Capítulo 2

118 5 2
                                    

—Toothiana, no te vayas— los niños se aglomeraban alrededor de una de las voluntarias, una chica linda con todos y con encanto maternal llamada Toothiana, de cabello castaño con mechones de colores y piel morena.

—Lo siento niños, pero tengo que trabajar. Los veré el próximo fin de semana si falta ¿sí? — decía la chica para calmar a los infantes.

Jack la acompañó a la salida, pero en vez de regresar a la pensión se siguió de largo por la calle. —Jack ¿A dónde vas?— preguntó Tooth.

—Yo debo de ir por algo al centro, prometí volver para el anochecer así que debo apurarme— respondió antes de salir corriendo.

Tooth siguió su camino, preocupada aun por el joven Jack.

Jack no volvió a la pensión ese día, ni en toda la semana. No tenía mucha experiencia viviendo en las calles ¿en que estaba pensando?

Simple, no aguantaba ni un minuto más en ese lugar lleno de sonrisas hipócritas que no mostraban sus verdaderas intenciones. Nadie realmente se preocupaba por él.

Pasar largos años de soledad es inaceptable para cualquier persona. Jack observaba desde lejos a las familias juntas, parejas y niños jugando en las calles.

A él le parecía injusta su existencia, su soledad.

Ya llevaba un par de días sin comer. Tenía opciones limitadas, de las cuales se decidió por la más sencilla, robar. Se le hizo fácil entrar a una pequeña tienda cubriéndose con la capucha de la sudadera y amenazar al dueño con una navaja que llevaba escondida sino lo dejaba tomar todo lo que quisiese.

Aquello terminó mal, lo único que recibió fue un puñetazo en la mejilla por parte del dueño y que la alarma de seguridad sonara, la policía no tardaría en llegar.

—Jackson— una tercera persona entró en el lugar —Jackson te he estado buscando desde hace rato, hay que irnos a casa—.

Jack se quedó estupefacto, era el policía con el que había hablado cuándo fue el accidente. No estaba seguro de seguirle la corriente.

El antiguo oficial hablo con el dueño de la tienda, ofreciéndole una suma de dinero si olvidaba el conflicto causado por el chico. El dueño acepto sin dudarlo y los dejo ir.

El de ojos azules iba a salir corriendo, pero el hombre se lo impidió llevándolo a un callejón —Así que ahora robas para comer—.

—No es su asunto— respondió cortante.

—Bien, que tengas suerte viviendo en la calle. Sé que no duraras una semana más por tu cuenta— se burló el hombre —Fuiste o muy tonto o muy listo al escapar de aquella pensión—.

—Odiaba ese lugar— admitió —¿Qué es lo que quiere conmigo? Sé muy bien que ya no es policía—.

—¿Quieres saber porque ya no soy policía?— no recibió respuesta, pero aun así lo reveló —Investigue arduamente para encontrar al causante del accidente que mató a tu familia y cuando lo encontré ¿sabes que hizo el sheriff y el resto? Lo dejaron ir porque pagó una fianza—.

El ex policía estaba más que indignado por eso, sintió la mirada del chico sobre él —Me dijeron que lo habían despedido—.

—Lo hicieron... al parecer no les gustaban mis métodos de trabajo. La justicia es corrupta y solo se determina por la suma de bienes, eso fue lo que me hicieron entender— agitó la mano, prefirió cambiar de tema —Lo que hiciste ahí dentro fue patético—.

—Jamás he robado, creí que funcionaria— desvió la mirada.

—Ven conmigo, puede que aprendas una que otra cosa— lo tomó del brazo, llevándolo hasta su auto.

—Ni siquiera sé su nombre entero— se soltó del agarre.

—Pitch Black, ¿contento?... ¿vienes o no?—.

Tal vez ya estaba harto, o la curiosidad fue más fuerte que su sentido común, sino jamás hubiera aceptado aquella propuesta de aquel hombre vestido de negro.

Pitch le ofreció una mano amiga, un hombro en el cual apoyarse y un sentimiento sincero cuando el resto de las personas sólo le daban la espalda.

Compañeros del CrimenWhere stories live. Discover now