Porque al final sólo te encuentro in esos sueños

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Hoy es el primer día de septiembre, el cumpleaños de Villa. Si dijera que estoy nervioso sería la atenuación del año. Estoy tan nervioso, tengo que secar mis manos cada minuto en mis pantalones, porque sudan tanto. La mayor razón es la tarjeta de cumpleaños que escribí para él. No es como 'Ladrón', pero tampoco es una carta que se escribiría a alguien que sólo es un amigo. No pienso en rendirme, por eso contiene unas pocas insinuaciones de que él me gusta. Mucho.

El corazón que dibujó en mi brazo, el hecho de que su cabeza se cayó en mi hombro y el abrazo firme no sólo eran coincidencias. Es posible que a Villa le guste también y sólo tiene miedo de aceptar sus sentimientos.

Pongo la tarjeta en mi escritorio y miro el papel con pliegues colocado a su lado. Este papel contiene tanto amor y tantos sentimientos, que no puedo dejarlo así. Algún día voy a cantar esa canción, eso me lo juro.

El timbre suena y oigo como Alicia abre la puerta para Isaza. Después de algunos segundos está en mi cuarto. Con una sonrisa grande en su cara presenta la camiseta de Manchester United.

"¿Que piensas?" me pregunta muy orgullosamente. Estoy seguro de que Villa la va a amar.

"Tremendo," respondo y cojo mi regalo del estante. Lo he embalado en un papel de regalo azul con una cinta que parece plateada. "Vámonos."

Primero, vamos a entregarle a Villa los regalos y después salimos. Cuando Isaza y yo llegamos, Villa nos abre la puerta y nos saluda con abrazos. Entramos al salón y veo que Alejandro y algunos otros amigos ya están.

"¡Sorpresa!" vocea Isaza y levanta la camiseta. Villa se queda con la boca abierta y coge la camiseta roja.

"¡Me encanta! ¡Gracias, Isaza!" grita y lo abraza otra vez. Inmediatamente Villa se pone la camiseta. "Voy a llevarla todo el día," señala y así provoca las risas de sus amigos.

"Feliz cumpleaños, Villa," le felicito y le entrego mi regalo. "También tengo una tarjeta de cumpleaños..." Quiero sacar la tarjeta del bolsillo de mi pantalón, pero no la encuentro. Reviso el otro bolsillo, sin éxito. Conmocionado me doy cuenta de que la olvidé en mi escritorio. "Lo siento, creo que la olvidé en casa," me disculpo. De repente Villa me abraza.

"Muchas gracias." Siento su aliento caliente en mi nuca. Sus manos recorren mi espalda y acurruca su barbilla en mi hombro. Huelo su olor otra vez y disfruto este momento demasiado. Se aleja de mí y juro que el abrazo fue más largo de lo normal entre amigos. Me muestra el banjo. "Lo amo. Si olvido el mío, voy a tocar este," sonríe. Otra vez siento ese calor y las mariposas, me alegra demasiado que le guste mi regalo.

"De nada. Lo vi en una tienda y me recordó tanto de ti, que necesitaba comprarlo," explico y le devuelvo la sonrisa. Quedamos así, mirándonos y sonriendo. No puedo dejar de mirar su cara, sus ojos, su boca... Tengo que expresar mis sentimientos para que él los entienda. Para que el me comprenda y corresponda mi amor. El beso repentino no mostró lo que siento, sólo que me gusta, pero no cuánto. Si le explico todo, quizás acepte sus sentimientos.

"Simón, no me mires así, porfa," pide, todavía sonriendo. "Sólo somos amigos," me recuerda y me deja para platicar con sus otros amigos.

Literalmente puedo oír la rotura de mi corazón. Tenía demasiado esperanza y Villa la mató completamente con sus palabras. Agarrotado me quedo de pie en el salón. Isaza tiene razón, tengo que olvidarlo, nunca estaré con él. Mis sueños de que él corresponda mi amor se quedan una ilusión. Todos los meses pasados he sufrido para nada. Villa nunca me va a querer como yo a él. Tengo que aceptarlo, aunque me duela.

Porque al final sólo le encuentro en esos sueños.

LadrónWhere stories live. Discover now