Capitulo 4

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Emely trata de avanzar, pero todo está completamente oscuro a su alrededor. No logra ver, ni oír nada. Su corazón se acelera a medida que trata de caminar, y se da cuenta que el espacio es cada vez más estrecho. Alza la mirada con desesperación buscando alguna pizca de luz que la guie, los latidos de su corazón son cada vez más fuertes al igual que su respiración entrecortada. Comienza a tratar de moverse más rápido pero su vestido se queda atorado en algo, impidiéndole avanzar, entonces... un rayo de luz aparece frente a su rostro. Observa en la dirección de donde proviene y se sorprende al ver que se trata de una puerta a medio abrir. Comienza a oír voces y pasos tras ella.

—Papá... —susurra para sí misma al reconocer la voz. —. ¡Papá! —comienza a gritar con desesperación mientras tira más fuerte de su vestido, tratando de zafarse. —. ¡Papá! —grita una vez más y la puerta se cierra de golpe.

Su cuerpo entero se paraliza cuando queda a oscuras. Mantiene los ojos abiertos ampliamente, tratando de lograr ver algo, mientras trata de regular su respiración jadeando con la boca entreabierta. Un sonido proveniente de la esquina derecha de la habitación hace que gire su cabeza de golpe, causándole un fuerte dolor en el cuello que la hace gemir, mientras lleva su mano hacia la zona para tratar de calmar el dolor. Comienza a escuchar pasos dirigiéndose hacia ella, su corazón late con tanta fuerza que el pecho le duele, y siente que el aire que sale de su nariz quema la comisura de sus labios.

Emely... —escucha una voz infantil llamando su nombre, y un escalofrío recorre su espina dorsal.

Una fuerte luz ilumina la habitación, obligándola a cerrar los ojos con fuerza al sentirse segada por cuestión de segundos. Al abrirlos lentamente, se sorprende al encontrarse rodeada de juguetes en una habitación distinta a la suya, una de color rosa pálido.

Observa todo a su alrededor con miedo, no sabe dónde se encuentra. Cuando por fin confirma que el lugar es seguro, suspira aliviada de ver que no hay peligro alguno. Baja la mirada para ver en que se enredó su vestido y se paraliza totalmente al ver una niña sentada a sus pies, sujetando el borde de su vestido.

La niña mantiene la cabeza agachada, viendo fijamente el suelo, con el brazo izquierdo extendido, aferrándose al borde de su vestido. En sus piernas entrecruzadas se puede apreciar un oso de peluche que es acariciado constantemente por su mano derecha.

Emely traga saliva y su cuerpo entero comienza a temblar de miedo, mientras estira su mano para tocar el cabello castaño de la niña. Cuando está a centímetros de tocarlo, ésta tira de su brazo izquierdo sin soltar el borde del vestido, con una fuerza tan sobrenatural que causa que ella pierda el equilibrio y caiga de lleno al suelo. Se queja de dolor, mientras se apoya en sus manos para tratar de levantarse; cuando escucha que la niña comienza a balbucear algo que ella no logra entender. Una vez que consigue ponerse de pie, se acerca nuevamente para tratar de entender lo que dice.

—¿E-Estás bien? —pregunta con la voz temblorosa, viendo que la niña continúa con la cabeza agachada y se balancea de adelante hacia atrás, lo que le impide poder ver su rostro. Su balbuceo comienza a tornarse cada vez más fuerte una vez que decide extender su mano para tratar de tocarla. —. ¿Cindy?

No me dejes sola... No me dejes sola... ¡¡No me dejes sola!! —grita la niña, levantando la cabeza.

Emely abre los ojos ampliamente y retrocede horrorizada cuando los ojos negros de la menor se posan en ella, el miedo invade su sistema y su pulso se acelera. Esa, sin duda, no es una niña normal, sus ojos son tan oscuros como una noche sin luna y estrellas, su piel es pálida, y sus labios parecen de papel.

Ella comienza a arrastrarse en el suelo, tratando de alejarse de la niña una vez que ésta se pone de pie, sujetando el brazo de su oso de peluche con la mano derecha.

Emely, La Hermana Mayor © (Modificada)Where stories live. Discover now