Aquellas dos mujeres

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*Narra Ángel*

Después de dejar a Soraya en su casa, llegué a la puerta de la mía y llamé repetidas veces. Oí cómo mi padre bromeaba y una risa femenina sonaba en la distancia. Acerqué mi cabeza con cuidado a la puerta para escuchar mejor. Casi me caigo cuando mi padre abre la puerta con una gran sonrisa.

-¡Ángel! Ven, te estábamos esperando.-Fruncí el ceño y entré algo despistado, para encontrarme a aquella mujer de pelo rubio platino y ojos grises. Aunque sus colores eran apagados, desprendía una alegría inconfundible. Miré a mi padre exigiéndole una explicación.

-Hola, Ángel.-Dijo con acento inglés, se levantó para saludarme con dos besos pero yo aparté la cara con brusquedad. Su sonrisa se transformó en una expresión con un matiz triste en ella. Miré a mi padre de nuevo.

-Papá, me dijiste que sólo habían sido un par de noches por ahí, nada serio.-Comencé a entrar en cólera.

-Ángel, tu padre quería decirte...

-No te metas, Layla.-La interrumpí con tono amenazador.

-Vamos, Ángel, te dije que nos estábamos conociendo, por favor, dale una oportunidad, es una mujer increíble...-Suplicó mi padre.

-No me puedo creer que engañes a mamá...

-Tal vez no lo aceptes Ángel, pero Victoria ya no está. No va a volver. Y sabes que ella querría que retomáseis vuestras vidas.-Layla intentó calmarme.

-¡No hables como si la conocieras! ¡Papá, no me lo puedo creer, creía que la querías tanto o más que yo! ¡Y tú, Layla, no te pienses que vas a ser mi nueva madre porque nunca te querré como a ella!-Miré a mi padre fulminándolo con la mirada. Tanto él como Layla miraban hacia el suelo, culpables. Y yo no tenía otra forma de expresar lo mucho que echaba de menos a mi madre que con las lágrimas. Lágrimas que intenté contener con toda mi voluntad pero que no me fue posible. Layla corrió a abrazarme, pero la aparté de un empujón. Ella cayó al suelo debido al impulso. No pude evitar arrepentirme al instante de aquello.

-¡Ángel! ¡¿Qué te crees que haces, imbécil?!-Me reprochó mi padre mientras corría a socorrer a Layla, quien no paraba de repetir: ''Estoy bien, tranquilo.''

-Yo... Lo siento, Layla. Tú no tienes la culpa, en cambio mi padre es un traidor de mierda que engaña y ofende a su difunta esposa.

-¡Tú lo has dicho, Ángel, difunta! Tu madre murió, sé que es duro, la mía me abandonó cuando era una niña, no es lo mismo, pero se asemeja. Ángel, tienes que aceptar que tu padre sólo busca ser feliz, no quiere pasar el resto de su vida en el pasado. No quiere ahogarse en el mar de lágrimas que dejó cuando Victoria murió. Él me quiere, yo lo quiero, y queremos estar juntos.

-Por eso nos vamos a ir a vivir a Nottingham.-Terminó la frase mi padre. Lo miré con los ojos abiertos a más no poder, negué con la cabeza.

-No.

-Sí.-Me contradijo él en un susurro.

-¡No, joder! ¡No puedes hacerme esto! ¿Por qué no puede venir ella?

-Ella tiene trabajo en Nottingham, y yo puedo conseguir otro mejor que el que tengo para mí.

-No, no, no, no... No me iré. Pronto cumplo los dieciocho años y...

-Te quedarás con nosotros.-Me interrumpió de nuevo mi padre. Sólo podía pensar en una palabra, Soraya, su nombre se repetía en mi mente sin cesar. ¿Cómo iba a dejarla? Intenté entrar en calma, seguramente encontraría una forma de quedarme en España.

-¿Cuándo nos iremos?-Dije con más lágrimas amenazando con salir.

-Al finalizar el verano, que es cuando Layla comienza a trabajar.-La miré a ella con cierto reproche, pero tan sólo desvió su mirada hacia otro lugar.

-No podéis hacerme esto.-Y, dicho aquello, salí corriendo de la casa. Layla y mi padre daban gritos lejanos, yo no los quería oír, corría y corría sin importarme quién me atropellase, o a quien atropellara yo con mis pasos más que acelerados, hasta que tropecé con algo y, sin saber por qué, caí al mar, había llegado al puerto, comencé a nadar, sin descanso, sin dejar de llorar, agua salada caía de mí y se mezclaba con el agua también salada del océano, cada vez la costa se hacía más y mas pequeña, el cielo se oscurecía más y más, mis músculos no daban para más esfuerzos, mi respiración se volvió agitada y dificultosa, mi vista comenzó a nublarse. Vi como una lancha se acercaba a mí, alguien me tendió una mano, pero fui incapaz de levantar la mía, comencé a hundirme en el agua, pero entonces ese alguien tiró de mí con brusquedad y me sacó del agua, comenzó a presionar mi pecho, y un ardor ascendió por mi garganta, me colocó boca abajo y vomité todo el agua que había tragado. Oía personas alarmadas a mi alrededor, y tan sólo veía sombras  muy difusas corriendo de un lado hacia otro. Una chica me cogió la cabeza y la colocó en su regazo, comenzó a acariciar mi pelo.

-Eres un bobo, hermanito...-Fue la única voz que logré distinguir entre todas.

-¿Elia?-Dije tosiendo, con una voz más suave de lo normal.

-Si tonto, estoy aquí.-No pude evitar sonreír, cerré mis ojos de nuevo y ella plantó un tierno beso en mi frente. Tras aquello, no tardé en reunirme con Morfeo y soñar con aquellas dos mujeres, Elia y Layla, las mismas que desaparecieron, para volver a ponerlo todo patas arriba.

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Siento la tardanza, he estado bastante liada con todo esto de mi otra novela y del instituto :'(

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