Sofía era muy exagerada, en eso se parecía a Alejandro. Era una gran maestra de ceremonias, aunque el circo tuviera seis pistas. Los había organizado a todos para la entrega de regalos.

Los niños le regalaron una foto de ellos dos en blanco y negro, que emocionó a todos los presentes, hasta que le dieron el otro paquete que contenía unas zapatillas deportivas rosa, y con unas hadas en la parte delantera, que se aguantaban con alambres y que se movían cuando caminabas.

−La tía Sofía nos ha dicho que las habías buscado por todas partes, ¿te gustan? –le preguntó la pequeña Luna mirando a su madre.

−Si las estaba buscando por todos los sitios, es porque me encantan cariño –dijo mirando a su hermana, que reía escondida tras la niña.

Dinah y Mani como ella la llamaba, le dieron una bolsita, que en su interior llevaba un collar de cuentas de azabache.

−Hemos dudado hasta el último momento si comprarte esto o decidirnos por el tutú de bailarina que nos sugirió Sofía. Pero ya sabes, el negro va con todo −dijo Mani mientras Camila negaba con la cabeza, pensando en lo que se estaba divirtiendo su hermana.

−Vamos no se preocupen, me encanta. El tutú quizás para el año que viene.

−Espera que aún quedan regalos, a lo mejor hay suerte −gritaba Sofía mientras venía con un paquete en las manos. Cuando se lo entregó, Camila lo agitó y se acercó a su hermana susurrándole, para que nadie la oyera:

−Dime que no es una tanga con la cara de Ed Sheeran.

−No quedaban, están muy solicitados –contestó Sofía muy bajito. Tras una inicial cara de sorpresa, Camila empezó a gritar tras abrir el regalo.

−¡Un killeeeeeeeeer!

−¿Un qué? –preguntó Dinah, mientras todos miraban aquel jersey negro que Camila sostenía en sus manos.

−Cuando mi hermana y yo vivíamos en Londres, teníamos un jersey idéntico a este y... –Sofía hizo una pausa, se levantó y tapó los oídos a su sobrina−. Cuando nos lo poníamos, el éxito estaba asegurado.

−El éxito, ¿en qué mami? –preguntó Cameron, el hijo de Camila.

−Cameron, que no tenga más manos para taparte los oídos, no quiere decir que puedas preguntar –le reprendió contundente.

−Era un talismán, nunca fallaba −dijo Camila acercándose a Dinah y Normani, después mirando a Sofía continuó−: hasta que un día sorprendentemente desapareció.

−No me puedo creer que sigas con eso. Yo no lo tengo –dijo Sofí tras soplar. Alejandro y Sinu se acercaron entregándole su regalo.

−Pues este jersey, del que tengo más información de la que desearía, nos viene genial para nuestro regalo. −Dedicando una sonrisa a su hija mayor, su padre le entregó un sobre−. Creo que te gustará.

Camila lo abrió y miró a sus padres con los ojos muy abiertos, esperando que le confirmaran si lo que había leído era verdad. Cuando ellos sonrieron, ella se tiró sobre Alejandro y Sinu, gritando.

−¡¡Aaaah!! −Cuando se separó de ellos, miró a su hermana y a sus hijos−. ¡¡Nos vamos todos a Londres!!

Ella había sido muy feliz en aquella ciudad y la idea de volver después de tantos años, le pareció maravillosa.

Los niños, abrazados a su tía y su madre, saltaban. Para Camila, volver allí con sus hijos, su hermana y sus padres podría suponer conectar con toda la alegría que vivió en esa ciudad. Y ella necesitaba eso. Media hora más tarde, seguía sonriendo y estaba muy contenta, tanto, que cuando su hermana se acercó, tomó una decisión que sin saberlo, podía cambiar mucho el rumbo de su vida por completo.

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Holaaaa primero quiero decirles que espero les guste esta parte de la nueva historia y la historia en general, espero no defraudar. 

Si te gusta regalame una estrellita.

                                                                                                                 Nos estaremos viendo -Hope&Dreams!

Pasión e Ilusión ¡CAMREN!Where stories live. Discover now