28.

795 91 70
                                    

Pulso la pantalla para llamarla y, mientras suena un bip tras otro, no paro de pensar en cómo narices se habrá enterado de eso. No es que sea verdad al cien por cien porque 1) la dejé porque no podía estar con una persona que no mostraba interés alguno en estar conmigo, y 2) no estoy saliendo con Nia. Ya me gustaría a mí que fuese así, pero no es el caso.

—Lara —hablo una vez que escucho que ha descolgado.

—¿Qué quieres, Louis? Ya me has humillado bastante.

¿Que yo la he humillado?¿Está de coña?

—¿De qué estás hablando?

Mientras espero su respuesta, oigo voces de fondo, tanto femeninas como masculinas, y rápidamente identifico palabras muy técnicas que tienen que ver con la medicina. Está haciendo uno de sus trabajos, qué sorpresa.

—Me dejaste plantada en la cafetería. Te escribo pidiendo explicaciones y no me contestas.

Resoplo, porque ya su tono empieza a molestarme. Apenas iniciamos la conversación y ya me está haciendo cabrear.

—Fui a la puta cafetería, ¿vale? Fui y estuve esperando por ti pero no apareciste. ¿Qué pretendías? ¿Que te esperara toda la tarde? No eres la única que tiene cosas que hacer.

Estoy de pie en mi habitación, tenso, alzando la voz y comenzando a irritarme.

—Claro que tenías cosas que hacer. —Por su voz adivino que no soy el único enfadado—. Estaba en la universidad y te vi salir del gimnasio con esa chica. Me parece increíble que no hayas sido capaz de decirme la verdad. Y, ¿el gimnasio? ¿Desde cuándo vas tú al gimnasio?

—¿Solo me ves con una chica y ya te formas teorías en la cabeza como que te dejé porque estoy saliendo con ella? ¿Te estás escuchando?

—Mira, Louis... —Escucho que suspira—. No te molestes. No es necesario que te inventes excusas. Tranquilo, no me voy a poner a llorar o algo por el estilo.

—La que está inventando cosas eres tú. —No pienso ser más el chico correcto con ella. Todo tiene un límite y mi paciencia ha llegado a ese límite—. No te dejé por ninguna otra chica. Te dejé porque estaba cansado de que pasaras de mí y de que pusieras siempre tus estudios antes que yo. No respondías mis malditos mensajes, nunca. Podías estar días sin saber de mí y ni te preocupabas. No entiendo por qué coño quieres hablar conmigo o me echas en cara que me hayas visto con otra chica cuando es evidente que tú ya no querías estar conmigo. Deja de hacerte la víctima y deja de interpretar el papel, porque ya no te voy a creer más.

—¡No estoy haciendo ningún papel!

Ya ha empezado a gritar.

—¡Quería hablar contigo de verdad! ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué me estás hablando así?

Suspiro, miro al techo y cierro los ojos.

—Quería que acabáramos bien, pero ya he cambiado de opinión.

—Louis, no me vayas a colgar.

—Debería.

—Escúchame.

—No tengo ganas.

Me aparto el móvil de la oreja, pulso el altavoz y lo tiro sobre el colchón. Luego me tiro yo también y acabo acostado boca abajo y con el móvil delante de la cara.

—No seas infantil, por favor.

—Para ti todos los demás son unos infantiles, y tú eres la única madura.

—Te estás pasando.

¿Quién se cree que es? ¿Mi madre? Estoy harto de sus broncas constantes o sus intentos de regañarme como si fuera un niño.

Red Donde viven las historias. Descúbrelo ahora