Capitulo 23

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Anahí.

Poco después de la comida, me fuí con Christopher al centro comercial.

—¿Pero qué quieres comprar? —dijo Christopher.

—Un chaleco muy bonito que ví el otro día y me arrepiento de no haberlo comprado, así que lo quiero.

—Como si no tuvieras chalecos...

—Pues quiero otro metiche.

—Me duele la cabeza Anahí, mucho, mucho.

—¡Ay pobrecito, al bebé le duele la cabeza! —dije y le dí un golpe en la nuca.

—¡Oye, qué te pasa loca! Me duele —se sobó donde yo le di el golpe. Reí.

—¡Ay, sueltame Ucker! —dije cuando el me cargo en brazos.

Y si me hizo caso, porque literalmente me soltó y caí fuertemente sobre mi trasero y pierna al piso duro del centro comercial.

—¡Auch! —grité de dolor pero Christopher no reaccionaba—. ¡Idiota!

—Any ¿qué te paso? —reaccionó al verme en el suelo.

—Que me encanta estar en el suelo y por eso me tire, ¿a qué te parece? —dije enojada y el me miro confundido— ¡Me dejaste caer estúpido!

—¡Lo siento, lo siento Anahí! —dijo él y rápidamente me ayudó a levantarme.

—Ay, no puedo apoyar, ¡auch! —seguí quejándome del dolor— Me duele mucho el tobillo —me volvio a cargar en brazos—. Creo que me lo torcí.

—¡Te llevo rápido al médico!

...

—Listo —dijo aquel guapo doctor con sonrisa de comercial. Yo lo miraba embobada.

—Gracias doctor.

—De nada señorita Puente, no todos los días vienen chicas tan guapas como usted.

—Digame Anahí —sonreí—. ¿Entonces tengo que llevar muletas?

—Okey Anahí. Y si, sólo serán unas semanas para que te apoyes mejor —explicó—. Después vuelve y si todo va bien te quitamos el yeso.

—Okey, muchas gracias.

—No te olvides de tomar mucho reposo, que te ayuden a subir y bajar escaleras por lo menos la primer semana, y tomar las medicinas que te estoy recetando Anahí.

—Claro que si, yo tomaré todas las precausiones necesarias.

—De acuerdo, me parece muy bien —sonrió—. Voy a llamar a tu novio para que te recoja. Nos vemos pronto.

—El no es... —el doctor se fué—, mi novio.

—¡Lo siento! Cuánto lo siento Anahí... —dijo Christopher entrando todo preocupado.

—Ya no te preocupes. Solo serán unas semanas ¿pero por qué me dejaste caer? No pense que cuando te dije que me soltaras lo ibas a hacer tan en serio... —reí para que se calmara.

—Es que vi a una chica... —bajo la cabeza— Y me llamo mucho la atención. Pero cuando te ayude ya no la vi.

—Ay que pena...

—Ya, pero bueno, lo importante es que tú estés bien. ¿Me perdonas?

—¡Ya te perdone tonto! Pero tranquilo, todo va a estar bien, lo unico malo es que este yeso no combina con mi ropa. ¡Esta horrible!

—Te compraré uno con dibujitos, no te preocupes —reímos—. Vamos a tú casa para que descanses.

—Ya no compre mi chaleco, pero estoy segura que no le iba a combinar a este yeso feo —reí.

...

—¿¡Pero qué te paso barbie!? —dijo Alfonso preocupado al verme en la sala con el tobillo enyesado.

—Nada...

—¿Como que nada? —se sentó el mi lado— ¡Si tienes toda la pierna enyesada!

—Qué exagerado, solo es el tobillo... —dije— Aparte como yo estoy muy chiquita pues se me mira enorme, pero solo es para mi tobillo.

—¿Pero cómo te sucedio esto?

—Me caí en el centro comercial.

—Ay Barbie...

—De hecho estaba solita esperando a que alguien viniera para que me podiera ayudar... ¿Me ayudas tú? Quiero irme para arriba.

—Claro que sí —me cargó en brazos.

El me llevo en brazos hasta mi habitación y me puso en mi cama y me trajo las muletas.

—Alfonso... —lo llamé.

—¿Qué paso barbie? —dijo el antes de irse -.

—¿Qué películas tienes tú?

—No se... muchas.

—Tráemelas por favor, es que yo las mías ya las vi. Aparte estoy enfermita —dije con voz de "bebé".

—Okey —rió—. Pero con una condición.

—¿Cuál?

—Yo quiero verla contigo —sonreí.

—Okey, va —acepté.

Estuvimos escogiendo películas, pero yo no quería de acción y el no quería de romance así que optamos por una de comedia.

Antes de poner la película, Alfonso trajo palomitas pero se veía que solo eran para él, por que se las comió todas.

—Gracias por no dejarme nada de palomitas —dije.

—¿A poco tu también querías? —rió.

—Tonto, ni porque estoy malita.

—Pero... puedo darle otra cosa a la niña malita... —dijo el acercándose.

—¿Qu.. qué cosa? —pregunté nerviosa.

—Eh... No sé, algo como... —dijo acariciando mi pierna y casi rozando mis labios— Esto.

Y rozo mis labios con los suyos, abrí la boca en un impulso automatico y nuestras lenguas se juntaron. Puse mis manos acunando sus mejillas mientras él se ponía encima mío, pero sin poner todo su peso.

¡Nos estabamos besando!

Dios mío. ¡Como me gustaba Alfonso! Y si, ¡me encanta! Lo reconozco, todos tenían razón.

No estaba bien que me gustara, no tenía que gustarme, pero juro que no es intencional.

Nos separamos un poco para respirar y este me volvio a besar con menos suavidad y ahora mas pasión, nuestras lenguas luchaban entre sí en la mejor de las guerras.

—¡Anahi! —escuché la voz de mi padre...

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Mi Barbie.Where stories live. Discover now