54. Estrategia

306 34 1
                                    

Una suave caricia se siente en mi mejilla, la cual sube por mi frente y acomoda mechones de mi cabello detrás de mi cabeza. No era cualquier mano, sino una vendada; una que me trata con sumo cariño. La mano de mi esposo.

Abro los ojos con lentitud, a la vez que doy un profundo suspiro. Entonces, veo los azulados ojos de Naruto frente a mí, viéndome con suma preocupación.

—¿Cómo te atreves a arriesgarte tanto, de veras? —me pregunta, frunciendo su entrecejo.

Los hechos recién ocurridos llegan a mi mente: Jade y Metal heridos, científicos buscando a la familia de Lee, Rock Lee en un estado desconocido. Todo por mi culpa.

—Un «cómo estás» habría sido más lindo —murmuro y me siento sobre la cama. Naruto no hace más que mirarme de mala manera—. Lo lamento. ¿Qué sucedió con Lee?

—Está a salvo. Fue envenenado por aquellos hombres, pero ya está bien. Takeshi se encargó de sacar la información que obtuviste.

—¿Entró a mi mente? —Asiente con la cabeza—. ¿Cuánto tiempo llevo así?

—Dos días, casi tres. Necesitábamos ya la información, de veras.

—De acuerdo... Quisiera ir con Jade a verla. También a Lee.

Hago el ademán de levantarme de la cama, pero Naruto me sostiene por los hombros y me sienta de nuevo, en contra de mi voluntad.

—Acabas de despertar.

—¿Y? Solo me desmayé por falta de chakra.

—Sai me dijo que hubo una batalla y Takeshi lo confirmó.

—Maldito chico pálido y hermano idiota —murmuro.

—______, no es momento para...

—¿Desde cuándo eres tú el responsable? —le interrumpo.

Naruto se queda con la boca abierta, pues mi comentario ha sido demasiado ofensivo.

—Desde que me volví Hokage. ¿Y desde cuándo tú no piensas en las consecuencias?

—Desde que me importan mis amigos.

—Pues no hace mucho de eso.

Ahora soy yo la que se queda sin habla. ¿Acaso Naruto estaba insinuando acerca de mi pasado? Sí, no había sido la mejor kunoichi en todo momento, pero había terminado en el buen camino. ¿Por qué recordármelo ahora?

Sin embargo, ignoro todos esos pensamientos, al igual que a Naruto, y me transporto en la puerta, para después abrirla y cerrarla tras de mí, alejándome de él. Camino por los pasillos hasta que llego a la recepción y pido información de Lee, Jade y Metal. Para este entonces, Naruto no se ha dignado a aparecer; aunque tampoco es que quisiese. En estos momentos, tengo ganas de darle un puñetazo en el rostro al rubio.

Cuando me dan el número de las habitaciones, subo hasta dichas, primero dirigiéndome a la de Lee. En cuanto llego, doy unos toques hasta escuchar un «pase» del otro lado de la puerta. Abro ésta y me encuentro con toda la pequeña familia de mi mejor amiga.

—______ —balbucea Jade, para después correr y abrazarme—..., gracias, gracias, gracias...

—Oye, tranquila. Te prometí que Lee volvería.

—Gracias, ______ —me dice Lee, sonriéndome desde la camilla en la que se encuentra.

—¿La tía ______ fue la que te ayudó a regresar, papá? —pregunta el pequeño Metal.

—Así es, y es porque la llama de la juventud de ______ jamás se apaga.

No evito reír levemente por su comportamiento. Me recuerda a los viejos tiempos.

Para siempre, de verasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora