Gillian Lyne

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Independientemente de que no quieres expresarte en el mundo del baile (O tal vez sí)
Esta es una historia que expresa lo que trato de decir, que nuestro síntomas, los cuales nos empeñamos a odiar, pueden terminar en algo productivo. 

Este es uno de los relatos más conocidos dentro de la comunidad  del TDAH, y empieza con una pequeña niña de 8 años, que para tan corta edad, ya peligraba su futuro.

 Los profesores comenzaron a creer que fracasaría definitivamente: No lograba concentrarse mirando algo por la ventana, o se movía inquieta debajo de su mesa, molestando a sus compañeros con ruidos extraños. Su caligrafía era preocupante y desastrosa, ¿Sus notas? Siempre al borde de la reprobación.

 Hasta que un día, los padres decidieron hacer algo al respecto...


La madre de Gillian le puso su mejor vestido y sus mejores zapatos, le hizo dos coletas y, temiendo lo peor, la llevó al psicólogo para que la evaluara.

  En la gran sala se encontraba un hombre imponente. Llevó a Gillian hasta el otro extremo de la habitación y le pidió que se sentara en un enorme sofá. Los pies de Gillian apenas tocaban el suelo; estaba tensa. Nerviosa por la impresión que pudiera causar, se sentó sobre las manos para dejar de moverlas. 

Hasta hizo un esfuerzo mental por no hacer sus movimientos extraños.

El psicólogo regresó a su escritorio y durante los siguientes veinte minutos le preguntó a la madre de Gillian acerca de los contratiempos y los problemas que decían que estaba causando. Aunque no dirigió ninguna de estas preguntas a Gillian, no dejó de observarla con atención en todo momento. 

Gillian se sentía confundida. Sabía lo que significaba ir a una "escuela especial" y no quería saber nada de ellas. Creía sinceramente que no tenía ningún problema, pero al parecer todo el mundo opinaba lo contrario. Y viendo cómo su madre contestaba a las preguntas, era posible que incluso ella lo creyera.

"Puede que tengan razón", pensó Gillian.

Finalmente, la madre de Gillian y el psicólogo dejaron de hablar. El hombre se levantó del escritorio, caminó hacia el sofá y se sentó al lado de la pequeña.

-Gillian, has tenido mucha paciencia y te doy las gracias por ello –dijo- , pero me temo que tendrás que seguir teniendo paciencia durante un ratito más. 

Gillian asintió, intranquila, y los dos adultos la dejaron allí sentada, sola. Pero antes de marchares de la habitación, el psicólogo se reclinó sobre el escritorio y encendió la radio.

En cuanto salieron y llegaron al pasillo, el doctor le dijo a la madre de Gillian.

- Quédese aquí un momento y observe lo que hace.

Se quedaron de pie al lado de una ventana de la habitación que daba al pasillo, desde donde Gillian no podía verles. Casi de inmediato, Gillian se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música. Los dos adultos la observaron en silencio durante unos minutos, deslumbrados por la gracia de la niña. Cualquiera se habría dado cuenta de que había algo natural en los movimientos de Gillian. Y cualquiera se habría percatado de la expresión de absoluto placer de su cara.

Por fin, el psicólogo se volvió hacia la madre de Gillian y dijo:

- Señora Lynne, a Gillian, no la trate como una enferma. Es inquieta. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le habían recomendado.

"Me resulta imposible expresar lo maravilloso que fue -contó Gillian-. Entré en esa habitación llena de gente como yo. Personas que no podían permanecer sentadas sin moverse. Personas que tenían que moverse para poder pensar."

Gillian Lyne termino siendo una  de las coreógrafas más famosas del mundo.

Las Ventajas de Ser Defectuoso - TDAHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora