Prólogo

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¡Hola!

Lo que se viene es una historia de ficción muy enmarañada con un montón de términos a los que tienen que acostumbrarse en algún momento. Fin de la introducción.

Como en todas mis historias, hay humor, metáforas por doquier, voy a joder un poco a Sasuke (pero en buen plan), voy a arruinar momentos románticos(como siempre), voy a cuestionar algunos hechos reales, y van a pasar cosas raras.

En fin, solo soy yo robándome a los personajes de Kishimoto. Puto Kishimoto.

Lo siento, siempre tengo que mentarle la madre cuando lo menciono, sino no estoy a gusto.

Las imágenes empleadas en la historia no son mías, así que, créditos a su respectivo autor.

Aconsejo muy seriamente leer las notas finales, ahí pondré datos acerca de la historia que les ayudará a entender mejor alguna cosas.

Antes de la lectura, quiero aclarar que la palabra Humano la uso de forma relativa a dos especies en este prólogo, pero creo que queda claro cuando hablo de una y otra, y si no es así, pues pregunten, que no cobro por responder.

Donde hubo fuego...

A lo largo del tiempo la historia de la humanidad ha ido evolucionando, tal vez desfasándose. Se conocen varias teorías, pero todas se derivan de solo dos opciones: evolución o creación. Existen por si solas, muchas caras del mismo sujeto, y todas ellas concluyen en nuestra existencia y un final indudable a la misma.

La historia humana debería ser una sola cadena, compuesta por muchos eslabones unidos hacia el mismo destino. Pero lo que se conoce es más bien un punto perdido con dos caminos separados que apenas se unen en delgados hilos que representan las semejanzas entre una teoría y otra.

Así mismo, el mundo también tiene su historia, eslabones perdidos y rotos que también presagian un final después del inicio como es lo natural.

Omitiendo datos certeros, el planeta tiene una edad de miles y millones de años, las señales de vida abrieron paso a las primeras ramas que constituyen el verdadero origen de lo que actualmente se conoce y de lo que ha quedado perdido junto a los años que el tiempo ha dejado enterrados.

Si hay vida, hay energía, hay un sustento para todo lo que existe y existió.

No todo lo que existe está al alcance de la vista.

Y no todo lo que se ve es algo que se pueda reclamar como propiedad.

El humano puede vivir subestimando su propia existencia y la existencia de su mundo, o de cualquier otro; no obstante, no lo hace. Esa ignorancia podría ser la base para alentar su autodestructivo destino por la ambición del poder y el conocimiento. Para ellos ya es tarde, porque son curiosos y buscan saber los secretos que se ocultan firmemente equilibrados en una balanza, y mientras los destapan, por obvias razones la balanza se inclina y una de las leyes de la vida se presenta sin contemplaciones: No se puede hacer algo bueno, sin desatar algo malo. También funciona al revés.

En el caso de otros, es un hecho que la ignorancia humana acerca de su existencia, es lo único que los mantiene casi a salvo de ellos.

Una delgada barrera separando una dimensión de otra, solo rota y cruzada por algo que está lejos de cualquier creencia.

El mismo plano, diferente naturaleza.

Cuando la vida en la Tierra apareció, la energía empezó a transformarse. Y el primer portal se abrió.

Cuando la naturaleza en la Tierra empezó a avanzar, el cambio exigió una evolución agresiva en los seres vivos. Y el segundo portal se abrió.

Cuando el fuego apareció, el hombre plantó sus raíces sociales y su dominio empezó. El último portal se abrió.

El Despertar del Fénix  Where stories live. Discover now