Decimoquinto capítulo

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15Ciudad capital

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Ciudad capital

El tiempo que Bohunissa pasaba estudiando la cultura nivranca, la historia del océano, su evolución y su convivencia con la magia, hizo que crecieran en ella unas inmensas ganas de ser un aporte a la sociedad como nunca antes le había ocurrido

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El tiempo que Bohunissa pasaba estudiando la cultura nivranca, la historia del océano, su evolución y su convivencia con la magia, hizo que crecieran en ella unas inmensas ganas de ser un aporte a la sociedad como nunca antes le había ocurrido.

Esos seres que habitaban la oscuridad la inspiraban. Sus cuerpos se desarrollaron de acuerdo a la escasa comida y a la protección de sus hijos, viviendo divididos en clanes muy pequeños que limitaban la convivencia con sus semejantes. Con los siglos apareció la famosa «luz de monstruos», el escupitajo brillante que Atlas había usado para impresionarla en la superficie, el cual se había creado internamente para cazar a los depredadores de las aguas cálidas, y eventualmente, este mismo los llevó a una forma de visión bastante primitiva que sólo les permitía distinguir esos manchones de luz específicos, llegando a usarse para ubicarse en las lejanías, en una situación de extremo peligro e incluso para unir clanes.

Wá les concedió el aprendizaje de la magia por medio de los Ancestrales al nacer el primer reino abisal y tiempo después se conocieron con la raza que habitaba la superficie del océano, más pequeña y débil, quienes no soportaban las bajas temperaturas por largos periodos de tiempo y segregaban un olor exquisito.

Las facciones grotescas, salvajes y amenazantes fueron reducidas a más de la mitad en los hijos resultantes de esta unión, pero lo mejor de todo fue que adquirieron un nuevo mecanismo que les permitía observar el mundo desconocido que se alzaba fuera del agua: obtuvieron un sistema respiratorio combinado y una visión excelente que ya no sólo los hacía distinguir la luz de monstruos sino también a las flores y medusas bioluminiscentes, los prados de luz y a sus seres cercanos.

Así fue como nació la raza híbrida que ahora llenaba la mayor parte de los reinos profundos.

Pese a todo esto, hubo dos reinos que se negaron a juntarse con la raza de la superficie desde el principio, Dúrian y Tefran; pues creían que estos habían llegado para imponer su filosofía que irrespetaba en todos los aspectos a sus ancestros. Jamás se mezclaron con las razas de arrecifes, de modo que eran los únicos que mantenían el aspecto monstruoso de los primeros paidiás, y aunque actualmente tuvieran descendientes con la raza híbrida, sus genes permanecían y no permitían mutaciones, se habían vuelto inmunes a la mezcla. En otras palabras, eran ciegos, peligrosos y carecían de la característica anfibia.

El reino en lo profundoWhere stories live. Discover now