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Yamaguchi, empotrado contra la pared, jadeaba bajito mientras las grandes manos de largos dedos recorrían toscamente su anatomía.

Gimió cuando la ropa le fue arrancada a jalones, siendo expuesto ante la mirada escrutadora de un color ámbar puro.

Entonces sintió vergüenza.

¿Realmente Tsukki estaría satisfecho con un cuerpo menudo y endeble como el suyo?

Seguramente, de no ser por el celo, Kei jamás le hubiese dirijido una mirada libidinosa. Ni si quiera por error.

Y eso lo deprimió. Pero también fortaleció su decisión.

Sí está sería la única ocasión, la disfrutaría cuanto le fuera posible, después de todo, Esa también era su primera vez, y para bien o para mal, Yamaguchi siempre había estado enamorado de Tsukishima.

Así que, cuando la manos frías lo tomaron por los muslos, abriéndolos, mientras el cuerpo de Kei se hacía lugar entre ellos, se dejó hacer, enredando sus piernas en la cadera y los brazos al rededor del cuello de su amigo de la infancia.

Sus miembros se rozaron y Yamaguchi sintió el gruñido bajo de Tsukki en su oreja.

Las manos se aferraron casi con saña en su tracero y los dientes rozaron la delicada piel expuesta de su cuello.

Eso lo despertó un poco; no debía dejar que Kei lo marcará.

Jalo los cabellos rubios de la nuca, alzando el atractivo rostro y buscando con sus labios los contrarios, iniciando un beso torpe. Su primero.

La lengua de Tsukki se coló en su boca,  enredándose en la suya, dominante. La saliva se escurría por la comisura de sus labios. Kei caminó, aún con él en brazos, hasta las camas y lo arrojo de forma un tanto brusca, para luego posicionarse a horcajadas sobre él.

Tsukki se inclinó sobre su rostro, dando lugar a un nuevo beso, cada vez más demandante, mordió su mandíbula y besó sus mejillas, jugueteó cos sus narices, en un suave beso esquimal, y bajó, dejando marcas húmedas que no se borrarían en un buen tiempo, mordiendo de vez en vez.

Las manos acariciaban sus costados y bajaban hasta su cadera, adentrándose por la pelvis y rozando de forma casi casual su miembro duro.

Enloqueciéndolo.

Él se limitaba a retorcerse bajo el peso de su mejor amigo, gimiendo y jadeando. Chillando  escandalosamente cuando uno de sus pezones fue pellizcado cruelmente entre los dientes de Tsukishima, quien luego lo lamió de modo casi tierno, repitiendo el proceso con el otro.

Le dejo una notable marca en el abdomen, antes de contornear con la lengua su ombligo e introducirla varias veces allí. Sus entrañas se contrajeron; una de las manos acariciaban de forma sugerente la piel delicada y cálida del interior de sus muslos mientras la otro se abría paso más allá.

Tsukki volvió a llevar su rostro hasta la parte baja de su cuello, justo donde su glándula linfática se hallaba hinchada debido al celo, segregando aquel aroma que lo tenía loco. Lamió sugestivamente la zona a la vez que uno de sus dedos recorría su perineo, hasta la la rugosa piel de su hendidura.

Yamaguchi gimió con aún más ganas, llamando entre jadeos el nombre de quien causaba aquellas reacciones, el mismo que ahora rozaba de manera circular sus esfínteres, pero sin llegar a penetrar.

— Ts...ukki, no juegues, ¿Por favor? ¿...K-Kei?

Y el dedo resbaló, cruzando el umbral de los desconocido, y haciéndolo gritar.

—Yamaguchi — La voz grave y ronca le inundó los sentidos —, eres cálido y apretado. ¿Puedo entrar? ¿...Me dejás?

Giró el rostro y lo miró, percatandose de que en algún punto Tsukishima también se había desnudado. Alargó su mano, rozando los músculos firmes, apenas perceptibles, de los pectorales, bajando por los abdominales y rozando los rizos rubios sobre el pubis.

Allí, erguido en todo se esplendor, el pene grueso, surcando de venas y de un color rosa intenso lo saludaba.

Su cuerpo se estremeció y él gimió de anticipación, porque pronto eso estaría dentro suyo.

Lo toco, rígido y caliente. Kei jadeo en su cuello.

— Si te digo que no... ¿De verdad pararás?

La mirada dorada brilló con un deje de burla.

— No.

Y eso fue todo.

Yamaguchi chilló cuando Tsukishima se enterró de una profunda estocada en su interior. Protestó ante el dolor lacerante en su hombro; Tsukki lo había mordido allí.

Jadeo al sentir como Kei empezaba a masturbarlo, al ritmo de sus penetraciones.

Y Tadashi se convirtió en una masa de nervios y receptores sensitivos entre los brazos de Kei.

Gimió, jadeo, se retorció, enterró las uñas en la espalda que empezaba a ampliarse y mordió los hombros que ya empezaban a tomar la forma de un adulto: fuertes y esbeltos.

Se apoyó en ellos, Tsukki mordisqueaba insistentemente su nuca, y algo en lo profundo de su mente le decía que no debía permitirlo.

Ese algo fue acallado cuando sus pezones volvieron a ser estimulados.

Kei salió de su interior de manera repentina, quiso quejarse, pero Tsukishima giró su cuerpo, dejándolo en una vergonzosa posición y haciéndolo ahogar un maullido de gusto cuando volvió a entrar de manera casi violenta en él.

La fricción de sus pezones contra las sábanas, los dedos de Tsukishima en su miembro, la lengua húmeda sobre su espalda.

No podía parar de gemir.

En un último intento por  silenciar aquellos vergonzosos sonidos, llevo sus manos a su boca e introdujo sus dedos en ella: funcionó en cierta medida.

Cosa que a Tsukki no pareció gustarle, reprimiendolo con una fuerte nalgada y aumentando el ritmo de sus embestidas. Lo jalo de los brazos, sacando sus manos de su boca y haciendo más sonoros los indecentes sonidos.

Su miembro se contrajo, entrelazó sus dedos con los de Kei mientras el orgasmo le llegaba en oleadas contundentes.

En su interior, Tsukki parecería desesperado por alcanzar su propio clímax, lamiendo nuevamente la base de su cuello.

Y Yamaguchi, ahora más conciente, recordó de pronto que no debía permitir que Tsukki se corriese dentro suyo.

Pero ya era tarde.

Se vio presa del pánico por la imposibilidad de separarse.

Kei lo había anudado.

Tadashi gritó adolorido cuando sintió los dientes encajarse sobre la piel de su cuello.

Kei lo había marcado...

Y Yamaguchi quería llorar mientras sentía a Tsukki corriéndose aún en su interior.

You never understand (TsukiYama)Where stories live. Discover now