EPÍLOGO

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Al leer a Guillermo y su pasional suceso plagado de emoción y aventura con final feliz, al menos, desde el punto de vista deportivo, inmediatamente entendí esa sucesión de preponderancias e imposiciones superpuestas de los "distintos cerebros", el instintivo, el emocional y hasta el racional y más humano... Y todo generado por un simple partido de fútbol que a la luz de los no fanáticos puede pasar desapercibido, pero en la piel de nosotros, los que nos jactamos ser "hinchas de un club de fútbol", cobra una envergadura de dimensiones desconocidas, pudiendo hasta llegar a ser 3D, HD o Netflix, ahora que está tan de moda.

Puedo contradecirme en cierto punto y mostrar que en algún punto esto puede ser de autoayuda o, mejor dicho, de identificación para todos aquellos que nos ponemos la piel de hincha cada domingo - algunos solo en sábado o día hábil, bromas aparte - y convertimos en una verdadera travesía el hecho de ir a la cancha a ver jugar a nuestro equipo favorito. Es que en ese "vamos a la cancha", es donde el espíritu agónico tiene asistencia perfecta - Agón = palabra que en griego antiguo significa contienda, desafío, disputa. Proto agonístes= protagonista, es el primero en hablar. Es claro que no soy el protagonista de este libro. Nadie podrá negar que Dejamos Todo en ese viaje, ponemos todo nuestro ser al servicio de esos colores que defenderemos ante todas las adversidades. Dejamos familia, dejamos horas de descanso, dejamos amigos... dejá de jorobar que tampoco es un calvario, Marcelo, no exageres...

Ok, pero otro punto esencial de este viaje de placer, es que siempre percibiremos que alguien nos perjudica, especialmente los referís y jueces de línea que sistemáticamente suelen cobrar para el equipo rival todas las dudosas, casi como una tautología en su estado más puro y perfecto. Más allá de que tarde o temprano los dioses puedan compensarlo, esperar a que se decidan a hacerlo puede agotar la paciencia humana a niveles insospechados y es una decisión soberana sobre la que no podremos tener incidencia alguna.

De regreso a la entrega total que hace un hincha, es admirable observar y/o escuchar los sacrificios que algunos osan hacer en pos de esta epopéyica empresa. O las cábalas que suelen crearse con fe ciega y que duran... hasta que las derrota nos golpea y salimos raudos a decir "... ¿cómo pude pensar que esto iba a funcionar?..." y empezamos a pensar qué nueva cábala podemos generar para que la suerte nos acompañe y que sigan los triunfos. Y ese círculo vicioso es parte de la escenografía que construimos y destruimos una y otra vez en pos de que se cumplan nuestros vaticinios y así poder batir al enemigo, rival, clásico o no, en los 90, suplementario o por penales, todo vale... Ni el mismísimo Batman podrá ayudarnos a soportar el amargo sabor de la derrota pero sabemos que siempre habrá revancha y, como Guillermo ha dado cuenta plena en su relato, más tarde o más temprano, la misma se hará presente para generar una nueva motivación futbolera.

Ha sido un honor y un placer dejar unas palabras en este libro, que sintetizo como una expresión futbolera en su estado más puro y con una agudísima descripción de los hechos y sensaciones que lo caracterizan. Exagerado o no, el fútbol se vive con pasión y emoción, como decía el viejo slogan de El Gráfico, "La Cara del Deporte", una pasión de multitudes según el más grande, José María Muñoz, una pasión inagotable que trasciende fronteras y generaciones, razas y credos, posiciones sociales y educativas. Una pasi... disculpen, tengo que dejarlos, ya arranca el partido...

Marcelo Mórtola. Periodista

 Periodista

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